Gwyneth Paltrow o el lucrativo imperio del gaslighting a la mujer moderna
El próximo 24 de enero Netflix estrena la docuserie ‘Goop lab’, otra forma de monetizar, vampirizar y convertir en carne de parodia (millonaria) a los miedos y angustias femeninas.
Apostando por «alcanzar nuevas profundidades» e inmersa, simbólicamente, en una vagina. La foto promocional de Gwyneth Paltrow vestida de rosa sobre un fondo alegórico a lo Georgia O’Keeffe, la imagen que ha anunciado el estreno de Goop Lab, su nueva docuserie de Netflix, ha cumplido el requisito marca de la casa: convertirse en meme para despertar el mismo nivel de odio y chistes paródicos en titulares clickbait por todo el planeta.
La empresaria fundadora de Goop sabe, como Oscar Wilde, que es muchísimo mejor que se hable de ti (aunque sea convertida en parodia) que pasar pobremente desapercibida. Lleva años lucrándose con ese hate click. Esa reacción en cadena burlona y de indignación que despierta, ese cliché que la ha convertido en un género en sí misma –sirva como prueba la versión que de ella interpreta Toni Collette en Puñales por la espalda–, es el motor que la ha convertido en una de las empresarias más prolíficas y acaudaladas en la industria del bienestar. The New York Times reveló en 2018, antes de aliarse con la plataforma de streaming, que Goop estaba valorado en 224 millones de euros. Se desconoce cuánto se ha embolsado por Goop lab, su nuevo proyecto televisivo (en la industria del podcast ya está consolidada), pero lo que sí se sabe es que a partir del 24 de enero nos enfrentaremos a seis capítulos con 30 minutos de duración en los que tanto ella como su jefa de contenido de la web de Goop, Elise Loehnen, tratarán sobre temas de salud física, mental y sexual.
«¡Esto es peligroso!», «No está regulado» o «¿Debería tener miedo?» son algunas de las declaraciones en su trailer de presentación. Apenas un minuto de tiempo pero suficiente para vislumbrar un fenómeno que será altamente adictivo por las elevadas dosis de mamarrachería, pseudociencia y puro espectáculo que promete. «Lo que hacemos en Goop es explorar ideas que pueden parecer extrañas o aterradoras», aclara Loehnen en el clip promocional. No sorprende. Basta con tomar nota de los epígrafes para preguntarnos si esto va del bienestar de la mujer moderna o nos enfrentamos a una peli de terror puro y duro: exploraciones demoníacas en «Energía curativa» («A mí me exorcizaron», dice Loehnen), la intriga de las «Mediums psíquicas» («Ella sabía algo que ni mi esposo sabía», alerta Gwyneth) y, por supuesto, su joya de la corona: ¡Orgasmos!, con la aparición estelar de Betty Dodson, la nonagenaria gurú del orgasmo que lleva años impartiendo talleres de masturbación femenina, indignada con las goopies por no haberse atrevido a coger un espejo y conocer su aparato reproductor de cerca.
Que duden de todo: cultura del miedo y fake news
En diciembre de 2016, Lauren Duca se convirtió en revelación periodística y se ganó el respeto de los popes del sector duro cuando se viralizó su ensayo Donald Trump hace gaslighting a EEUU. Desde Teen Vogue, Duca denunciaba que el magnate había ganado las elecciones de 2016 haciendo dudar a los votantes de su propia cordura, desestabilizando los ideales de libertad y el espíritu fundacional de su país. «Donald Trump ganó la presidencia por gaslight [una forma sutil de maltrato traducida en España como luz de gas]. Su ascenso al poder ha despertado una fuerza de intolerancia al condonar y alentar el odio, pero también al normalizar el engaño», escribía.
Alcanzar el poder gracias a debilitar la autoestima y confianza de los propios electores. No solo se utiliza en política.
Una de las mentes que cimentó la estrategia de Trump fue Roger Ailes, el agitador político de la derecha estadounidense a través del canal que creó en 1996, Fox News. Expulsado de su canal por depredador sexual, Ailes fue quien aupó al Tea Party, encarriló a candidatos republicanos como Sarah Palin, alimentó la paranoia contra Obama y sirvió como consejero y aliado de Trump para validarlo como presidente frente a los dos millones de telespectadores diarios de su canal. El productor y consejero republicano fue uno de los padres la cultura del miedo y la psicosis televisiva más catastrofista que polariza políticamente ahora a EEUU para vender a la derecha mediática.
Como apunta el periodista John Cook en el documental Divide y Triunfarás (disponible en Movistar Plus), Ailes ideó evitar la censura de los «medios liberales» apostando por sus propios contenidos desde una plataforma propia. «¿Cómo hacemos llegar un mensaje sin que llegue a tener que pasar por la crítica de la prensa?», dice Cox: con un canal propio en el que nadie cuestione tu mensaje. Eso es, precisamente, lo que Paltrow ha conseguido desde una web en la que mezcla la narrativa periodística y el lenguaje científico –no son pocos los psicólogos y doctores que firman sus polémicos artículos– con un amplio supermercado digital y en la que, como hizo el productor desde su canal de televisión y Trump desde su campaña política, se marca como objetivo torpedear a los miedos, angustias y autoestima de su público objetivo.
Trump alimenta la paranoia política sobre sus votantes, Paltrow lo llama autocuidarse cuando apela a la mujer moderna. A esa que, agotada en una sociedad acelerada, se pregunta por qué duerme poco, por qué la ansiedad le oprime el pecho con demasiada frecuencia, por qué siempre tiene cara de cansada, por qué no es capaz de llegar al orgasmo con facilidad o por qué se ve gorda. La problemática de esa mercantilización de la cultura del bienestar y del autocuidado, lejos de buscar resultados positivos en sus seguidoras, pasa por, como hizo Ailes y hace el equipo de Trump, generar fake news para atraer seguidoras (pagó una multa de más de 100.000 euros en California por la publicidad engañosa de los polémicos huevos de jade vaginales) o defender teorías peregrinas y perjudiciales –una mujer acabó con quemaduras por seguir los consejos de sus baños vaginales–. Goop, que ya ha creado ese sello de esperpento pseudocientífico y se regodea en él sin ningún tipo de miramiento, sigue alimentando esa maquinaria de clickbait para que ese odio y los chistes sobre sus estrategias comerciales sigan, de forma cíclica, redirigiendo a su web, sumando visitas y, lo más importante, ventas.
«Muchos de los productos que se venden en esta industria del wellness no son buenos para ti. Dar un paseo sí lo es; usar protección solar, también. Pero todas estas cosas son difíciles de monetizar porque son aburridas. Necesitas miedo para venderlas», aclaraba a The Independent la némesis de Paltrow, la ginécologa Jenn Gunter, conocida por desmontar científicamente las teorías de Goop. Ese «miedo» que promocionan en el trailer de Goop Lab es, precisamente, el que conseguirá que sea un fenómeno de Netflix.
Paltrow defiende ser una férrea activista feminista. Ella fue una figura crucial para que la investigación de The New York Times que desenmascaró a Harvey Weinstein como depredador sexual siguiese adelante. Las periodistas ganadoras del Pulitzer, Jodi Kantor y Megan Twohey, han explicado en su libro y en diversas entrevistas que la actriz fue de las primeras en ofrecer toda la colaboración posible en la investigación que destapó las agresiones del productor pese a las posibles consecuencias e incluso llegó a encerrarse en un baño para telefonearlas aterrada temiéndose lo peor porque Weinstein había aparecido por sorpresa en una fiesta en su casa en la época en la que ella colaboraba con el reportaje.
Parte de esa libertad de poder actuar contra el magnate de Miramax partía de la seguridad e independencia económica que ofrece su negocio alejado del cine. Una emancipación que le ha permitido, como bien explicaba Vanessa Friedman en el último post dedicado a los Globos de Oro de In Her Words –la newsletter de temas de género de The New York Times–, hacer lo que le dé la gana con su vida, como ponerse un vestido alejado los patrones normativos sobre el buen gusto y lo femenino en la alfombra roja: «Si la gente quiere criticarla, no importa porque ella misma se ha tejido esta red financiera que ha creado por sí misma». Una red que le permite acudir al rescate del feminismo y contra las injusticias sobre las mujeres pero forjada bajo la explotación de los miedos e inseguridades femeninos.
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