Cómo se apaga a una estrella: China borra a la actriz Zhao Wei de la faz de internet
Los trabajos y cuentas digitales de la intérprete, una de las más prolíficas y populares del país asiático, han sido bloqueadas de forma fulminante por las autoridades chinas, que pretenden poner coto a la “caótica” cultura de las celebrities.
“Caótica”. Así califican las autoridades reguladoras gubernamentales la deriva que, bajo su criterio, está tomando la cultura de las celebridades en China. Para tratar de encauzarlo, su agencia de Administración del Ciberespacio aprobó medidas el pasado agosto para cerrar aquellos clubs de fans o foros de debate que “diseminaran información hiriente” o “provocaran problemas”. También ha cargado contra la venta de merchandising temático de cualquier famoso, los concursos de talentos o los rankings de popularidad en la red, pero la severidad de su política censora ha llegado incluso a eliminar todo rastro de la que era una de las mayores estrellas de cine del país.
Durante los últimos 25 años, la figura de Zhao Wei podría ser considerada como la de la novia de China. Un trasunto de Jennifer Aniston asiática, protagonista de una de las series de televisión más vistas del país, My Fair Princess, que le valió un Golden Eagle (equivalente al premio Emmy) y un lugar inapelable en el corazón de los espectadores. Además de rodar decenas de películas (como Shaolin Soccer), publicar discos pop y dirigir varios largometrajes, ha conseguido amasar una fortuna gracias a sus aventuras empresariales junto a su marido, Huang Youlong, padre de su única hija. En la cartera de inversiones de la artista, de 45 años, se encuentran acciones del gigante tecnológico Alibaba, un viñedo a las afueras de Burdeos y una tienda de joyas en Singapur. El pasado año Fendi la eligió como embajadora de la firma y en la red social Weibo —una suerte de Twitter— llegó a contar con más de 86 millones de seguidores. Pero, de la noche a la mañana, esta acumulación de logros es poco más que un recuerdo, convirtiendo a su protagonista en un espectro desterrado de la fama cosechada durante estas décadas.
Desde finales del mes de agosto, tratar de encontrar las huellas digitales de Zhao Wei en China es una misión casi imposible. Las películas y series que la tenían como protagonista han sido bloqueadas en las plataformas de streaming, su nombre ha sido borrado de los créditos de las mismas y del equivalente chino de Wikipedia, sus cuentas en redes sociales han desaparecido y su club de fans está vetado. Sin explicación mediante, además, convirtiendo su desvanecimiento mediático en un misterio ante el que solo caben las especulaciones. El periódico estatal, The Global Times, tampoco arrojó luz sobre las motivaciones de la censura, pero sí se encargó de resucitar algunos de los “escándalos” protagonizados por la que fuera jurado del Festival de Venecia en 2016. Por ejemplo, que en 2001 lució un vestido con una bandera militar japonesa estampada, las diferentes denuncias que algunos inversores han interpuesto contra ella y su marido o su supuesto apoyo al independentismo taiwanés por contratar al actor Leon Dai para una de sus películas.
Sin embargo, para el profesor de la Universidad de Southern California, Stanley Rosen, Zhao Wei es ante todo una cabeza de turco, una advertencia indisimulada al resto de grandes estrellas chinas para que “abracen de forma proactiva los objetivos del régimen”. “Ella es la máxima expresión de todo lo que el Partido Comunista cree que está mal en la cultura de las celebridades. Esto es una demostración de que nadie, sin importar lo adinerado o popular que sea, es demasiado grande para ser perseguido”, explica a The Wall Street Journal. Otras hipótesis señalan su relación profesional y personal con Jack Ma, cofundador de Alibaba y objetivo del ejecutivo de Xi Jinping, como posible causa de su defenestración. Wei no se ha pronunciado públicamente al respecto de la censura.
Este tipo de purgas de estrellas rebeldes no son una práctica insólita en el país asiático. Fan Bingbing, máximo exponente internacional del cine chino, estuvo desaparecida durante varios meses en 2018 mientras era acusada de evasión de impuestos por las autoridades tributarias del país. La multa que recibió rondaba los 112 millones de euros. Tras más de cien días sin dejarse ver, y cuando los medios internacionales ya barruntaban una posible detención, la actriz volvió a sus redes sociales para disculparse ante sus fans, afirmando que “sin las excelentes políticas del Partido y el país, sin el cariño de la gente, Fan Bingbing no existiría”.
También el pasado mes de agosto, la actriz y modelo Zheng Shuang, embajadora de la firma italiana Prada, fue obligada a pagar al fisco 46 millones de euros por evasión fiscal, además de ser acusada de abandonar a sus dos hijos, nacidos mediante gestación subrogada. Como sostiene la corresponsal de EL PAÍS Macarena Vidal “la China de Xi Jinping ha comenzado a arremeter contra los supermillonarios y los sectores que considera demasiado poderosos, en nombre de la ‘prosperidad común”, y ninguna figura de la industria del entretenimiento lo suficientemente relevante como para definirse como tal parece estar a salvo. Recientemente, otras jóvenes celebrities como Zhang Zhehan (imagen de Lanvin) o Kris Wu (imagen de Louis Vuitton) han visto también cómo su presencia digital y sus contratos de patrocinio con las mencionadas firmas se evaporaban en solo unas horas al situarse bajo el escrutinio de las autoridades chinas.
Para la revista especializada Variety, la raíz del problema se encuentra en la visión histórica que el Partido Comunista ha tenido de los artistas y su función propagandística para “moldear las mentes” del pueblo. “Las celebridades, por lo tanto, deben ser modelos a seguir y dechados de virtud que contribuyan al ascenso de China en el mundo”, sostiene la publicación. Este mismo mes de septiembre, sus autoridades reguladoras han anticipado el establecimiento de un “estándar de belleza correcto”, pidiendo a su vez acabar con la presencia mediática de, han dicho, “hombres afeminados” e “ídolos maricas”.
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