Marc Jacobs da permiso a los hombres para ponerse el pañuelo como Isabel II
Con pañuelo en la cabeza, traje de chaqueta y bolso de mano, los looks del diseñador le han convertido en el mejor reclamo publicitario para su marca.
Probablemente sea uno de los influencers más divertidos de Instagram. Además de uno de los diseñadores más relevantes de las últimas dos décadas, Marc Jacobs es, desde hace algún tiempo, influencer involuntario. En su perfil, agradece los regalos de otras marcas, recomienda planes de ocio y etiqueta a sus colegas de profesión en sus looks diarios. Y menudos looks.
El que fuera en otros tiempos fiel devoto del grunge, siempre con camisetas anchas, greñas y gafas enormes, es ahora un firme defensor de la fluidez de género en cuestiones indumentarias. Hace unos meses, no se quitaba las perlas y las chaquetas de Chanel (de hecho, se casó con su hoy marido, Char de Francesco, con un bolso 2.55 colgando del hombro); ahora le ha dado por emular a su admirada Little Eddie, la protagonista de Grey Gardens, luciendo gafas de sol y pañuelo en la cabeza.
De esta guisa se presentó ayer en el mítico Love Ball organizado por Susanne Bartsch, un evento benéfico inspirado en las competiciones de voguing y en el que Jacobs ejerció de jurado junto a André Leon Talley, David Lachapelle o el diseñador Christian Siriano, entre otros.
Lo cierto es que, tras años en los que peligraba el futuro de su marca, Jacobs se ha convertido en su mejor reclamo publicitario: en solo cuatro meses ha lanzado una nueva línea, The Marc Jacobs, ha renovado su línea de belleza (por supuesto, su maquillaje es unisex) , se ha aliado con Miley Cyrus para apoyar a Planned Parenthood (la organización que provee servicios de salud sexual reproductiva) y, coincidiendo con el mes del Orgullo acaba de diseñar la colección Riot, cuyos beneficios van íntegramente a la Fundación Stonewall. Él es consciente de que su resurrección no habría sido tal sin su nuevo estatus de celebridad digital. En tiempos en los que los directores creativos comunican una imagen elitista y forzadamente discreta, Marc, su marido y sus perros vestidos de Balenciaga son una agradable excepción.
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