Cómo Taylor Swift convirtió su carrera en una máquina de amasar dinero sin apenas contratos publicitarios
La artista, cuya fortuna se estima en 570 millones de dólares, terminará 2023 ingresando en el exclusivo club de las milmillonarias gracias a la recaudación de ‘The Eras Tour’, su gira actual.
La única vez que la estadounidense Taylor Swift actuó en España fue el 19 de marzo de 2011 en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, el actual WiZink Center, con motivo de su Speak Now World Tour. Pese a que ya atesoraba varios Grammys —entre ellos, el de álbum del año por Fearless, su segundo trabajo editado en 2008—, apenas 4.000 personas acudieron a la cita, una cifra muy por debajo de las algo más de 15.500 que puede albergar el recinto. Lo mismo ocurrió en la mayoría del resto de los conciertos programados en Europa.
En aquel momento, visto en perspectiva, se la consideraba una inofensiva cantautora country, un producto para púberes que anhelaban hallar a su príncipe azul. Infravalorarla era la tónica habitual. Prueba de ello pudo comprobarse en los MTV Video Music Awards de 2009: la noche que Kanye West irrumpió en el escenario vociferando que el premio al mejor vídeo femenino se lo merecía Beyoncé por Single Ladies (Put a Ring on It), y no ella por You Belong With Me, algunos defendieron las palabras, que no las formas, del rapero. Mucho, demasiado, ha llovido desde entonces.
Como Shania Twain hiciera a mediados de los noventa, Swift decidió alejarse de sus raíces country para abrazar el pop de masas. Lo hizo tímidamente en 2012, con la ayuda del todopoderoso productor sueco Max Martin —el artífice de hits como …Baby One More Time, de Britney Spears, o I Kissed a Girl, de Katy Perry—, en el álbum Red. Tal fue la buena acogida de aquella reinvención que, en 2014, la perfeccionó en 1989: además de alzarse nuevamente con el Grammy al álbum del año en 2016, continúa siendo su disco más vendido, con más de 10 millones de copias en todo el mundo.
Un nuevo icono pop había llegado para quedarse. Pero, ante la pobre acogida de su Speak Now World Tour en Europa, las siguientes giras de Swift contaron con escasas fechas en el Viejo Continente. En concreto, el Red Tour visitó pabellones de Londres y Berlín, mientras que The 1989 World Tour hizo lo propio en Colonia, Ámsterdam, Glasgow, Mánchester, Dublín y la capital británica, donde sí se dio un baño de masas en Hyde Park. A finales de 2017, cuando anunció que al año siguiente saldría a la carretera y daría el salto a los estadios, a nadie le chocó por estos lares que el Reputation Tour sólo recalara en Mánchester, Dublín y Londres. Con 53 conciertos en total, 40 de ellos en Norteamérica, entre mayo y noviembre de 2018 recaudó 345 millones de dólares (unos 300 millones de euros).
Siempre quedará la duda de cómo, en el verano de 2020, hubiera funcionado su periplo por festivales europeos. Por culpa de la pandemia nos quedamos con las ganas de verla presentando Lover en el madrileño Mad Cool. Ahora bien, analizando los datos que maneja al otro lado del Atlántico, se sobrentiende que anteponga ese mercado a cualquier otro. Con su décimo álbum de estudio, Midnights, despidió 2022 batiendo varios récords: más allá de convertirse en el trabajo más escuchado en la historia de Spotify el día de su lanzamiento —184,6 millones de reproducciones en apenas 24 horas—, en Estados Unidos despachó 1.578.000 de unidades físicas en una semana y, por si fuera poco, coló 10 de sus temas en el top ten del Billboard Hot 100. También, en su país natal, uno de cada 25 vinilos vendidos en 2022 llevaba su firma: Midnights encabezó la lista con 1,7 millones de copias, y Folklore, editado originalmente en 2020, ocupó el séptimo puesto con 174.000. A pesar de que la era del streaming puso fin a las ventas astronómicas, sus cifras se asemejan a las que las grandes estrellas de la industria manejaban a finales del siglo pasado.
Asimismo, una encuesta realizada por Morning Consult hace pocas semanas puso en relieve algo muy interesante: un 53% de los adultos estadounidenses aseguran ser seguidores de la cantante, mientras que un 16% se identifican como ávidos fans. “El fandom de Swift, que supera en número al de otras estrellas del pop como Beyoncé, Miley Cyrus o Harry Styles, está formado en gran parte por mileniales, y se inclina por la raza blanca, los suburbios y los demócratas”, señala el estudio. Con razón Tickemaster, la web de entradas encargada de la preventa de su actual gira, The Eras Tour, colapsó en noviembre tras recibir un total de 3.500 millones de solicitudes, muchas de ellas de bots.
Desde que arrancó el 17 de marzo en el State Farm Stadium de Glendale, The Eras Tour ha acaparado un sinfín de titulares por su espectacular producción y, sobre todo, las 44 canciones que interpreta en algo más de tres horas de duración. Con 52 fechas a lo largo y ancho de Estados Unidos, al igual que el Reputation Tour de 2018 se trata de una gira exclusiva de estadios. Una vez finalice el 9 de agosto, en la ciudad californiana de Inglewood, se desconoce si próximamente también recalará en Europa. No obstante, a la espera de que se confirme o desmienta esta noticia, hay algo innegable: Swift va a hacerse de oro.
Billboard predice que el tour recaudará 591 millones de dólares. Y Forbes, por su parte, apunta que llegará a los 620 millones de dólares. Independientemente de este baile de cifras, y a falta de conocer la cuantía exacta, ya es la gira de una artista solista más lucrativa en la historia: superará los cerca de 408 millones de dólares que Madonna obtuvo entre 2008 y 2009 con su Sticky & Sweet Tour. Y lo que aún es más importante: teniendo presente que la misma Forbes estimó que su fortuna era de 570 millones de dólares en 2022, Swift despedirá el año ingresando en el selecto club de las milmillonarias.
A diferencia de Rihanna, cuya fortuna ascendía hasta los 1.700 millones de dólares en 2021 gracias a la inclusiva línea de maquillaje Fenty Beauty y de lencería Savage X Fenty, Swift está erigiendo un imperio solo con sus canciones. Particularmente, con las ventas físicas de sus discos, el dinero que percibe de los servicios de streaming —en Spotify tiene 84 millones de oyentes mensualmente— y las entradas que agota en cuestión de minutos en los principales colosos estadounidenses. Cierto es que, en 2019, colaboró en una colección de moda sostenible junto a Stella McCartney. Y en 2021, coincidiendo con el lanzamiento de Red (Taylor’s version), se alió con Starbucks —durante un tiempo limitado pudo pedirse en sus establecimientos un Taylor’s Latte— y la empresa de fitness online Peloton. Pero al contrario de la ya mencionada Rihanna o Beyoncé, quien recientemente se separó de Adidas por la baja facturación de su alianza en torno a Ivy Park, Swift no cuenta con ninguna marca propia. En realidad, tampoco le hace falta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.