_
_
_
_

Una doble de pechos y una tensión insoportable entre los actores: los secretos de rodaje de ‘El lago azul’

La cinta de Randal Kleiser cumple 40 años. Recibida entre críticas despiadadas por los críticos y furor en la taquilla, hoy es un clásico no exento de controversia

Christopher Atkins y Brooke Shields en un fotograma de 'El lago azul' (1980).
Christopher Atkins y Brooke Shields en un fotograma de 'El lago azul' (1980).cordon press

Hace 40 años se estrenaba El lago azul (dirigida por Randal Kleiser, también responsable de la mítica Grease), una estilizada fantasía sobre Emmeline Lestrange y Richard Lestrange, dos niños –primos, para más señas– que, por circunstancias del destino, se ven abandonados a su suerte junto a un cocinero dipsómano en una paradisíaca isla perdida del Pacífico Sur. Una noche complicada de alcohol, Paddy (el cocinero) muere y los dos angelicales muchachos quedan a su suerte. A partir de ahí, se suceden toda una serie de aventuras en las que los rubios y bellos muchachos (encarnados, más que interpretados, por Brooke Shields y Christopher Atkins) hacen toda clase de descubrimientos. Sobre la quizás no tan idílica isla, el sexo, el deseo, la convivencia y demás complicaciones de la vida adulta. La historia, a medio camino entre El señor de las moscas, Los Robinsones suizos, Porky’s, un ensoñador documental del National Geographic y un anuncio sobre cómo pasar una romántica luna de miel, se basa en una novela de 1908 de Henry De Vere Stacpoole (quien, tras una brevísima carrera como médico de barco, utilizó sus conocimientos sobre lugares exóticos para labrarse una exitosa y prolífica carrera como escritor de bestsellers). Novela que ya había tenido un par de adaptaciones al cine. Una en 1923 y otra en 1949, esta última protagonizada por Jean Simmons y Donald Houston, quienes por cierto tenían 20 y 26 años respectivamente, muy lejos de los escandalosos 14 de Shields y 18 de Atkins.

Las críticas fueron despiadadas. “Sentirás que has perdido tu tiempo después de esta desnudez de buen gusto más propia de un anuncio de televisión que de una película” dijo el Time Out. El prestigioso crítico de cine Robert Ebert la despachó con un expeditivo “La película más tonta del año”, no sin añadir que si los dos jóvenes protagonistas hubieran crecido en un entorno civilizado habrían repetido cuarto grado. Gary Arnold en The Washington Post escribió: “El catálogo de unos grandes almacenes es más provocador que El lago Azul”.

Ya en su momento la película fue considerada tan absurda que sin mucha tardanza, en 1982, se rodó una descacharrante parodia (Paradise, de Stuart Gillard) y sirvió para inspirar algunos de los mejores gags de la inolvidable Top Secret (Jim Abrahams, David Zucker, Jerry Zucker, 1984).

Ese año Shields se alzó con el Razzie (el anti-Oscar) a la peor actriz. En la lista de las nominadas, estaba, por cierto, Shelley Duvall por su papel de la sufrida esposa de Nicholson en El Resplandor (también Kubrick, aunque parezca imposible, fue nominado a peor director ese año). Lo más paradójico del caso es que para el papel de Emmeline se rumorea que todo Hollywood estuvo en liza. Desde Jennifer Jason Leigh, a quien su padre le obligó a rechazar el papel, hasta Diane Lane (a quien le preocupaba tanto desnudo y que, por cierto, acabó teniendo un romance con Atkins tiempo después) pasando por Sean Young o Carrie Fisher, quien rechazó el papel por estar a otra cosa (en concreto El imperio contraataca). Curiosa e inexplicablemente, Atkins, compañero de inmersiones de Shields, fue nominado a Globo de Oro en la categoría de Nueva Estrella del año.

Además de Atkins, se salvaron de la escabechina el director de fotografía Néstor Almendros (nominado al Oscar como mejor fotografía); por supuesto, las localizaciones (en Turtle Island, una isla privada de Fiji propiedad de Richard Evanson quien, tras el éxito de la película tuvo la feliz idea de abrir un resort en el hasta entonces salvaje entorno); y, sobre todo, la taquilla. El lago azul, con un presupuesto de 4,5 millones de dólares hizo 58. Con semejante éxito, a Kleiser ya le podían llover las malas críticas.

Las críticas fueron despiadadas: “Sentirás que has perdido tu tiempo después de esta desnudez de buen gusto más propia de un anuncio de televisión que de una película”.
Las críticas fueron despiadadas: “Sentirás que has perdido tu tiempo después de esta desnudez de buen gusto más propia de un anuncio de televisión que de una película”.cordon press

La película se rodó como si fuera la edición perdida y primigenia de algún reality extremo. Dormían en tiendas de campaña, se lavaban con agua salada, la isla no tenía agua, ni electricidad, ni carreteras… “No estábamos en un hotel, estábamos viviendo la película” ha contado después Atkins en una entrevista concedida al portal de noticias de celebrities uInterview. Incluso hubo lugar para un romance guionizado. Kleiser era consciente de la importancia de la química entre los dos protagonistas y decidió que quizás no estaría de más añadir, en la más genuina tradición de la telerrealidad, un poco de pimienta al asunto. Con tal fin, colocó una foto de Shields sobre la litera de Atkins para que este la viera todas las noches. Parece que la burda estratagema funcionó y que los adolescentes vivieron un fugaz idilio alentado, ¡cómo no! por Teri Shields, la madre de la actriz. La revista People del 11 de agosto de 1980 cuenta como Atkins apodó a su compañera de reparto Patches (Parches) por las pecas que el sol le dibujaba en la piel, cómo le enseñó a bucear o cómo bailaban en la improvisada discoteca en una cabaña de paja. Pero el enamoramiento duró bien poco y el coqueteo fue sustituido por furibundas peleas. Atkins contó que Shields, sencillamente se cansó de él y de su manera de tomarse la actuación tan en serio. El ladino Kleiser aprovechó la circunstancia para rodar las escenas más tensas de la película. Y, por supuesto, la historia de amor se quedó, como sucede también en tantos realities, “en la isla”. Porque como muy maliciosamente relataba People en el cierre de su artículo, no era sorprendente ese final teniendo en cuenta que “un hijo cuya madre se preguntaba ‘¿por qué lo eligieron?’ no es suficiente para una hija cuya madre afirma: ‘Brooke va a ser una leyenda”. Y es que mientras Shields ya era casi una veterana, a pesar de sus 14 años, en esto de los rodajes, las portadas de revistas y los anuncios; Atkins, hasta ese momento, no había sentido ‘la llamada’. Aunque había hecho alguna cosilla como modelo, se dedicaba a su trabajo de salvavidas e instructor de navegación cuando fue descubierto por Kleiser quien decidió que, con hacerle la permanente para darle un toque más salvaje, todo arreglado…

Pero esta tensión entre los actores no fue el único escollo que tuvo que sortearse durante el rodaje. A pesar de que en su momento fue considerada una película sin fuste (la tacharon de mojigato artefacto soft-core o de perpetuar de la manera más ridícula posible los roles tradicionales), no estuvo exenta de polémica. El lago azul lo tiene todo: masturbación, desnudos frontales masculinos, sexo, incesto, intentos de suicidio (hay quien sigue intentando dilucidar si las bayas venenosas que toman al final de la película son o no la solución definitiva); pero sobre todo es una película protagonizada por una menor en la que hay frecuentes desnudos. Y aquí el truco es doble. Además de recurrir a rudimentarios métodos como ponerle a Shields sobre los pechos almohadillas sobre las que, a su vez, pegar su larga melena; para las escenas de desnudos se contrató a una doble ¡de 32 años! bastante más curvilínea que Shields. En la ya citada crítica, The Washington Post se mofaría de semejante maniobra diciendo que “resulta pertinente que la mayor parte del lascivo interés que esta película despierta se base en un concepto erróneo”.

Toda esta sospechosa sexualización derivada de la premeditada elección de una inocente Shields continúa resultando aún hoy bastante perturbadora. Muchos críticos vieron y siguen viendo en esta película una sombra de desagradable fetichismo, por lo que podría tener de fantasía sexual madura construida en torno a una menor.

A juzgar por todo lo que precedió El lago azul, parece que la madre de Shields -que no la actriz- fue bastante laxa, por decirlo de algún modo, en cuestiones relacionadas con la imagen de su hija a la hora de vincularse a determinados mensajes. Conocida es su interpretación de una jovencísima prostituta en La pequeña, de Louis Malle, cuando solo contaba 13 años o la polémica por la serie de fotografías de desnudos que le hizo Garry Gross para la la publicación Sugar ‘n’ Spice, perteneciente a Playboy, cuando la actriz tenía s0lo 10 años. En las imágenes, una muy maquillada Shields posa desnuda en una bañera. La imagen resulta tan inquietante que años después, la Tate Modern tuvo que retirar esa misma foto intervenida por el artista Richard Prince en la exposición Pop Life: Art in a Material World.

La polémica polvareda levantada en torno a El lago azul no pareció, sin embargo, arredrar a la madre de Brooke. Al año siguiente, la actriz protagonizaría otro sonado escándalo del mismo corte: un anuncio de vaqueros de Calvin Klein (fotografiado por Richard Avedon) en el que una desafiante Brooke mirando a cámara preguntaba: “¿Quieres saber qué hay entre mis Calvin Klein y yo? Nada”. Tenía 15 años. Las cadenas de televisión CBS y ABC se negaron a emitirlo por considerarlo de todo punto inadecuado.

Brooke Shields posando en la polémica campaña de Calvin Klein en 1980.
Brooke Shields posando en la polémica campaña de Calvin Klein en 1980.gtresonline (©GTRESONLINE)

Hoy, Shields y Atkins se dedican a lo previsible en tantas carreras que, como las suyas, quizás empezaron demasiado pronto (la de ella siendo un bebé: con 11 meses ya estaba embarcada en un anuncio de jabón). Shields aparece esporádicamente en alguna serie o en algún producto televisivo y Atkins, además de tener su propia empresa de deportes, participó hace unos años en, ¡sorpresa!, un reality de la cadena estadounidense VH1 llamado Confessions of a Teen Idol, dedicado -lo han adivinado- a averiguar qué fue de todos aquellos ídolos adolescentes que abarrotaron las carpetas de sus coetáneos.

Hoy Shields aparece esporádicamente en alguna serie o en algún producto televisivo.
Hoy Shields aparece esporádicamente en alguna serie o en algún producto televisivo.cordon press

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_