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Tenemos que hablar de Elizabeth Taylor desnuda posando con 15 millones de dólares encima

El día que la actriz posó, únicamente adornada con sus joyas más espectaculares, para el objetivo de Helmut Newton.

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Más chula que un ocho, Elizabeth Taylor ocupa la portada del libro Portraits de Helmut Newton. Un catálogo publicado originalmente en 1985  por la editorial Schirmer Mosel y que como anuncia su título recoge varios de los mejores retratos del fotógrafo. En 2017 fue reeditado en castellano por La Fábrica. Sin paños calientes: tenemos que hablar de la actriz británica posando únicamente adornada con sus algunas de sus alhajas más importantes para el objetivo del artista.

Elizabeth Rosemond Taylor abrió sus originales ojos color violeta el 27 de febrero de 1932 en Londres. Con nueve años se estrenó en la gran pantalla con There’s One Born Every Minute. En 1944 se convirtió en una estrella adolescente gracias a Fuego de Juventud que coprotagonizaba junto a Mickey Rooney y Angela Lansbury. Cuatro años después coincidió en Una cita con Judy con la diseñadora de vestuario Helen Rose que definió la estética de la actriz. Taylor rodó más de 70 películas y series de televisión, unas con más éxito que otras, hasta su muerte el 23 de marzo de 2011. En 1961 ganó su primer premio Oscar por Una mujer marcada y el segundo por ¿Quién teme a Virginia Woolf?  seis años después. En 1993 recibió el tercero (el apellidado Jean Hersholt) por su labor humanitaria.

Elizabeth se casó ocho veces con siete hombres distintos. Su relación más estable fue con las joyas. La protagonista de La gata sobre el tejado de zinc adoraba las piedras. Las piedras preciosas. Tras su muerte Christie’s subastó su joyero (incluida la Perla Peregrina ligada a los Austrias españoles) en 80 lotes y recaudó 120 millones de euros. Cuando recogió el Premio de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas estadounidense en 1967 se adornó con un conjunto de Bulgari. Dos pendientes largos, un collar con un broche que hace las veces de colgante y un anillo de diamantes y esmeraldas. Las mismas piezas que viste en la instantánea disparada por Newton. En la citada puja el alfiler se vendió por 6,5 millones de dólares, el collar por 6,1, el anillo por 3,3 y los pendientes por 3,2 millones de dólares. Taylor en los albores del medio siglo de vida no posó desnuda, estaba abrigada por más de 15 millones de euros.

Taylor con su Oscar en 1967.
Taylor con su Oscar en 1967.

Portraits acoge desnudos mucho más explícitos, incluido un autorretrato del autor tras sufrir un infarto en 1971, que el de la intérprete de Cleopatra que aparece dentro de una piscina con el agua al cuello. Con el pelo mojado y retirado hacia atrás,  Elizabeth presume de raíces canas mientras sostiene con el dedo índice de la mano derecha un papagayo verde que hace juego con sus piezas de joyería. Al fondo una silla de rodaje con el nombre de la actriz estampado no logra distraer el protagonismo de Taylor que mira a cámara y su reflejo la mira a ella. Una hermosa forma de dar a entender que todo lo en la actriz generaba interés. Incluso el interés propio.

Todas las imágenes del ejemplar, casi 200 -unas en blanco y negro y otras a todo color-, fueron disparadas entre 1930 y 1980. La primera parte del libro recoge una selección personal de autodisparos y retratos que hizo a su mujer, la también fotógrafa June Browne, al abrigo de una entrevista realizada por la escritora y comisaria Carol Squiers. Cincuenta años de trabajo personal en el que aparecen dos españoles: el artista Salvador Dalí y la modelo Violetta Sánchez. Ambos recostados. El uno vestido y la otra desnuda. El retratista alemán estaba más interesado en fotografiar a mujeres que a hombres porque “fotografiar a hombres es siempre mucho más sencillo”. No se paró a dar más explicaciones. Las imágenes de los personajes pertenecientes al mundo de la política, la cultura y la moda con los que Newton dibuja su personalísimo olimpo de estrellas fueron tomadas entre 1970 y 1980 por este “mirón hipocondriaco” como él mismo se define en el catálogo.

Helmut Newton (Berlín, 1920 – Los Ángeles, 2004) se sintió atraído desde muy joven por la fotografía. Su objetivo era, en sus propias palabras, “seducir, divertir y entretener” con su trabajo. Perdió su primer empleo en la revista singapurense Straits Time como cronista de sociedad precisamente porque sus fotografías no eran todo lo canónicas que se le exigía. Demasiado original. A mediados de los 70 comenzó su reinado en la industria de las tendencias. Su interés por la prostitución y la pornografía le llevó a abogar por una fotografía de moda en la que hipersexualizaba a las modelos. Su esposa June confesó a The Guardian que ella “intentaba robar el alma a los personajes que retrataba. Mientras que él no estaba interesado en ese aspecto”. La instantánea que tomó a Elizabeth Taylor es una de las más famosas de la intérprete. Tal vez también una de las más estáticas. Ha sido cientos de veces recreada en editoriales de revistas de todo el mundo. Con o sin espíritu es difícil aparatar la vista de la mirada de la actriz. A Newton, como asegura en la entrevista que abre el recopilatorio, le fascinaba ver cómo se comportaban la celebrities. Cómo los retratados juegan un papel para convertirse en alguien diferente a los que son en su día a día. Decepciona pensar que esta no era la cotidianeidad de la One Shot (como se conocía a Taylor porque era capaz de realizar una escena perfectamente en una toma). Defrauda constatar que no se bañaba a diario con joyas ni llenaba la piscina con leche de burra como Cleopatra. En Hollywood nada es lo que parece.

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