7 mujeres nos hablan de cómo han sufrido el sexismo en el trabajo
Preguntamos a algunas mujeres de la lista Forbes ’30 menores de 30′ más influyentes de España a qué tipo de situaciones machistas se han enfrentado en el mundo laboral.
“Lo sexy que estoy con esa falda o que tengo unos labios bonitos, que nos hablen constantemente de nuestro físico es recurrente para las mujeres que trabajamos en televisión”, habla María Gómez, periodista y una de las doce mujeres que conforman la lista Forbes de los ’30 menores de 30’ más influyentes de nuestro país. En un año en el que las mujeres, y también algunos hombres, han roto el silencio contra los abusos sexuales y de poder en el ámbito laboral con la ola de denuncias desencadenada por el caso Weinstein, reflexionamos junto a ellas sobre el sexismo en ese entorno.
“¿Qué esperan que digas a que estás guapa’? ¿Gracias? Esas observaciones no se las hacen a mis compañeros hombres”. Desde comentarios fuera de lugar y micromachismos (a veces no tan ‘micro’) como el que subraya la periodista, a la discriminación salarial, que en datos de Eurostat favorece a ellos en un 14,9% por ciento en España. Según el estudio, esto equivaldría a que las mujeres de nuestro país dejan de cobrar el 8 de noviembre pero siguen trabajando hasta final de año. La realidad para Luz Rello, científica y fundadora de Change Dyslexia, es la misma: “En Estados Unidos, donde vivo, y en mi área, informática, nadie habla de sueldo, pero las estadísticas oficiales demuestran que no hay paridad en los salarios”. “Es inadmisible que en pleno siglo XXI puedan existir otros criterios de evaluación a la hora de contratar y remunerar que no sean el del mérito y el cumplimiento satisfactorio de objetivos”, remarca Paloma Cantero, abogada, cofundadora y CEO de YouthProAktiv, aunque en su caso, al trabajar como profesional independiente, dice no haberse visto afectada.
Es evidente que las dificultades para ellas están presentes a muchos niveles. El más básico, que no se las tenga en cuenta en algunos procesos de selección: “Puede pasar que, directamente, no se piense en nosotras para un puesto determinado”, dice María Gómez. “En los medios, tanto en televisión como radio, se nos sigue viendo a las mujeres como un complemento, un apoyo, la muleta perfecta. Solemos ser copresentadoras maravillosas pero, muchas veces, el peso del programa lo llevan hombres y en pocas ocasiones se piensa en nosotras como primeras espadas. Es como si en el periodismo la credibilidad estuviera asociada al hombre. Además, en este sentido, la edad de ellos no importa. Yo quiero pensar que mi experiencia y mi valía harán que, aunque me haga mayor, no me haga ‘demasiado vieja’ para la tele”.
Alcanzar cargos de mayor responsabilidad es otra de las lacras, la presencia de mujeres directivas en nuestro país es de entre el 26 y el 27%, según el estudio de Grant Thornton en 2016. “En la carrera investigadora es muy difícil que las mujeres que han sido madres lleguen a puestos de dirección, porque en los méritos (años trabajados, artículos publicados) no se suele tomar medidas para contrarrestar las bajas maternales y por eso suelen puntuar menos que los hombres”, explica Cristina Balbás, divulgadora científica y presidenta de Escuelab.
Para Paloma Cantero una posible solución pasa por “un cambio de mentalidad social e individual en el que la familia y los hijos no son solo responsabilidad de la mujer y otro dentro de la misma estructura de mercado laboral, en el que las medidas de conciliación afectasen de manera igualitaria al hombre y a la mujer (baja de maternidad y paternidad con la misma extensión temporal, por ejemplo)”. Aunque en 2017 la baja de paternidad se ha alargado hasta un mes y los padres pueden hacer uso de 10 de las 16 semanas que posee la madre (si esta las cede), los datos sobre conciliación obtenidos por el Instituto de la Mujer en 2016 reflejan la diferencia: de las 40.517 excedencias por hijos ese año, 37.531 fueron pedidas por las madres y 2.986 por padres. Esta desigualdad se atribuye también a la pérdida salarial que conlleva acogerse a estas medidas, que en su mayoría es menor para ellas porque sus salarios son más bajos.
Y luego están las discriminaciones del día a día, “el típico comentario machista profundamente arraigado en la cultura social”, dice Cantero. “Bajo mi punto de vista, el mejor aliado contra ellos es una mujer preparada y segura de sí misma”. Es por eso que la empresaria, CEO y fundadora de GOI, Yaiza Canosa, se ríe al contar que “muchas veces hasta me han preguntado si soy la secretaria de alguien. La experiencia es agria y me siento un poco descontextualizada, como si me hubiese teletransportado a la edad de piedra, pero siempre reacciono igual: dejando claro que me doy cuenta y haciendo ver lo absurdo que me parece. Casi siempre se genera una situación incómoda cuando se dan cuenta de que no te cortas y que los has dejado en evidencia”, explica.
La diseñadora Pepa Salazar reflexiona sobre la situación en el mundo de la moda: “En mi sector hay una parte misógina en ciertos aspectos, afortunadamente creo que esto no ha interferido en mi trabajo pero nunca se me olvidará una frase que me dijeron: ‘Los hombres no son iguales en Francia que en Italia, ¿sabes lo que tenéis todas las mujeres en común independientemente de vuestro país o cultura? Que todas estáis a dieta”.
Muchas de estas mujeres están comprometidas desde su ámbito de influencia con el feminismo, como es el caso de Luz Rello: “Imparto charlas a niñas y adolescentes para que se animen a estudiar carreras de ingeniería. En la educación desde el principio está la clave”. O Cristina Balbás, que además de buscar la igualdad de oportunidades y reconocimiento en la labor de su empresa (Escuelab), participa en “iniciativas que promueven la presencia de las mujeres y niñas en la ciencia, como la del ’11 de febrero”. Para Yaiza Canosa el compromiso ha sido innato: “En GOI el 70% de la plantilla somos mujeres y es un sector muy masculino (logística), pero no ha sido a propósito. No comprometerse con el feminismo es no creer en la igualdad, en el progreso, en la libertad. Así que en mi pequeña parcela aporto todo lo que puedo e intento romper estereotipos”.
“Que exista igualdad de oportunidades (y responsabilidades), que si una mujer es talentosa se celebre de manera justa su trabajo”, las palabras de Andrea Dopico, jefa de pastelería del restaurante ABaC, resumen el sentimiento general de estas mujeres, que ven en convertirse en motores del cambio una vía hacia hacia la igualdad. “Uno de esos cambios tiene que ver con que las personas que toman decisiones también sean mujeres. Cuantas más mujeres sean directivas, jefas o encargadas de formar equipos, más rápidamente veremos que ese cambio se produce y se convierte en algo real”, afirma María Gómez. Yaiza Canosa arroja un pensamiento optimista: “Sí, hay un estigma con los roles pero son dificultades, no techos de cristal”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.