_
_
_
_

Jacques de Bascher, el dandi hechicero

Los diseñadores Yves Saint Laurent y Karl Lagerfeld cayeron en las redes de Jacques de Bascher. Un nuevo libro resuelve el misterio sobre el hombre más seductor (y peligroso) del París de los 70.

Jacques de Bascher posando para su hermano Xavier de Bascher
Jacques de Bascher posando para su hermano Xavier de Bascher

Es comparable a un personaje proustiano o a uno de esos ángeles caídos que fascinaban a Visconti. Un aristócrata con maneras de otro siglo y el modus operandi de un depredador sexual. Jacques de Bascher tuvo un veneno particular que todo el mundo se moría por saborear. Fue el hombre más conquistador (y el más peligroso) de un tiempo y lugar, el París de los 70, caracterizados por rasgos que encarnó a la perfección. La amoralidad y el hedonismo, la nocturnidad y la alevosía.

Cayeron en sus redes algunos de los hombres más importantes de su época. Embelesó a Yves Saint Laurent y Karl Lagerfeld, con quienes configuró un triángulo amoroso que introdujo una rivalidad inextinguible en su relación, que era amigable hasta que llegó él. No se sabía mucho más de esta silueta borrosa, sin oficio ni beneficio, que no dejó ningún rastro ni escritos. Ninguna obra, en definitiva, susceptible de ser analizada.

Diane de Beauvau-Craon y Jacques de Bascher en la Ópera de París en 1980.
Diane de Beauvau-Craon y Jacques de Bascher en la Ópera de París en 1980.Philippe Morillon

«En realidad, su obra fue él mismo», explica Marie Ottavi, autora de una nueva biografía recién llegada a las librerías francesas, Jacques de Bascher, dandy de l’ombre (Séguier). Esta periodista del diario Libération se enfrentó al reto imposible de rastrear su vida hablando con todos quienes lo frecuentaron. Quiso dejar atrás «los clichés y las caricaturas», convencida de que detrás del trazo grueso que reflejaban los recientes biopics de Bertrand Bonello y Jalil Lespert –donde De Bascher fue interpretado, respectivamente, por Louis Garrel y Xavier Lafitte– se escondía una persona bastante más compleja. Descubrió a un niño nacido en Saigón en 1951, hijo de un gobernador francés de la antigua colonia asiática. A un joven que hizo su servicio militar con la armada francesa en Tahití, donde ya escandalizó a la tripulación con sus juegos obscenos, antes de reciclarse como perfecto azafato de Air France. Al descendiente de una familia de nobles venidos a menos, definido por una psicología indescifrable. «Un tipo que leía a Huysmans, pero escuchaba música disco; que exhibía formas exquisitas, pero fornicaba en backrooms de clubes asquerosos», explica la autora. «Me fallaron solo dos fuentes: sus padres, ya fallecidos, y Pierre Bergé, que se negó a hablar», comenta Ottavi sobre el legendario compañero de Saint Laurent.

Todos los demás aceptaron. Incluido Karl Lagerfeld, de quien la autora obtuvo sus declaraciones más extensas y esclarecedoras hasta la fecha. «Lo quería infinitamente, pero no tenía ningún contacto físico con él», matiza Lagerfeld en las páginas del libro sobre el hombre con quien compartió 18 años de su vida. Lo conoció en Nuage, un club del circuito homosexual de Saint-Germain. «Era el diablo con la cara de Garbo. Era la persona que más me divertía. Era lo opuesto a mí. Imposible, odioso. Era perfecto», recuerda el modisto. Su cóctel diario de drogas, alcohol y sexo compulsivo no se ajustaba al modo de vida de Lagerfeld, bastante más razonable. «Me gustaba que él viviera las cosas por mí», afirma en el libro. Cuando Ottavi le preguntó qué le atrajo de De Bascher, el modisto respondió: «La diferencia». También su falta de ambición, tan inhabitual en su entorno.

A Saint Laurent lo conoció una noche de finales de 1973. Fue en Le Sept, una boîte de la rive droite, que contaba con Pierre Cardin, Michel Foucault o David Hockney entre su clientela. Venerado como un semidiós tras revolucionar la moda parisiense, el diseñador se encontraba a la deriva. Su relación con Bergé tocaba fondo, así que con De Bascher vivió una fogosa historia de amor que duró tres años. Hasta que Bergé decidió intervenir, alarmado por su demoledora influencia sobre el modisto. Nadie sabe qué le dijo, pero se alejó para siempre de Saint Laurent. Pierre nunca le perdonó que se dejara embobar por «un seductor afeminado de opereta», como lo calificó en una biografía publicada en 2010.

Jacques de Bascher junto a Loulou de La Falaise, 1980
Jacques de Bascher junto a Loulou de La Falaise, 1980Philippe Morillon

El potencial de seducción de De Bascher residía en el hecho de no sentirse impresionado por sus presas. «No tenía miedo de nada. Los diseñadores contaban con una corte a su alrededor que les adulaba. Él, en cambio, les hablaba con franqueza, humor y perversidad. Sexualmente no tenía límites, incluso en una época tan liberada», opina Ottavi. De Bascher murió en 1989, enfermo de sida, a los 38. Hace unos años, cuando Lagerfeld descubrió que se preparaba un biopic sobre Saint Laurent, manifestó: «No sé a quién encontrarán para interpretar a De Bascher. Ya no queda gente como él». Instada a encontrar un equivalente de este personaje en nuestra época, la autora también duda. «Alguno habrá en Instagram…», termina por responder. Recuerda entonces una vieja fotografía de finales de los 70, capturada en una fiesta sadomasoquista, en la que se distingue a De Bascher vistiendo una camiseta que lleva su nombre. «Es una imagen donde resuenan fenómenos actuales», afirma Ottavi, en referencia a esos it boys e it girls sin otra cosa que ofertar que su autorrepresentación en las redes sociales. También en eso De Bascher se les adelantó varias décadas.

En Les Bains Douches, 1978
En Les Bains Douches, 1978Philippe Morillon

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_