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Nerea Pérez de las Heras: “Encuentro un ego aplastante en hombres mediocres”

La periodista y activista dinamita el machismo con ironía en su libro ‘Feminismo para torpes’.

Puedes leer uno de los capítulos de Feminismo para torpes en este enlace.

Desde siempre, cuando algo le fascina, la periodista y humorista Nerea Pérez de las Heras reconoce que se pone ‘intensa’. «Me gusta evangelizar. Lo hago todo el rato: te meto la chapa», explica. Sobre todo si ese algo le parece tan útil para la humanidad como el feminismo. Por eso, tras formarse y pertenecer a un colectivo feminista, comenzó a tratar de explicar conceptos como el patriarcado a quienes encontraba. Pronto vio que no era sencillo. «Me costaba poner ejemplos claros para que me entendieran –cuenta–. Mis amigas me sugirieron que hiciera una parodia de una clase», recuerda. Así nació, en 2016, Feminismo para torpes, una especie de tutorial feminista en directo que genera sarpullido del bueno, el mental. Una obra que va mutando y regenerándose con la actualidad en el madrileño Teatro del Barrio, en miércoles alternos. Hoy, Nerea Pérez de las Heras ha convertido esa «conferencia performativa» en un ensayo que te hace reír, indignarte y reflexionar a partes iguales.

Feminismo para torpes (Martínez Roca) también es un libro a prueba de haters, porque Pérez de las Heras asegura que el peor lo lleva dentro: ella. La autora explica que sintió una profunda inseguridad al escribirlo porque, se diagnostica, sufría el síndrome de la Impostora, una desconfianza hacia ti misma que mina la autoestima de las mujeres debido a unas exigencias altísimas. «Aunque aún no se ha sabido identificar qué lo provoca, lo veo en amigas y en mujeres alucinantes a las que he entrevistado. En cambio, encuentro un ego aplastante en hombres mediocres», comenta, «habría que plantearse de dónde viene esa seguridad masculina que les hace tener una autoestima de serie. Ir sin camiseta pese a la barriga, calvas bien, todo bien…».

Nerea Pérez de las Heras haciendo ‘Feminismo para torpes’ en el teatro.
Nerea Pérez de las Heras haciendo ‘Feminismo para torpes’ en el teatro.Álvaro González

Para neutralizarlo, considera que la mujer debe enfocarse en lo esencial. «¿Podemos dejar de hablar ya de si eres maravillosa o no según tu talla y empezar a hablar de cosas como la calidad moral e intelectual o la precariedad laboral? Damos demasiado valor a las mujeres como cuerpos», afirma. Defensora a ultranza de la libertad de expresión, la periodista utiliza en su libro el humor, pero apunta que cada quien verá cuál quiere que sea su aportación al mundo: «Si quieres herir más a las personas que ya están heridas, estás en tu derecho, pero luego no te quejes de la libertad de reacción». Ella sabe de lo que habla. Aunque no lee los comentarios a los vídeos feministas que publica en la web de EL PAÍS, le consta que la ponen verde. «Normal, no les gusta porque les estoy moviendo el chiringuito machista y la silla. A los que sufren linchamientos virtuales siempre les digo, no pasa nada. Se llama feedback».

Feminismo para torpes es un divertido y racional alegato que resulta demoledor. En él escribe que «hay muy poca gente explícitamente machista o antifeminista, pero muchísima que tiene objeciones al feminismo». Por eso dedica páginas a desmontar estereotipos. Los que más arraigados y perjudiciales le parecen son «los disfrazados de halagos, que las niñas son más astutas y los niños más nobles, que tenemos un don especial para cuidar gratis, esa mierda infantilizadora de que somos lo más bonito de la creación. O que somos unas cabronas entre nosotras», enumera la periodista que mira a la actualidad preocupada por el daño que la ultraderecha causa a igualdad. «Ni un paso atrás. Tenemos que correr hacia delante en estampida como una manada de ñus. Ya lo hemos hecho, la caravana de la libertad hizo dimitir a un ministro de Justicia cuando quiso tocar la ley del aborto. Estamos muy despiertas y preparadas. No hablamos de ideología política, sino de derechos humanos, tenemos muertas sobre la mesa y la ultraderecha nos viene a hablar de denuncias falsas, creencias y supersticiones que no se pueden comprobar». Por eso, el 8 de marzo estará en las calles, con todas. «La sororidad es clave. Que marquemos agenda, no que nos la marquen. Antes las feministas estábamos hablando de acoso sexual sistemático, precariedad laboral, capitalismo… Vox nos ha hecho volver a parvulitos a explicar que no hay denuncias falsas y que un bofetón de un señor a su mujer es un tipo de violencia específica porque tiene que ver con el sistema patriarcal. Me da mucha rabia perder energía desmintiendo mentiras, tenemos mucho trabajo que hacer».

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