Erin Wasson, la modelo que ha dado una nueva vida al ‘easy wear’
Entramos en casa de la supermodelo a la que mejor sienta el ‘casual’.
Además de top model de prestigio y diseñadora, Erin Wasson está catalogada como it girl, es decir, una de las chicas de moda o musas del momento, alguien que encapsula un estilo con el que el público desea identificarse. Eso hace preguntarme: el hecho de que Wasson no sea puntual a nuestra cita, ni presente una imagen depurada sino fantásticamente desaliñada y estilosa, ¿explica algo sobre nuestro tiempo? Wasson ya ha cumplido los 30, es rubia, muy flaca, con una penetrante mirada azul, sonrisa franca y melena ondulada. Suelta una sonora carcajada ante mi observación. «¿Pero qué importancia tiene eso de ser it girl, si el it cambia cada semana? No te valida de ninguna manera», afirma sentada en una terraza del Lower East Side. Su voz ronca y la convicción con la que habla imprimen carácter a sus palabras. Vecina durante unos años y musa del diseñador prodigio Alexander Wang, fue estilista ocasional en sus primeros desfiles y creó, de algún modo, una nueva categoría: modelos que no actúan como simples maniquíes, sino que además son capaces de inspirar a los propios creadores.
Wasson es tejana, de Dallas, y quizá de ahí le venga un carisma y una rebeldía a lo Escarlata O’Hara. Habla con entusiasmo de la escena artística de su ciudad de origen y menciona el museo de escultura Nasher –diseñado por Renzo Piano– como uno de sus favoritos. «La gente se queda con los tópicos y se burla de cómo se arreglan las señoras, pero lo cierto es que allí hay gente muy culta», apunta. Erin le ha añadido al estereotipo de belle sureña un toque de bohemia y rock & roll; aunque la música, asegura, es uno de los pocos campos en los que tiene claro que no se metería. Tiene, eso sí, una completa discoteca de vinilos en su ático neoyorquino, donde hacemos estas fotos.
Jersey de Stella McCartney, botas de cuero de Ash, collar de Assad Mounser.
Eric Guillemain
A Nueva York llegó en el año 2000. Tenía 18 primaveras y aún pensaba que acabaría yendo a una escuela de arte o de cocina: por entonces no creía que lo suyo con la moda durara más de seis meses. Se instaló en Williamsburg, pero «cuando llevaba dos años decidí que tenía que vivir entre Nueva York y California, así que llevo una década moviéndome de costa a costa. Es como un baile, pero la felicidad es responsabilidad de uno, es algo que no puedes delegar. Nueva York es una ciudad en la que el trabajo importa mucho, dirige tu vida, y en California hay un ambiente más relajado. Son como Júpiter y Marte, dos planetas distintos». Y para ilustrarlo, nada más gráfico que lo que lleva puesto. «¿Qué es un estilo relajado? En Nueva York es lo que llevo hoy», dice señalando su camiseta algo raída, las botas de caña baja y los pantalones a rayas con lentejuelas. «El pantalón, al fin y al cabo, lleva paillettes, no es un chándal ni un short como se llevaría en Los Ángeles. En esta ciuadad te vistes por la mañana para pasar todo el día con la misma ropa y en Los Ángeles te cambias varias veces». ¿Qué piensa ella al vestirse? «En cuanto empiezo a sobreanalizarlo, me bloqueo y me pongo unos vaqueros y unas botas», dice entre risas. «Pero al final se trata de creer en ti misma y no dejarte llevar demasiado por las tendencias».
Su carrera como modelo empezó cuando su padre mandó una foto a un concurso organizado por el periódico The Dallas Morning News. «Gané y me hicieron mi primera entrevista», recuerda burlona. «Todo sucedió de la noche a la mañana». No se lo tomaba demasiado en serio, pero un contrato con Maybelline marcó el punto de inflexión [desde 2002 es imagen de la firma]. «La moda es un mundo inseguro y esto lo volvió todo más sólido. Digamos que las cartas estaban sobre la mesa y no era el momento de levantarse e irse en mitad de la partida», explica. Ha desfilado y posado para infinidad de revistas y campañas.
Camisa de The Kooples, falda de Balmain, zapatos de Christian Louboutin, cadena de plata de Tom Binns.
Eric Guillemain
¿Le sigue divirtiendo? «Es un trabajo y eso siempre es mejor que estar tirada en un sofá. Hay cosas que me gustan, pero también hay días que pegaría un puñetazo». Wasson añade que su consejo para cualquier chica que quiera ser modelo es que se muestre firme en sus convicciones y que encuentre su propia voz. Alexander Wang fue quien le permitió tenerla. «Vi que se fiaba de mí, de mi perspectiva y aquello me abrió un montón de oportunidades». Su reputación de rebelde dio paso a una nueva fase. «Tienes que aprender a tragarte tu ego y pensar a gran escala, porque el ego es peligroso. No se trata de dejar de ser quien eres, sino de morderte la lengua de vez en cuando y saber cuándo hay que callarse y cuándo volar», señala.
La exmodelo y actriz estadounidense Lauren Hutton es el ejemplo a seguir para Erin, por la forma en la que ha envejecido y su actitud ante la moda. Como ella, Wasson ha dado el salto al cine. Primero hizo un cameo en la última película de Sofia Coppola, Somewhere (2010), y acaba de estrenarse en EE UU el filme inspirado en la novela Abraham Lincoln: cazador de vampiros, en el que tiene uno de los papeles protagónicos. Habla con entusiasmo de la experiencia. «Estaba acostumbrada a tenerlo todo bajo control y a conocer a fondo mi profesión y, de pronto, en el cine, me sentía perdida. Lo único que se puede hacer cuando te pasa algo así es confiar en que otros saben lo que hacen al haber decidido que estés ahí. Interpretar a un personaje es como una terapia que te perturba, descubres cosas que ni siquiera sabías que tenías».
Cazadora de Loewe, camiseta de Zadig & Voltaire, braguita de Masscob, collar con notas musicales de Perle de Lune, collar de estrellas de Malababa, collar de piedras de Erin Wasson.
Eric Guillemain
A Wasson, sobra decirlo, le gustan las mujeres con carácter. «En mi familia todas lo somos», ríe. Eso probablemente le ha ayudado a mantener los pies en el suelo. Así, cuando tiene un día libre, cuenta que le gusta hacer cosas normales, como ir a ver a una amiga que trabaja en una empresa de conservas en Maine. «Es maravilloso estar con gente a la que no tienes que darle explicaciones. Son amigos que te entienden aunque no hables y a los que no les importa de dónde vienes». Al parecer, a su entorno no le deslumbra su vida de modelo y actriz.
Hasta desoyen sus consejos de estilo. Su madre –la misma que le inculcó que no viviera para trabajar, sino que trabajara para vivir– no renuncia a los tacones; y a su hermana, cuando estaba embarazada, no hubo manera de convencerla de que luciera prendas ajustadas y diera un toque rockero a su tripita.
Inquieta y curiosa, le gusta leer (especialmente la novela de Steve Martin sobre el mundo del arte: Un objeto de belleza); y una de las películas que más le han impactado recientemente ha sido el documental sobre Bob Marley. Erin ha diseñado colecciones para la marca de surf y skate RVCA y para Zadig & Voltaire, y ha creado la firma de joyas Low Luv. Su próximo proyecto es un documental en Argentina. «Hay que probar cosas nuevas y seguir tu camino, dejar que te llegue la inspiración sin importante lo que piensen los demás. Sinceramente, yo creo que acabaré en un rancho montando a caballo».
Chaleco de Zadig & Voltaire, botas de Ash, cadenas doradas de Fallon.
Eric Guillemain
Sombrero de Erin Wasson, de Maison Michel, camisa estampada de Balmain, braguita de algodón rosa de Les Petites, collar con flecos de Shourouk. Pulsera de Erin Wasson.
Eric Guillemain
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