‘Looks’ para destacar en el asfalto
Nueva York es la mejor escuela de moda. Ariadne Artiles hace años que lo descubrió; ahora le toca el turno a su hermana Aída.
Ariadne Artiles ha retomado su aventura americana, esta vez en Nueva York. Instalada en el Upper East Side, la modelo canaria de 30 años ha encontrado en su hermana Aída a su mejor cómplice. Con ella en la Gran Manzana desde hace apenas unos meses, se siente como en casa. «Tenerla cerca me ha cambiado la vida», asegura. Es el ancla de estabilidad que necesitaba. Viven cerca, pero ya no comparten piso. Al principio Ariadne acogió a Aída, hasta que encontró un apartamento independiente. Se ven cada mañana en clase de yoga y a menudo trabajan juntas. La complicidad salta a la vista. Una, morena, más decidida y segura; otra, rubia y pecosa, con ojos verdes, risueña y despreocupada. Aída estudió dos años de Empresariales en Madrid, luego dio el salto a la Nutrición. Ahora, recién graduada, ha decidido probar suerte en el mundo de la moda junto a su hermana. Le encanta Manhattan. Aún está asentándose y no descarta seguir estudiando.
Ariadne desprende una seguridad que no intimida. Al escucharla, no cabe duda de que la familia es uno de los pilares que la mantiene con los pies en la tierra y le ayuda a avanzar con paso firme por la vida, a uno u otro lado del Atlántico. Su madre se encuentra de visita en Nueva York; y las hermanas están contentas de tenerla cerca. Equilibrada, sensata y orgullosa de su isla, en su blog Ariadne habla de belleza –como buena canariona–, pero también de cocina y de familia. Dice, entre risas, que el día que decida formar la suya le gustaría tener cuatro hijos. «Seguramente viviré en una casa en el campo. Mis padres se separaron cuando tenía nueve años y desde entonces siempre he soñado en que algún día disfrutaré educando y enseñándoles lo mejor a mis hijos», afirma.
Ariadne lleva chaqueta de tweed de Chanel (c. p. v), camiseta de The Row (261 €) y pantalón de piel de Theyskens’ Theory (670 €). Aída luce top (615 €) y falda (820 €), ambos de Altuzarra.
Louis Christopher
Hace 10 años ni siquiera sabía quién era Bruce Weber y aún tenía en la cabeza estudiar Psicología. Su trabajo como modelo solo le ayudaba a ganar algo de dinero extra mientras terminaba COU en Madrid. Pero fue en una sesión para Abercrombie & Fitch con el prestigioso fotógrafo cuando surgió la posibilidad de cruzar el Atlántico. «“¿Por qué no pruebas trabajar en Miami?”, me dijo Weber», recuerda ahora mientras una peluquera trajina con su melena y prepara el look de la sesión.
Aquella sugerencia cuajó y la carrera de Ariadne despegó en Florida. Hoy todavía le interesa la Psicología pero, con una sólida carrera de maniquí a sus espaldas, reconoce que este interés es más personal que otra cosa. Tranquila, cálida y habladora, no puede evitar sonreír al recordar aquellos años. «Trabajaba todos los días», dice. Una fila de inmensas caravanas aparcadas junto a la playa eran la muestra más clara del frenesí de sesiones de moda. «Las producciones eran brutales. Fue una época dorada, que coincidió con el despegue de Brasil».
A la izquierda, Ariadne lleva top de The Row (261 €) y falda de Marc Jacobs (780 €). Aída con blusa (472 €) y pantalón (650 €), ambos de Chloé.
Louis Christopher
Vivía sola en una apartamento en la calle Española Way y cada día cogía la bicicleta para acudir al trabajo. Apenas hablaba inglés, pero aprendió, a pesar de la cantidad de hispanos, colombianos y cubanos que viven en Miami. Hizo buenos amigos, se volvió independiente. Cuando regresó a España de vacaciones por primera vez, su hermana y su madre comprobaron que no las engañaba cuando decía que había engordado. «¡Seis kilos! ¿Te acuerdas, Aída?», ríe e interpela a su hermana.
A diferencia de Miami, Nueva York es una escuela de soledad, donde lo normal es estar solo, comer solo o ir al cine solo, por eso los que llegan de culturas gregarias como la latina se sienten a un tiempo liberados y, por momentos, desamparados. Ariadne llegó hace tres años, pero no tardó en encontrar también aquí una pareja de amigos, sus padres en Nueva York. Ellos ahora han dejado la ciudad, pero los visita con frecuencia. También se escapa a Vermont. «Mis mejores amigos aquí no provienen del mundo de la moda», explica. Habla de una amiga abogada colombiana y de otra que intenta mover algunas marcas en el mercado estadounidense.
Aída lleva cuerpo de Calvin Klein Collection (1.336 €) y falda de Balenciaga por Nicolas Ghesquière (1.695 €). Ariadne viste top de Rochas (740 €) y pantalón de Isabel Marant (1.220 €).
Louis Christopher
Entre la primera y la segunda estancia en Estados Unidos, Ariadne pasó cinco años en España. Aquello le sirvió para abrirse un hueco en el mercado europeo, en París y Londres. También se casó con el motociclista Fonsi Nieto; y la boda saltó a las primeras páginas de las revistas del corazón. La unión duró tres años. «Decidí volver porque en el mercado estadounidense me había ido muy bien», asegura. «Me gusta mucho la gente de la Gran Manzana. Están muy acostumbrados a tratar con personas que vienen de fuera y les interesa lo que uno hace. La mezcla es increíble. No importa quién eres. Hay una energía increíble y muy buena predisposición», cuenta. El ritmo de Nueva York encaja con el suyo. Si esta ciudad abruma, también abre nuevas ideas y plantea retos que Ariadne está dispuesta a asumir. El sentimiento de que esta es una metrópoli abierta en la que surgen nuevas posibilidades fuerza a cambiar códigos y olvidar timideces: «Sencillamente, descubres que puedes ir a una cena sin conocer absolutamente a nadie. Todos muestran interés y les parece normal».
Al principio se instaló en el Soho, uno de los barrios predilectos de las modelos. Iba con frecuencia a la tienda gourmet Dean & Deluca, a la barrita de Nico y a cenar a Cipriani. Ahora se ha subido al Upper East Side, cerca de Central Park, y frecuenta otros locales. «Al final te mueves por el barrio en el que vives», asegura. Su rutina neoyorquina es mucho más ordenada que la que llevaba en España, con yoga cada mañana –ejercicio que la ayuda con su escoliosis–, castings –«el tú a tú en esto es muy importante»– y paseos en bicicleta por el parque. Quedó fascinada por la exposición de Alexander McQueen la temporada pasada en el Metropolitan y siempre que puede se acerca al museo. Confesa fan de la película West Side Story (1961), no quiso perderse el musical y también se aventuró a ver un partido de baloncesto del equipo de los Nicks, en el Madison Square Garden. «Todo un espectáculo, los americanos en esto son increíbles, era casi como estar en un concierto de Beyoncé», bromea.
Aída lleva falda con tirante de cadena de Givenchy (3.000 €) y top de Zadig & Voltaire (c. p. v.) . Ariadne luce chaleco (1.650 €) y pantalón (1.100 €), ambos de Givenchy; y top de The Row (261 €).
Louis Christopher
Cuando era niña en Las Palmas, su abuela le repetía que el día que ella faltara le dejaría su máquina de coser. Ariadne cuenta que le gustaba hacerse sus biquinis y a menudo soñaba con diseñar vestidos. Quizá por eso cuando le propusieron crear su propia colección, la idea le gustó y no dudó en aceptarla. La oferta vino de Yerse, la marca de moda familiar fundada en los 60 en Sabadell, un lugar con solera en la industria textil española. Ariadne había trabajado con ellos y ya conocía al equipo de diseño. La llevaron de visita a la fábrica. «¡Era como estar dentro de una casa de muñecas!», exclama al hablar de este sueño de infancia hecho realidad. Diseñó una primera colección, para este verano 2012. «Fresca y natural, inspirada en los colores de mi tierra», explica. El acento canario de las prendas se traduce en el carácter sexy y relajado de la ropa, en los tejidos naturales, las faldas largas, los vestidos vaporosos y el aire bohemio pero cuidado.
Ahora prepara el lanzamiento de la segunda colección. Para el próximo otoño-invierno ha decidido apostar por un look más urbano, más pegado a las calles de Nueva York. Algo que, reflexiona, quizá no se ve aún tanto en España. Le gusta cuidar los detalles y está inmersa en la búsqueda de localización para las fotos de la campaña. Le gustaría aventurarse por Brooklyn, un barrio que trata de explorar y que le gusta. La sesión de hoy, sin embargo, se desarrolla en el Soho, en las inmediaciones de Lafayette Street. Paciente y educada, Ariadne ha tirado un par de veces de su iPad para consultar con el equipo los últimos detalles. Ahora, peluqueros, maquilladores y estilistas han terminado de preparar a las dos hermanas. Juntas pisan con vertiginosos tacones las sucias aceras, repitiendo con paciencia el paseo ante el fotógrafo y sus asistentes. Los peatones las miran. Ellas se abrazan, caminan con soltura dando grandes zancadas y, claro, sonríen a cámara.
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