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John Oliver, el inglés que hace reír a América. Y, acto seguido, morirse de la vergüenza

El cómico brilla con su programa de humor político en la HBO, que se estrena hoy con un maratón en Canal Plus Extra.

john oliver
HBO

Llámenle el síndrome Eva Harrington.  El folklore del teatro está lleno de historias en las que el sustituto acaba suplantando a la estrella y superándola en éxito. Y el último ejemplo de esa narrativa es John Oliver. El cómico británico, que tenía un papel recurrente en la telecomedia Community como desastroso y borrachuzo profesor de Psicología, aceptó en el verano de 2013 presentar The Daily Show mientras su titular, Jon Stewart , se tomaba un descanso para rodar su primera película como director, Rosewater. Oliver, que es guionista y colaborador del programa desde 2006, lo hizo bien. Muy bien. Tanto que a nadie le extrañó cuando, poco después, la HBO le ofreció su propio programa de sátira política.

CANAL+ Xtra estrena hoy el programa de Oliver, Last Week Tonight, que ha cerrado una temporada brillante, con la emisión de un maratón de siete episodios. Si algunos fragmentos suenan familiares es porque en estos meses el equipo del programa ha conseguido viralizar muchos de sus mejores segmentos, y eso que se trata de vídeos de unos 16 minutos, una duración desmesurada para un clip internetero.

Casi se podría decir que han inventado el viral longform, por tomar prestado el término que se utiliza para los artículos de más de 1.800 palabras aproximadamente. Los temas tampoco eran especialmente fáciles. Sí, Oliver ha dedicado descacharrantes minutos a destripar la Nochevieja  ("el Fin de Año es como la muerte de una mascota querida: sabes que va a pasar pero por algún motivo nunca estás preparado para lo horrible que resulta") y el concurso de Miss América (sobre todo su pretensión de ser “el mayor proveedor de becas educativas para mujeres”), pero también ha abordado cuestiones mucho más áridas, como la  polémica en torno a la neutralidad de la red o la llamada “confiscación civil”, el proceso por el cual la policía puede confiscar los bienes de alguien sospechoso de actividad criminal sin necesidad de probarla –"Suena a un eufemismo para decir divorcio inventado por Gwyneth Paltrow pero es todavía peor"– Además, con su acento exageradamente inglés –una década americana no ha contaminado sus ahuecadas vocales– Oliver ha introducido a su audiencia en asuntos de política internacional. Su segmento sobre las elecciones escocesas, que acaba (spoiler) con el presentador bailando con un unicornio y una troupe de gaiteros, es probablemente lo más brillante que ha firmado en su primera temporada y un gran ejemplo de lo que ha conseguido: hacer a la vez información 100% rigurosa y exigente y finísimo humor sin concesiones.

En una entrevista con David Carr, del New York Times, Oliver negó que lo que hacen en su programa sea “periodismo”: “Escribimos bromas sobre las noticias y a veces tenemos que investigar las cosas a fondo para entenderlas, pero es siempre en servicio del chiste. Si haces bromas sobre animales, eso no te convierte en un zoólogo. Es verdad que lo comprobamos todo y tenemos un listón alto pero el término para lo que hacemos es comedia”. Muchos de sus rendidos admiradores de la prensa se apresuraron a llevarle la contraria. “Menuda tontería”, respondía The Daily Beast, citando temas que ha cubierto en su programa, desde la guerra de drones a las elecciones generales en India pasando por el régimen de Bashir al-Assad. Oliver, sin embargo, sigue quitándose importancia y dice que “si hay algún concepto serio, va envuelto en 35 chistes estúpidos”.

Al contrario que The Daily Show y que el recién retirado Colbert Report, que dirigía Stephen Colbert haciéndose pasar por un halcón de derechas, Last Week Tonight no bebe tanto de la parodia de los sensacionalistas canales de noticias estadounidenses como el Fox Channel, sino que ha encontrado su hueco explorando temas que los medios suelen ignorar. A pesar de todo eso, el cómico rechaza que le eleven al cargo de “conciencia cómica de América”. “Esa es demasiada responsabilidad y no pienso aceptarla”, dijo en su entrevista de portada con el Rolling Stone estadounidense, en la que también revelaba que sus tiempos más felices fueron sus inicios en el circuito de comedia, cuando “no te pagaban nada y dormías en hoteles e mierda o simplemente en los trenes y los buses de vuelta a casa. Y aun así no hay nada tan excitante como sentir que te estás volviendo mejor en algo”.  De ahí pasó a montar un espectáculo titulado Political Animal con su colaborador Andy Zaltzman, con el que todavía mantiene el muy exitoso podcast satírico The Bugle, que lleva grabadas más de 280 entregas semanales,  y a colaborar en el programa británico Mock the Week. Sin conocerle de nada, Ricky Gervais lo recomendó a los ojeadores de The Daily Show y ahí empezó su aventura americana. Tras el enorme éxito que ha cosechado en su primera temporada, la HBO le tira los tejos por si se anima a hacer un programa diario, como Stewart, o por lo menos especiales de 60 minutos, en lugar de sus 30 habituales, pero de momento Oliver se resiste.

 

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