Guía práctica para montar tu propio cine de verano en casa
Con muy poco trabajo y dinero puedes convertir cualquier espacio de tu hogar en una sala perfectamente acondicionada para disfrutar de tus películas favoritas al aire libre.
Es una epidemia. Una plaga tan multitudinaria como tradicional que aparece cuando las temperaturas se incrementan. Niños y mayores, parejas primerizas y familias con hijos, solteros y divorciados; nadie escapa de esta atracción estival que se repite en todas las ciudades, pueblos, barrios o comunidades de vecinos de España. Con maneras vampíricas, cuando el sol se pone tiene lugar esta procesión guiada por las neveras de cerveza fría y el olor a palomitas. Ay, los cines de verano… Un oasis que alivia el calor en las noches en las que no echan nada en la tele, no hay plan mejor que disfrutar de una buena película al aire libre. Bueno, disfrutar de la película si ese niño deja de llorar, el tipo de delante decide sentarse de una vez y tú terminas por encontrar sitio después de haber hecho cola media hora por un perrito caliente. ¿Acabará la película a tiempo para coger el bus de vuelta a casa? Por muy refrescantes que sean estas salas improvisadas también pueden convertirse en todo un infierno. Por eso, y para disfrutar del mágico maridaje de cine y verano como es debido, te damos las claves para poder montarte el tuyo propio y así librarte de cualquier incordio. Porque es mucho más fácil y económico de lo que piensas, esta es nuestra guía para convertir tu casa en todo un Cinema Paradiso con el aforo completo.
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La proyección
Sí, vale que durante décadas en tu casa del pueblo se ha sacado la tele al jardín/patio tirando de alargadera y punto. Pero aunque eso estuviera bien para ver los revolcones de las vaquillas del Grand Prix, vamos a intentar emular en la medida de lo posible una experiencia cinematográfica. Así que lo sentimos, pero televisiones, ordenadores y demás pantallas menores de 60-70 pulgadas no nos sirven. Los proyectores son una alternativa que están proliferando en los hogares españoles debido a la aparición de equipos con precios asequibles y con buena calidad de imagen. El rango comienza en poco más de 100 euros en Amazon hasta los miles de euros que puede costar un equipo profesional. Si buscamos un aparato potente y tenemos presupuesto, la compañía Optoma es un referente en este sector y equipos como el HD26 ofrecen una experiencia cercana a la de una sala comercial. Otra opción interesante por su portabilidad y precio (a partir de 300 euros) es el LG PH300, con batería de hasta 2 horas y media que te permite colocarlo donde quieras sin tener que preocuparte de contar con una toma de corriente cercana.
En cuanto a la pantalla, la opción más económica si solo vamos a darle un uso esporádico y estival es una simple sábana (cuanto más blanca mejor). Podemos disponerla agarrada con pinzas en los extremos (muy bien estirada) o enmarcada en un panel. La calidad de imagen no va a ser tan buena como en las pantallas de tela especializadas, pero es más que digna. También podemos tirar de espíritu bricomaníaco y usar la pared de la fachada que dé al espacio de visionado. Si es de un color oscuro, con unos brochazos de pintura blanca será más que suficiente para la proyección. Si prefieres innovar, la alternativa más novedosa y veraniega son las pantallas hinchables presentes en muchos hogares estadounidenses que incluso puedes colocar dentro de la piscina. En caso de que el plan sea acuático no lo dudes, la película perfecta es un clásico: Tiburón. Tus amigos no olvidarán la velada en mucho tiempo.
El sonido
El método más simple es usar los altavoces que la mayoría de proyectores con un mínimo de calidad llevan integrados. No disfrutarás de un sonido Dolby Surround 5.1 pero si el aforo se reduce a tres o cuatro personas es suficiente para disfrutar de la película sin tener que pasar por caja o cablear el jardín. Si quieres una mejor experiencia, puedes conectar la salida de audio del proyector al equipo de sonido habitual o tirar de los altavoces del ordenador y repartirlos a lo largo de la zona de visionado. Otra opción para evitar los malditos cables es el altavoz Marshall Killburn, icónico gracias a su rejilla y logo vintage, y que cuenta con tecnología Bluetooth y hasta 25 horas de batería.
El espacio
Cualquier lugar en el que quepa una sábana tendida y dos butacas puede convertirse en un cine de verano improvisado. Jardines, patios, campos, tejados, piscinas (con una buena colchoneta difícilmente se puede superar)… Más allá de que cada uno haga el despliegue que deseé decorándolo con cojines, mantas, faroles y hasta máquina de palomitas, lo más importante es la comodidad. Porque por muy atractivo que sea ver una peli tumbado en el jardín, aguantar con la espalda o el cuello mal posicionados un par de horas puede provocarnos alguna agujeta o lesión futura. Pero si te lo quieres currar de verdad, Pinterest aloja una buena dosis de inspiración.
En cuanto a los aperitivos, lo mejor es aplicar el sentido común: es preferible servir aquellos que no manchen demasiado las manos y disponerlos en bandejas que os podáis pasar sin tener que levantaros a cada rato, evitando molestar así a quienes se sientan detrás. Una vez más, si te apetece hacer algo muy especial, los menús temáticos siempre sorprenderán a tus invitados. Por ejemplo, ¿quién podría negarse a unas hamburguesas (Big Kahuna) viendo Pulp Fiction? ¿O un surtido de bombones viendo por enésima vez Forrest Gump? Si por otro lado, decides programar El silencio de los corderos, mejor pide a tus invitados que vengan cenados de casa. No queremos indigestiones.
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Exhibición y programación
Claro, un proyector necesita algo que proyectar. Lo más sencillo es sacar de casa el DVD o Blu-ray y conectarlo al equipo. Pero hay maneras más eficientes de ahorrarnos mudanzas e instalaciones. Por ejemplo, conectar un cable HDMI a tu portátil y reproducir el contenido que quieras de tu biblioteca o cuenta de Yomvi, Netlix, etc. Si la zona en la que vas a proyectar la película cuenta con conexión wifi puedes ahorrarte también el ordenador gracias a dispositivos como el Apple TV o el Chromecast de Google, un USB con el que reproduces el contenido desde la nube en streaming. Si prefieres disfrutar de una película alojada en smartphone o tablet y no tienes internet, con un simple adaptador HDMI puedes conectarlo a tu proyector.
Y ahora, una vez que tengamos el equipo preparado y listo para reproducir, solo queda elegir la película. Esto ya depende del gusto del comensal y de la compañía; pero es verano y esta época del año es casi un género cinematográfico en sí mismo. Desde películas infantiles (Buscando a Nemo), musicales inolvidables (Grease, West Side Story), comedias clásicas (La tentación vive arriba) o más contemporáneas (Pequeña Miss Sunshine), las románticas que recopilamos en este artículo, hasta la ya mencionada Tiburón, son éxitos asegurados. El último consejo: si te arrancas a cantar Grease recuerda que los vecinos siguen ahí, justo al lado y que mañana los vas a ver de nuevo. De nada.
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