Lo que no se ve

Cuando decidimos hacer esta portada con Cailee Spaeny, la película Priscilla, la última de Sofia Coppola que la actriz protagoniza, aún no se había estrenado en el festival de cine de Venecia. No sabíamos que allí merecería una gran ovación. No habíamos leído todavía las críticas, que después serían buenas, o muy buenas. Tampoco había ganado la Copa Volpi en el festival italiano esta actriz casi desconocida nacida en Misuri hace 25 años. Y, sin embargo, no lo dudamos, la queríamos como protagonista de nuestro número de noviembre. No es que Sofia Coppola se suela equivocar en sus afiladísimos castings, pero es que en este caso, además, no lo hubo. Spaeny conoció a Kirsten Dunst, musa y amiga de Coppola, quien después llamó a la directora para decirle que creía que tenía a su Priscilla. Así fue.

En este número entrevistamos también a Xinyi Ye, la actriz de la película Chinas, de Arantxa Echevarría. Una actriz de casting de calle al que llegó por un anuncio en la aplicación WeChat. No quería ir, pero, sin embargo, algo le decía que debía hacerlo. Ahora nos cuenta que este proyecto le cambió la vida y es lo más importante que jamás le ha ocurrido.

Vuelve Cecilia Roth a España a rodar con los Javis La Mesías, la que parece que será la serie del año. No nos falló la intuición cuando pensamos que Paloma Rando le haría una gran entrevista. En ella cuenta que ya no lucha contra el paso del tiempo, porque es una lucha que siempre se pierde.

Vuelve también la modelo Inés Rivero, musa de Galliano, instalada ahora en Madrid donde quiere pasar una vida de disfrute y tranquilidad, pero al mismo tiempo pueden verla en estas páginas rememorando, gracias a la magia de Beatriz Moreno de la Cova y Javier Biosca, sus tiempos de top.

Alicia Silverstone, la encarnación femenina en los vídeos de los noventa de Aerosmith, la mitificación del piercing en el ombligo, la protagonista de Clueless, vuelve al cine con Benicio del Toro. Algo le dijo un día que saliera de la rueda de Hollywood y que se asomara a ella muy de vez en cuando. Eso hace.

Encuentro un elemento común en la intuición de todas estas mujeres que se lanzan a proyectos sin tener el suficiente currículum (ese concepto envenenado) o que deciden largarse en lo más alto para volver cuando algo les llama, aunque no sepan exactamente qué es.

Se llama intuición, sexto sentido, corazonada. A priori parece que tiene algo que ver con la magia o el esoterismo. Señales que confluyen desorganizadas y que de algún modo toman forma de certeza. Parece irracional, pero no lo es en absoluto. La intuición, incluida la profesional, se basa en entender más rápido las conexiones, en recordar sin recordar del todo las experiencias pasadas, lo aprendido, en relacionar como un chispazo, sin darse cuenta, una noticia leída con calma con un meme, con una conversación antigua, con una anécdota extraña, con un sueño recurrente, con un sabor infantil, con la frase de un libro recién leído, con los títulos de crédito de una película pillada a punto de terminar. Es una forma de inteligencia, la que hace reconocer, entre otras cosas, cuando llegar, cuando irse y cuando volver.