¿La oxitocina es la clave de la felicidad?
«Cuando en España se pierda el miedo a las hormonas, la oxitocina se podrá utilizar para tratar el estrés», afirma una experta.
Lo llaman dr. Love. La razón: la idea de su reciente ensayo The Moral Molecule: The Source of Love and Prosperity (La molécula moral: fuente del amor y de la prosperidad) es que los niveles de oxitocina, una hormona, dividen a la raza humana en ángeles o demonios. Hay quien piensa que el hecho de manipular estos niveles hormonales podría vaciar los centros penitenciarios. No es tan sencillo. Las investigaciones sobre esta secreción no son nuevas. Su descubrimiento y sintetización en 1955 le valieron a Vincent Du Vigneaud el Nobel de Química. No era para menos. Esta sustancia favorece las contracciones y acelera los partos, algo vital cuando la anestesia epidural no había sido inventada. Pero su aplicación escapa al ámbito ginecológico.
«La oxitocina aumenta la confianza en los demás, fomenta los vínculos afectivos y actúa como una especie de pegamento social capaz de mejorar las relaciones; nos invita a socializar», razona Zak, fundador y director del Centro de Estudios Neuroeconómicos de la Universidad de Claremont en California. A raíz de la publicación de The Moral Molecule han surgido varios interrogantes: ¿Se pueden manipular los niveles de oxitocina? ¿Cuáles son los porcentajes recomendables? ¿Los sociópatas tienen unos niveles más bajos? «Los valores de oxitocina son prácticamente inexistentes cuando no interactuamos con los demás. Mis estudios se han centrado en cómo lograr que aumenten. Todavía no hemos descubierto la dosis ideal, pero sabemos que la oxitocina sube cuando se crean vínculos con otras personas; especialmente con seres queridos», detalla. ¿Y qué la incrementa?: «Recibir un préstamo, un abrazo, una sonrisa, ver perritos o gatitos», responde el investigador. El descubrimiento tendrá una aplicación tecnológica. Zak la está desarrollando para teléfonos inteligentes: «Un plan de 14 días, con ocho abrazos diarios, bailar con amigos, hacer ejercicio en compañía, jugar con la mascotas…».
En España, la Agencia Española del Medicamento solo la ha aprobado para su uso hospitalario, «pero en el resto de Europa la oxitocina se puede comprar en las farmacias», informa la doctora Josefina Vicario, experta en Endocrinología y discípula del doctor Thierry Hertogue. «Cuando aquí se pierda el miedo a los tratamientos hormonales, se podrá utilizar para tratar desórdenes como el estrés, ya que inhibe el cortisol. «Y resulta efectiva en el campo sexual, funciona como una alternativa a la Viagra: hace aparecer el deseo de una manera natural», explica la doctora. La oxitocina actúa a nivel cerebral en el centro del placer. «En los experimentos realizados con ratones se ha constatado cómo se producían erecciones», confirma la sexóloga Carmen Raya.
Basta una búsqueda de esta sustancia en Internet para corroborarlo: hay decenas de webs que la comercializan por unos 70 euros, algunos en formato espray. Zak no tiene constancia de su eficacia en el plano sexual. Para el investigador, es una hormona social; su consigna es «Hugs, no drugs» (abrazos, no drogas, en inglés). Teresa Tejerina, presidenta de la Asociación Española de Farmacología y catedrática de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, es más contundente. «Si su venta no está permitida en España, es porque no se han presentado ni documentación ni estudios que demuestren su eficacia a la Agencia Española del Medicamento y porque no se ha encontrado garantía de utilidad fuera de su uso hospitalario», avisa. Mientras tanto, las ventas online siguen su curso. Uno de los productos más demandados es el cóctel de oxitocina y feromonas; sus clientes son mayoritariamente hombres. «La testosterona inhibe la producción de oxitocina en el cerebro; los niveles de esta hormona en la mujer son más altos», informa Zak. Según los expertos, esa es una de las razones por las que las mujeres suelen ser más cariñosas que los hombres.
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