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Grupos de consumo ecológico: cómo formar parte de uno y cambiar tu modo de alimentarte

Quienes pertenecen a uno dicen que engancha. Salud, calidad y filosofía slowlife, entre los principales atractivos de esta forma de comprar.

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Corbis

En la era del Black Friday, del Cyber Monday, del día sin IVA, de las ventas online y de no sé cuántas cosas más hay una tendencia mucho más tranquila que cada vez va ganando más adeptos: entrar a formar parte de un grupo de consumo ecológico y hacer la compra allí. La idea es sencilla: comprar de una forma más responsable y más consciente, garantizando alta calidad y beneficiando al entorno. ¿Por qué comprar productos plastificados, hechos de manera dudosa y sin saber realmente de dónde vienen, pudiendo comprar directamente a productores de proximidad, con una calidad garantizada y un impacto ecológico menor? Aida Rodríguez, integrante del grupo de consumo del Centro Social Seco, en Madrid, lleva unos 5 años en el grupo: “Al principio se entra porque es más sano, porque todo está más rico… pero luego continuas porque generas un vínculo con el productor, le conoces, tienes la oportunidad de saber cómo trabaja y te pones en situación de dignificar lo que hace y reconocerte en su trabajo”. La organización es entre todos: se reparte quincenalmente, y el grupo se distribuye todas las gestiones derivadas de la coordinación de proveedores para llegar a ese reparto. “Da trabajo, requiere compromiso, eso es algo que hay que avisar a todo el que esté pensando en unirse a un grupo de este tipo. Pero merece la pena”.

En este grupo de consumo de Madrid se puede comprar de todo, literalmente. “El 90% de tu compra la puedes hacer así. Yo lo único que bajo a comprar al súper es el papel higiénico. Poco más”, asegura Aida Rodríguez. Priorizan productores o distribuidores cuanto más pequeños y de más cerca, mejor. La fruta y verdura frescas, por ejemplo, vienen de proximidad, de Aranjuez, en cesta cerrada por temporada. Si hay algo que falte o que se tenga especial interés en traer se busca más lejos, pero con menos frecuencia. Así las conservas tipo garbanzos o acelgas se las piden a Gumendi, un distribuidor de Navarra. Hay lácteos de vaca y de oveja, carne, huevos, pollo, mermeladas, productos de la Vera, café, azúcar, pan, hasta una marca de turrones de Jijona a quienes conocieron en la feria Biocultura… E incluso productos cosméticos: champú, pasta de dientes, crema de manos, desodorante…

El precio

Pues al contrario de lo que se pueda pensar comprar así no resulta caro. La cesta media para 2 personas rondará los 80-120 euros mensuales. “Eso sí, tienes que acostumbrarte comer distinto, de temporada. Es cierto que es más caro que lo más barato del supermercado, pero sería injusto realizar esta comparación ya que la calidad no es la misma”. Por supuesto, depende del consumo de cada uno, pero normalmente hasta sobran cosas. “Aprendes a embotar pisto, que es algo que viene muy bien, y a hacer conservas: son cosas que han estado toda la vida ahí y que si no fuera por esta forma de comprar nunca hubiera empezado a hacer”, dice Rodríguez. Pero, ¿qué tipo de de gente se incorpora a estos grupos autogestionados? Heterogéneo, de todo tipo de edades de los 25 a los 70 años, y toda clase de hogares posibles: monoparentales, parejas, familias con hijos… A nivel económico, desde personas que viven más en precario, mileuristas, a gente más acomodada. En el caso del grupo de Seco, en total entre unas 35 y 40 personas, divididas en varias unidades.

¿Cómo apuntarse?

Estos grupos suelen tener lista de espera. Sucede porque deben tener un número máximo de integrantes para poder ser manejables y coordinarse internamente. El tope suele estar entre las 10 y las 17 unidades para que todo fluya. Cada unidad tiene una serie de responsabilidades y realizará las gestiones que le toque: contactar con el productor, mantener la hoja de excel, coordinar los grupos de reparto, recibir el pedido en el día y lugar acordados, otros efectuarán el reparto de los packs… Un engranaje que no admite mucha más gente.

Dicen que engancha. Es otra manera de comprar, de emplear tiempo en ello, de ser conscientes.
Dicen que engancha. Es otra manera de comprar, de emplear tiempo en ello, de ser conscientes.Corbis

Una década de autoconsumo

Fue a mediadios de los dosmiles que empezó a enraizarse en España esta forma de autogestión para el abastecimiento de bienes de primera necesidad diarios. Y prácticamente desde el principio estuvo ahí Ecosecha Gneis, que se autodenomina “una cooperativa mixta de soci@s trabajador@s y soci@s consumidor@s con más de 10 años de trayectoria.” Es una de las pioneras en Madrid. Actualmente está integrada por 6 personas en el equipo de trabajo. Tienen su propia huerta ecológica y certificada en el parque agroecológico de Rivas (8,5 has). Además completan su propia producción con fruta, hortalizas y alimentos de despensa ecológica de otros productores con los que colaboran. Alina Noé, trabajadora en Ecosecha, nos cuenta cómo surgio: “A partir de la motivación de un grupo de personas activistas en el movimiento ecologista surgió la creación de la cooperativa Gneis, cuya labor inicial era la realización de formación y consultoría ambiental. Ecosecha se constituye como área productiva del proyecto cooperativo hace 10 años. Además Ecosecha coordina el Banco de Intercambio de Semillas de Matadero Madrid.”

Comprarles frutas y verduras, aseguran, beneficia a las personas y al medio ambiente: “Es apoyar una iniciativa agroecológica y pionera de ámbito local. Madrid es una región que dispone poca superficie de cultivo ecológico. Por lo tanto, apoyar este proyecto supone fortalecer el sector, con la importancia de hacer llegar alimentos sanos a las personas y de contribuir al desarrollo de prácticas agroambientales sostenibles. Además al ser cooperativa, también se contribuye a garantizar unas condiciones laborales dignas al trabajador”.

Para distribuir lo que producen tienen diferentes formatos de reparto a consumidores directos: está la opción de asociarse a una cesta semanal o quincenal que llevan a diferentes puntos de distribución en Madrid, o también se puede constituir un grupo de autoconsumo. En su blog se recoge gran parte de la información, demás de que se les puede escribir o llamar para preguntar cualquier duda, información o para solicitarles ayuda para constituir grupos de consumo.
Pablo Alrmarcha es un ingeniero forestal que ha formado parte de varios grupos de consumo ya. No cree en la producción ecológica ya que asegura que “si todas las personas quisieran comprar de esta manera no habría capacidad de producción, y para eso, al fin y al cabo, tuvo lugar la revolución agraria”. Sin embargo, en la práctica compra así porque lo ve como la única forma de garantizar el comercio de proximidad. Que el productor salga adelante y contribuir al desarrollo de las variedades locales. “De la misma forma que no piso un McDonalds, prefiero ayudar al pequeño comercio, contribuir a dar viabilidad a productores que de otro modo no la tendrían”. Y con ventajas añadidas: “Al ser una producción más cuidada y una escala más local se nota diferencia de sabor y de calidad. Quiero manzanas de verdad, no esas esferas rojas perfectas brillantes todas clónicas que vemos en el supermercado”, añade este ingeniero.

Dicen que engancha. Es otra manera de comprar, de emplear tiempo en ello, de ser conscientes, de compartir momentos con otras personas, de crear comunidad cercana. ¿No era esto la filosofía slow? Y además se aprende. “Cuando te dicen que el yogur esta vez viene más denso porque ahora están en el destete piensas: cuántas cosas tengo que aprender en esta vida todavía… Es, además de todo, un aprendizaje, otra forma de humanizar una parte muy necesaria de nuestra vida”, termina Aida Rodriguez, integrante del grupo de Seco.

En Estados Unidos también hay colectivos que se organizan para cultivar y autoconsumir sus propias cosechas.
En Estados Unidos también hay colectivos que se organizan para cultivar y autoconsumir sus propias cosechas.Corbis

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