Phil Spector y los grupos de chicas: cómo The Ronettes y The Crystals obtuvieron el mejor sonido y el peor trato de la industria musical
El creador de hits se aprovechó de la vulnerabilidad de las cantantes para escamotearles sus derechos. La peor parte se la llevó su esposa, Ronnie, a la que torturó psicológicamente
En 1964, las Ronettes, que ya eran unas estrellas, telonearon a los Rolling Stones en su segunda gira por Reino Unido. Las chicas pensaban que esos chicos ingleses eran engreídos y antipáticos, puesto que no les dirigían ni una palabra. Después supieron que Phil Spector, que producía todos sus hits, había enviado un telegrama al manager de los Stones, Andrew Loog Oldham, amenazando a la banda: si alguno se acercaba a sus chicas, lo pagarían caro. Finalmente, y a pesar del productor, se generó una gran amistad entre las dos bandas. De vuelta a Nueva York, las chicas llevaron a los ingleses al mítico Apollo y les presentaron a James Brown.
Lo que Spector hizo con las Ronettes es paradigmático: les dio lo mejor y lo peor que tenía. Les proporcionó el sonido más prístino, bombástico y pegadizo al que la música popular puede aspirar, el wall of sound, les pasó una canción tan inmensa y perfecta como Be my baby, que él co-escribió junto a Jeff Barry y Ellie Greenwich (y otros hits como Breakin’ up y Baby I love you), y a la vez las maltrató, ninguneó y pisoteó como músicas y como personas. Les escamoteó los royalties que les pertenecían; al principio de su carrera, les hizo grabar canciones que sacó a nombre de otro de sus grupos, The Crystals. Hacia el final de su periplo juntos, estaba tan celoso de ellas y de su popularidad, que ni siquiera sacaba los singles que habían firmado por contrato. Spector, famoso por lo mal que trataba a los músicos durante las sesiones de grabación, les hacía repetir tomas más de veinte veces y amenazaba con pistolas si no lograban el sonido deseado, llevó a dos de las Ronettes, Estelle y Nedra, a dejar el grupo, pero lo peor se lo reservó a la tercera, Ronnie. Se casó con ella.
En 1990, Veronica, Ronnie, publicó unas memorias que en breve se llevarán al cine –Zendaya está confirmada para interpretarla– y en las que contó los horrores de aquella relación que empezó cuando ella tenía 17 años y él 24. A pesar de que estaba casado, Spector se quedó prendado de Veronica y quiso, de hecho, ficharla solo a ella, sin su hermana Estelle ni su prima Nedra, pero tuvo que quedarse con todo el pack. Para entonces, Spector ya había perfeccionado con otros dos girl groups, The Crystals y con The Paris Sisters el sonido que hace reconocible cualquiera de sus producciones, los tratamientos orquestales de canciones pop que daba a los temas un aire grandioso y lujoso. Era un maestro también en la sala de control, donde conseguía incluir ecos, cinco o seis guitarras, los mismos teclados, maracas, castañuelas y percusiones y que todo sonase armonioso y perfecto, como una “pequeña sinfonía para los chavales”, como decía él. De todo este sistema, lo que menos importaba eran los músicos, y aún menos las cantantes. Se aprovechó de la situación de vulnerabilidad de las mujeres afroamericanas en la industria para sabotearlas, tratándolas como objetos intercambiables.
En el libro Be My Baby, que tiene como subtítulo “como sobreviví al rímel, las minifaldas y la locura”, Ronnie explica cómo su marido, con el que se casó en 1968 tras más de un lustro de relación adúltera, la encerró en su mansión de Beverly Hills de 23 habitaciones. Maníacamente celoso, el productor instaló alambre de espino y puso a perros guardianes a proteger la casa, que tenía interfonos en todas las habitaciones, para que Ronnie se sintiese siempre controlada, en un escenario similar al que viviría tres décadas después Mariah Carey con el productor Tommy Mottola. Spector no le dejaba llevar zapatos por casa por miedo a que se escapase y en una ocasión le compró un ataúd con la tapa de cristal y le dijo que lo utilizaría para exponerla en su funeral si trataba de abandonarlo. Puso un muñeco hinchable en su coche, en el asiento del acompañante, para que la gente creyese que iba siempre acompañada.
De todas las barbaridades que Ronnie, que terminó alcoholizada, cuenta en el libro, quizá lo más alucinante de todo es cuando revela lo que ocurrió un día poco antes de la Navidad. “Estábamos en el coche y de repente, paramos delante de la mansión, donde había una gran fuente y veo a dos gemelos rubios con los ojos azules corriendo alrededor. Pregunté: ¿quiénes son? Y él me dijo: Feliz Navidad”. El productor había adoptado a dos niños sin consultarlo con su esposa. “Él nunca me dijo: ¿qué crees que deberíamos hacer?, ¿adoptamos a unos niños? Nada. Todo era una sorpresa y ninguna mujer quiere a dos niños vivos como sorpresa”. Y añadió: «cuántos más niños teníamos, más tiempo tenía que quedarme en aquella mansión».
Finalmente, sí escapó. Descalza y renunciando a los derechos de sus canciones, a las ganancias futuras y a la custodia de esos dos niños, Gary y Louis, y de un tercero, Donte, que también adoptaron. Según Ronnie, Phil amenazó con contratar un sicario para matarla si no lo hacía. Donte Spector ha contado de adulto que su padre también tuvo comportamiento abusivo con él y sus hermanos y que se criaron “en una fina línea entre el amor y el odio”. Con apenas diez años, se fue de casa.
En 1988, las Ronettes, que apenas habían cobrado 15.000 dólares de dividendos por interpretar canciones que sonaban continuamente en la radio y que estaban en decenas de anuncios (entre ellos, de Levi’s y American Express) y películas, de Malas calles a Dirty Dancing, llevaron a juicio a Spector por los royalties no reconocidos. En total eran 28 temas que el trío había grabado para el sello de Spector, Philles, entre 1963 y 1967. La batalla judicial fue larga y costosa y tuvo varios giros. En el año 2000, un juez dictaminó que debía 2,6 millones de dólares a las integrantes originales, pero dos años más tarde, otra instancia de apelación sentenció que precisamente Spector no debía compartir los derechos para películas y publicidad, en base a un contrato draconiano que les había hecho firmar en 1963, y la cantidad que terminaron viendo fue mucho menor.
La cantante Darlene Love también acabó reclamándole derechos no reconocidos pero antes tuvo que ver como el productor la manipulaba repetidamente y la llevaba a abandonar la música. Love cantó en He’s a Rebel, que llegó al número uno, pero Spector la distribuyó a nombre de The Crystals, de las que no formaba parte. Le prometió que el próximo single sería para ella, pero volvió a hacer lo mismo con el tema He’s Sure The Boy I Love. Posteriormente le hizo creer que le daría a ella uno de las mejores canciones de su carrera, River Deep Mountain High, pero Spector la reservó para Tina Turner. La cantante acabó por dejar la industria musical. Hablando con S Moda en 2013, explicó: “Me puse a hacer la otra cosa que sabía que me daría dinero: limpiar casas. Hasta que, y esta historia es real, un día estaba fregando un baño, puse la radio y oí mi voz. Me dije que tenía que volver a la música y nunca miré atrás. Pasé el peor año de mi vida, pero al final lo conseguí”.
Evidentemente, a ninguna de estas mujeres les sorprendió la noticia cuando Spector acabó en prisión por el asesinato de la actriz Lana Clarkson en 2003. Ronnie, que tuvo más tarde dos hijos con su segundo marido, Jonathan Greenfield, emitió un comunicado: “Solo puedo decir que cuando le abandoné a principios de los 70 sabía que si no me iba, me iba a morir ahí mismo”.
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