Furor por la astrología: cómo la ansiedad por el futuro enganchó a los millenials al horóscopo
La astros viven una época dorada, con grandes inversiones de dinero en apps con millones de seguidores cada vez más jóvenes. Hablamos con algunos de los autores de los horóscopos más éxitosos de internet para saber a qué se debe este furor.
Objeciones a la astrología es un manifiesto redactado en 1975 y firmado por 200 científicos de todo el mundo, 19 de ellos ganadores de un premio Nobel. Su propio título ya indica cuál es su objetivo, pero pese al peso de las firmas que lo respaldan no tuvo demasiada repercusión fuera del círculo científico. Tampoco la versión española que en 1990 los astrofísicos Miguel Ángel Sabadell y Javier Armentia difundieron en un intento por volver a reclamar la atención sobre el tema. Para su desazón, los medios siguieron incluyendo las predicciones del horóscopo en sus espacios y las redes sociales contribuyeron más aún a su afianzamiento en la cultura pop.
Un buen ejemplo de su buena salud es el de la aplicación Co-Star, que recibió hace unos meses una inversión de cinco millones de dólares por parte de varias firmas de capital de riesgo estadounidenses. Con ella, los usuarios pueden consultar sus cartas astrales, seguir a tiempo real el movimiento de los planetas y compartir contenidos sobre astrología con sus amigos. Tiene tres millones de descargas y su perfil de Instagram más de 400.000 seguidores.
El inversor David Birnbaum estima que el sector de “servicios místicos” tiene un potencial comercial de 2,1 mil millones de dólares. Si en la época de la web 1.0 él no se atrevió a dar el paso, ahora ha puesto dinero en Sanctuary, otra app dedicada al horóscopo, a través de su incubadora Five Four Ventures. Es el mercado, amigo, y la astrología vive un gran momento en términos financieros.
Astrología moderna
Aunque haya un pico de interés, para Andrea Gumes, la escritora del horóscopo en Vice España, no es una cuestión de que haya más creyentes, sino de que ahora llega a la gente de manera más sencilla: “Antes leías cosas como ‘tu cuarto planeta regente en el cuarto superior te traerá bondad de forma escalonada entre la luna nueva y la luna llena’. Leías eso y decías ¿pero me irá bien en el trabajo o qué? Ahora el mensaje es más cercano”.
También apunta a otro cambio, el estético. La astrología se percibe de otra manera, especialmente por parte del público joven: “Ya no se trata de Sandro Rey detrás de una mesa con mantel de terciopelo. Ahora es ir con las amigas al tarot, joyas que dicen ‘soy tauro’ o memes llenando internet. Es puro capitalismo absorbiendo una creencia que tenía mucho potencial”.
Twitter es una de las redes en las que las predicciones zodiacales desatan pasiones. Una de las cuentas más exitosas es la de Horóscopo Negro, abierta en 2012 y que actualmente tiene más de tres millones de seguidores. Coinciden con Gumes en que el cambio de códigos comunicativos ha sido clave. “Fuimos ganando seguidores porque hablamos de los signos desde un lenguaje millennial, precisamente porque ya somos de otra generación. La astrología no pasó nunca de moda, lo que pasó de moda fue la forma en la que se explicaba antes”.
#TAURO puede detectar una sonrisa falsa a un kilómetro de distancia
— ▲Horóscopo Negro▲ (@horoscoponegro) September 8, 2019
Si alguien ha sabido adaptarse a los tiempos que corren y entender qué quieren los jóvenes es Esperanza Gracia, una de las astrologas más conocidas de España. Lleva más de tres décadas dando sus predicciones en los medios generalistas y ahora también se ha convertido en todo un referente en la misma red social. Pasó de tener 170.000 seguidores en 2014 a 250.200 en la actualidad y algunas de sus respuestas a las preguntas de sus followers se convierten en virales. Como ella misma dice: “Ahora mismo lo que más me fascina, porque tienen otro rollito, son los millennials. Me he tenido que aprender hasta su lenguaje para poder llegar a ellos. Y súper bien. Yo estoy muy contenta, soy una privilegiada”.
En Instagram también triunfa el horóscopo, cómo no. La autora e ilustradora portorriqueña Mariela Pabón es la responsable de la cuenta Check-In Mela, que actualmente tiene 712.000 seguidores. Empezó publicando sus trabajos pero después del huracán María, que asoló su país en 2017, creó la figura de la astróloga Madame Mela y su éxito se disparó. Aclara que la astróloga no es ella, sino su personaje.
“Busca conectar y dejarle saber a quien la lee que al final todo va a estar bien y todo pasa. Más que una astróloga quiero que sea tu amiga”. No sabe muy bien por qué se hizo tan popular, pero sus predicciones consiguen miles de ‘me gusta’ y cientos de comentarios. “La verdad es que no sé decir específicamente qué pasó, pero puedo decir que todo lo que publico es basado en personas que quiero mucho y que tengo muy cerca, así que vienen desde un lugar bien íntimo y personal”. El año que viene se pondrá a la venta su libro sobre astrología.
Los usuarios comparten las publicaciones correspondientes a su signo en sus propios perfiles, al igual que lo hacen con memes relativos a su horóscopo o sobre Mercurio Retrógrado (el villano más malvado de todo el sistema planetario). Lo que antes se hacía casi en secreto, ahora se ha convertido en una especie de tarjeta de presentación e incluso de justificación. “Típico de géminis”, “Tauro tenía que ser” o “Suspendí, ha sido culpa de Mercurio Retrógrado” son frases que ahora se sueltan sin pudor, pero que hace años se hubiesen quedado en el pensamiento íntimo.
“Mucha gente lo leía pero casi nadie reconocía que lo hacía (daba un poco de vergüenza decir que leías tu horóscopo). Ahora ya da igual, de hecho mola. Es guay decir qué signo eres. Te echas unas risas cuando ves que tus amigos te etiquetan en una publicación de tu horóscopo semanal pero te la lees de arriba a abajo porque sabes que hay gran parte de razón en ella. E incluso hay filtros en Instagram”, afirman desde Horóscopo Negro.
Está hablando de mí
Una de esas millennials interesadas en la influencia de los astros en el día a día es Eva Sánchez, diseñadora de 29 años. No considera el horóscopo como una herramienta para ver el futuro sino que la ayuda a aclarar sus pensamientos sobre ciertas cosas. “Lo que se llaman consejos de horóscopo. Cuando estás escuchando a tu amigo y le das buenos consejos pero son tan genéricos que aplican a todos los problemas del mundo, lo que no quiere decir que sean menos ciertos. Así la persona que los recibe los adapta a sí misma”. Aunque también matiza que “si tengo un crush voy a intentar adivinar su signo y luego leer también su horóscopo, por supuesto”.
Según Fernando Aguileta de la Garza, experto en comunicación y branding de 37 años, esta capacidad de asimilación de generalidades se da porque “la astrología no deja de ser una disciplina que combina muchos elementos materiales y abstractos, símbolos, leyendas, mitos y, sobre todo, significantes compartidos. Utiliza arquetipos universales y relatos interpretativos, sistemas simbólicos y cualquier persona puede sentirse identificada. Nada mejor que los arquetipos para conectar. Hasta Vetements hizo un drop de camisetas astro”. Lo que viene a ser el famoso ‘Efecto Forer’.
El componente de entretenimiento que hace atractivo al horóscopo es más que evidente, pero su continuidad se sustenta en la creencia. De hecho, más de 40 años después de aquel grito de la ciencia contra la astrología, hay psicólogos aprendiendo sobre movimientos planetarios, tarot o chamanismo para comunicarse mejor con sus pacientes.
Para Mariela Pabón, la respuesta está en la necesidad de aferrarse a algo que tranquilice. “Creo que todo esto pasa porque a muchos el futuro nos da una ansiedad terrible. Estamos viviendo mundialmente un panorama crítico y complicado. Naturalmente vamos a ir a esos espacios donde haya un mínimo de esperanza y optimismo. Son espacios necesarios”.
Antes, las personas con predisposición a ‘creer’ se abrazaban a la religión, pero el poder de atracción de los dioses (sean cuales sean) ha disminuido notablemente. Según un estudio de 2017 llevado a cabo por el Centro de Investigaciones Pew, actualmente en Estados Unidos el 35% de los millennials adultos (estadounidenses nacidos entre 1981 y 1996) no tienen afiliación religiosa. Gran parte de ellos ha dirigido su fé hacia los astros y el esoterismo.
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