La rebelión de las famosas: «¿Es que una no puede comerse un filete?»
Ni gordas ni embarazadas. Halle Berry y Rihanna lideran una nueva oleada de actrices y artistas enfrentándose a la prensa por juzgarlas por su apariencia.
Cuando Halle Berry se subió al escenario el pasado sábado en el Cryhasalis Butterfly Ball para entregar un premio honorífico al presidente de producción de Universal, Peter Cramer, bromeó con su salario para poder trabajar con su estudio: «Ahora soy barata. Tengo mi propio tráiler. Yo misma me peino y me maquillo. ¡Estoy libre!», dijo, entre risas. La intérprete, que estrenará este año Kingsman: el círculo de oro y Kings (sobre el juicio de Rodney King y las tensiones raciales de 1992), no imaginaba mientras hacía estas bromas el alud de titulares que le esperaba en Internet sobre su presencia en la gala. La culpa la tenían las manos que colocó sobre su barriga en el posado previo a la fiesta.
¿Una celeb posando con las manos sobre la barriga? ¡Embarazo seguro! Como Beyoncé cuando anunció el suyo en los VMA de 201! o como muchos ven en la foto de Instagram de Cristiano y su novia. Eso es lo que debieron pensar en las rotativas de medio planeta, a tenor del millón y medio de resultados que aparecen al teclear, en inglés, «Halle Berry está embarazada». Tanto Berry como su representante han salido a la palestra a rechazar los rumores de embarazo. La actriz ha subido una foto a su instragram con la frase «¿es que una chica no se puede comer un filete con patatas?», para aclarar que no hay avistamiento de bebés.
Berry no es la única que en pocas semanas ha querido contestar sin reparo a una de las obsesiones de la prensa: escudriñar el cambio morfólogico de las famosas. Si antes el silencio imperaba cada vez que una celebrity pasaba por el fat shaming (avergonzar a alguien por su peso) de rigor en los tabloides, ahora ellas han decidido tomar las riendas del discurso, apropiándose de la narrativa y convirtiendo sus respuestas en los titulares sobre la supuesta polémica. Como a Berry, a Úrsula Corberó también le endosaron un bombo sin ella pretenderlo. Pero, como la ganadora del Oscar, la española recurrió al sentido del humor y decidió dar una reprimenda a la publicación en cuestión. «Sí, estaba embarazada. De una hamburguesa gourmet y unas patatas fritas con mayonesa. Pero ya parí y el postparto ha ido de maravilla. Gracias», contó en su Instagram Stories con portada de la revista en cuestión.
Rihanna, posiblemente cansada de la barbaridad de artículos que se han publicado sobre su aparente y reciente cambio de peso, también ha tirado de sus redes sociales para para denunciar con ironía este escrutinio al peso de las famosas. A la de Barbados solo le ha bastado subir un meme para callar bocas: «Si no puedes lidiar conmigo en mi Gucci Mane de 2007, no mereces mi Gucci Mane de 2017», defendía, con dos fotos del cantante y sus cambios drásticos de peso a lo largo de su carrera artística.
La gordofobia sigue patente en las publicaciones una década después de que la modelo Tyra Banks se plantase en un plató con el mismo bañador con el que la prensa amarilla la llamó «gorda» y entonara aquel «gracias a Dios soy lo suficientemente segura y mi madre que me ha ayudado a superar este tipo de ataques, pero si tuviera una baja autoestima, estaría en estos momentos muriéndome de hambre».
Lena Dunham, que ha perdido peso debido a la dieta y ejercicio aconsejada para tratar su operación de endometriosis, ha salido a hacer lo propio, pero al revés. Es decir, ha sermoneado a las revistas y webs que han aplaudido su drástico cambio de apariencia, felicitándola por «motivarse» a hacerlo. «No siento que sea un cumplido, porque no es un logro», explicó en su cuenta de Instagram. La directora y creadora de Girls, que recientemente fue hospitalizada por su trastorno, ha tirado de ironía y ha replicado a todas estas publicaciones con sus 20 consejos para estar delgada. Entre ellos: «Trastorno de ansiedad», «darse cuenta de que los medios progresistas también quieren clicks a toda costa» o «um, ¿a quién coño le importa?». Una respuesta que seguía la línea de otra que ya expresó semanas antes contra la web del popular Perez Hilton, que le dio la enhorabuena «por intentar» estar más delgada : «Creo que he dejado claro durante todos estos años que no me importa lo más mínimo lo que la gente piensa de mi cuerpo. He pisado alfombras rojas siendo una talla 46. He rodado escenas de sexo días después de operarme, llena de cicatrices. He aceptado que mi cuerpo es un organismo que cambia, no una entidad fija, todo lo que sube baja y viceversa«, aclaró.
Quien tampoco quiso cortarse fue Jennifer Aniston, que en su carta viral contra la presión de quedarse embarazada que le han producido los tabloides en los últimos años, lanzó uno de los dardos más certeros contra esta práctica periodística: «¿Está embarazada? ¿Está comiendo demasiado? ¿Se ha echado a perder? ¿Está su matrimonio a la deriva porque las cámaras han detectado una ‘imperfección’ física? Solía decirme a mí misma que los tabloides eran como unos cómics, que no me los tenía que tomar en serio, sólo eran un culebrón a seguir para distraerse, pero no me lo puedo decir más porque he sufrido de primera mano el acoso y cosificación de estos medios durante décadas y reflejan la visión deformada de cómo calculamos la valía de una mujer. […] Tenemos que decidir qué compramos, y puede que algún día los tabloides estarán forzados a ver el mundo desde una perspectiva diferente, con una visión más humanizada en la que los consumidores hayan dejado de comprar esta mierda».
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