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Factura millones pero vive con 1.500 dólares a la semana: Britney Spears pide al juez independizarse de su padre

Una demanda del abogado de la cantante revela que no quiere que su padre continúe siendo su tutor legal ni controlando sus finanzas. Esta es la historia completa de su difícil vida.

Javier Caballero

«Leave Britney alone!». Corría el año 2007. En febrero, la Princesa del Pop se había rapado el pelo ante la estupefacción de los paparazzi, que luchaban por conseguir la mejor imagen del momento. El acoso mediático a la cantante había alcanzado cotas inimaginables, solo comparables a la de rostros como Lady Di o Whitney Houston. Mucho antes de que la concienciación sobre las enfermedades mentales imperase, los medios trataron lo sucedido casi como una broma.

Entre tanto revuelo, en la plataforma YouTube aparecía un vídeo en septiembre de un fan desesperado exigiendo que la dejasen en paz. Su aspecto enclenque y su pelo teñido (otro motivo, el físico, del que ya sabemos, por fin, que no debemos reírnos), unido a un dramatismo exacerbado en su petición, le convirtieron en el hazmerreír del mes. Su grito, «Leave Britney alone!» (¡Dejad a Britney en paz!), pasó desapercibido a favor de la mofa.

Trece años después, las tornas se han dado la vuelta. Internet al completo demanda que liberen a Britney bajo el movimiento #FreeBritney. Celebridades, medios de comunicación y una sólida base de seguidores especulan sobre su situación y desean que la llamada a ser Reina del Pop recupere las riendas de su vida. Pero, ¿de qué tiene que ser liberada Britney? ¿Y qué ha sucedido hasta llegar a este punto?

Rupturas, una boda exprés y una ex embarazada

El éxito global de Britney no llegaría hasta 1998. El tema ...Baby One More Time de Max Martin aterrizó en su sello discográfico tras dar bandazos por otros sin encontrar su hueco, y cautivó a la artista y a los productores de inmediato. Ataviada como una colegiala, la cantante se presentó al mundo. La maquinaria de hacer dinero se había puesto en marcha.

En una sociedad considerada por muchos como la más hipócrita del mundo, la imagen que se transmitiese importaba, y mucho. Se optó por la de una niña buena, virginal, la nuera que toda madre querría tener. En más de una ocasión, preguntada por temas sexuales, la cantante respondía que quería llegar virgen al matrimonio. En una entrevista en 2006 en la NBC, aseguró que de haber sabido la magnitud que estas declaraciones iban a tener, se habría ahorrado comentarios.

La locura se desató cuando, pocos meses después de lanzar su primer disco, se hizo oficial su relación con Justin Timberlake, líder del grupo Nsync. El Novio de América y la Novia de América se convertían en los Novios de América. Lo que parecía un noviazgo idílico se truncó para Britney cuando la cosa acabó en 2002. Justin, con una carrera en solitario que empezaba a resultar floja para el líder de la boy band más famosa del momento (con permiso de los Backstreet Boys), exprimió la ruptura consiguiendo el despecho más largo y rentable de la historia del pop.

El segundo single de la carta de presentación de Justin, Cry Me a River, cuenta la historia de un hombre destrozado porque descubre que su novia le engaña. Esa razón fue precisamente una de las que barajaron los tabloides como motivo de la ruptura de la pareja perfecta. Y él no tuvo reparo en explotarlo, eligiendo incluso una actriz a la que no se ve la cara vestida con el look de entonces de la Princesa del Pop. El daño ya estaba hecho. Justin se convertía en víctima de la arpía que había sido infiel. Britney pasaba de la noche a la mañana de ángel a demonio.

En la misma entrevista de la NBC, una de las más extensas que ha concedido jamás, la cantante reconoce que este suceso supuso un punto de inflexión en el trato que le dispensaban los medios. Como explica en el documental de 2008 Britney: For the Record, no supo manejar este final. «Necesitaba ocupar mi cabeza, evadirme, y empecé a salir sin parar», confiesa. «Te volviste una fiestera», le espeta el entrevistador. «Sí», concede ella.

Medios televisivos e impresos se dedicaron a escudriñar cada uno de sus movimientos y a vender una imagen de Britney como adicta al alcohol y las drogas. En 2004, su boda exprés en Las Vegas con un amigo de la infancia (del que se divorció 55 horas después) no hizo más que avivar las llamas. Su vida estaba fuera de control. La prensa sensacionalista no desperdiciaba oportunidad alguna para sacar sus trapos sucios.

Portada de US Weekly sobre la boda exprés de Britney.
Portada de US Weekly sobre la boda exprés de Britney.DR

Su relación con Kevin Federline, un bailarín de su equipo de baile con un hijo y otro en camino, encajaba perfectamente con el perfil que estos medios construían. La ex de Kevin estaba embarazada cuando Britney empezó su relación, y aunque ambos aseguraron una y otra vez que lo habían dejado antes de que conociese a la cantante, la imagen de una femme fatale que arrebataba el novio a una mujer encinta atraía más. En la entrevista de la NBC, que se realizó cuando ya se rumoreaba la ruptura de Kevin y Britney y se aireó cuando se hizo oficial, el presentador no duda en acusarla veladamente. «¿Crees en el karma? Podrías pensar que ya ha dejado a una mujer embarazada, podría hacerlo de nuevo». Britney, en esos momentos, esperaba su segundo hijo.

Rapado de pelo, una actuación bochornosa e ingresos clínicos

Tras dos años de matrimonio y dos hijos en común, en 2006 comenzó la separación del bailarín reconvertido en rapero y de la cantante. Uno de los puntos más conflictivos era la custodia de sus hijos. Britney, en aras de mejorar para obtenerla, ingresó en un centro de rehabilitación para desintoxicarse. En febrero de 2007, sin embargo, dejó las instalaciones con la intención de, según dice el documental Britney Spears – Breaking Point, ver a sus dos hijos. La negativa de Kevin habría presionado el botón del desastre. Britney se dirigió a una peluquería y, ante decenas de cámaras, cogió una maquinilla y empezó a raparse. La foto se convirtió en la más cara hasta la fecha: medio millón de dólares recibió el fotógrafo para ser publicada.

Los programas de televisión, en lugar de mostrar preocupación por el suceso, lo tomaron a la ligera. «Britney está calva», reían los presentadores. La artista también atacó, sin un pelo en la cabeza, el coche de un paparazzi con un paraguas. Britney era la comidilla del momento, y los periodistas preguntaban la opinión a otras cantantes famosas sobre lo sucedido. «No me lo creo, me lo acaban de decir, pero debe ser mentira», reaccionaba Kelly Clarkson cuando le hablaban del rapado. «Cada persona maneja las situaciones de forma diferente. Por suerte, yo me he rodeado de gente sincera en la que confío», zanjaba el asunto sobre el paraguas Beyoncé.

Pocos meses después de estos incidentes, Britney anunciaba el lanzamiento de su sexto álbum de estudio y la presentación de su primer single, Gimme More, en la gala de los premios Video Music Awards de MTV. Se anunciaba como el regreso triunfal, tras meses de polémica, de la Princesa del Pop. Sus fans deseaban que su ídolo resurgiese de las cenizas cual ave fénix. Nada más lejos de la realidad. Caracterizada por dominar el baile a la perfección, la cantante apenas se movía y se dejaba guiar por los bailarines. Con aspecto desorientado, se desplazaba de un lado al otro del escenario sin tener claro en muchas ocasiones qué tocaba hacer. La actuación ha pasado a la historia como una de las más bochornosas de los premios, y se le culpa del fiasco del disco Blackout, aplaudido por crítica y seguidores.

Al día siguiente, la cobertura de la gala se movía entre el disparate y la indignación hacia el equipo de la cantante. Los medios más serios se preguntaban cómo había podido suceder. «¿No tiene un equipo de personas que le aconsejen no salir en su estado? ¿Para qué está pagando a toda esa gente», se escandalizaba un presentador de la NBC. Un mes después, un juez decretaba la custodia completa de los hijos de la pareja para Kevin.

La cosa no quedaría así. Una nueva disputa sobre sus hijos desembocaría en las tristes imágenes que dieron la vuelta al mundo. El 4 de enero de 2008 Britney se encerró en un baño con uno de sus niños durante una pelea con Kevin. La disputa acabó con una ambulancia llevando a la cantante por la fuerza a un centro psiquiátrico. Fue liberada solo un día después. Unas semanas más tarde, volvía a ser ingresada, con toda una parafernalia montada a su alrededor que incluía la presencia de helicópteros. Las fotografías de la cantante postrada en la camilla y los vídeos de sus recriminaciones a los paparazzi coparon titulares.

Curatela paterna, una historia de 12 años

Estas circunstancias alegó su padre, Jamie Spears, para solicitar la curatela de su hija (conservatorship en inglés). La revista Forbes, en un artículo de hace un año, explicó el uso que se hacía de este supuesto jurídico. «Es una medida extrema para hacerse cargo solamente de adultos que carecen de la posibilidad de tomar decisiones por sí mismas. Generalmente, se aplica a ancianos con Alzheimer u otros tipos de demencia, o personas adultas con otros problemas a largo plazo como daños cerebrales. Antes de Britney, el uso a largo plazo de una curatela para una celebridad fuera de control no se había oído».

Un tribunal de Los Ángeles le concedió al padre la curatela temporal de su hija tras el segundo ingreso. Su entorno tranquilizaba a los medios y sus especulaciones: tendría validez hasta que Britney se recuperase. A finales de año, sin embargo, el tribunal aprobó su permanencia en el tiempo. En la práctica, esto supone que el progenitor de Britney tiene control total sobre el capital de la cantante, sus negocios así como las visitas que recibe, entre otros aspectos. Por este «trabajo», Jamie recibe un salario de 180.000 dólares anuales, más facturas y alquileres aprobados por un tribunal. De la residencia en Las Vegas de su hija exigió, además, un 1,5% de las ganancias totales. Una jueza devolvió parte de autonomía a Britney en marzo de 2008 concediéndole una paga de 1.500 dólares semanales, que el padre afirmó era para que «disfrutase de más libertad y pudiese decidir cómo pasarlo bien».

Desde el comienzo, han surgido dudas sobre si este arreglo es el más adecuado para la Princesa del Pop, e incluso de su necesidad. La culpa del padre y los agentes de la cantante en lo sucedido ha sido motivo de habladurías durante todo este tiempo. Una de las primeras voces en alzarse en defensa de Britney y contra su entorno fue la serie de animación adulta South Park. Si bien típicamente caricaturiza a los personajes, en ese capítulo titulado El nuevo look de Britney Spears mostró cierta compasión. Al ser arrastrada directamente del hospital al estudio de grabación en una hipérbole reducida sobre su historia, los protagonistas se preguntan si es eso lo que necesita ahora.

Poco después de comenzar su curatela, Britney hacía una aparición como invitada especial en la exitosa serie Cómo conocí a vuestra madre, y entraba de nuevo en el estudio a grabar su siguiente disco, titulado Circus. Al mismo tiempo, grababa, al parecer por petición de la artista como rezan los rótulos al comienzo, el documental Britney: For the Record. En él se centran en la presión mediática a la que se ve sometida la artista, y persiguen mantener ese discurso que culpa exclusivamente a los medios sensacionalistas y su persecución incesante de la debacle de la artista.

Sin embargo, en él se cuelan algunas declaraciones reveladoras de la cantante. «Siento que no me escuchan, me oyen, pero no me escuchan. Me siento ignorada. No se enteran de lo que les digo. Y estoy triste». Ante la cámara, rompe a llorar. Estas imágenes se intercalan con otras en las que, reunida con su equipo, les suelta que «Tengo la sensación de que nunca me salgo con la mía, siempre deciden los demás», a lo que el resto contesta con mutismo. Preguntada si su vida está descontrolada, contesta que no. «Está bajo demasiado control. No hay pasión ni emoción. Es como el día de la marmota». También desvela que echa de menos conducir, una de las múltiples acciones que la curatela le impide.

A las declaraciones de este estilo se une el hecho de que, desde 2008, ha lanzado cuatro álbumes, realizado tres giras mundiales, cuatro años de espectáculo en Las Vegas y sido jurado a tiempo completo en X Factor. Lo último, que ocurrió en 2012, encendió las alarmas. Muchos expertos se cuestionaban en televisión cómo era posible que no pudiese tomar decisiones por sí sola, pero sí ejercer de jurado.

#FreeBritney, un movimiento en auge

Si puede amasar millones cada año, grabar álbumes y dar conciertos, ¿qué sentido tiene la curatela?

El abogado Andrew Wallet, que hasta el año pasado compartía la curatela con el padre de Britney, la ha defendido como «un modelo híbrido de negocio». Lo justificó así en noviembre de 2018, mientras pedía un aumento en su retribución.

Una sólida base de sus seguidores no opina igual. La página web Free Britney nació en 2009. Creada por un fan, ponía en duda la necesidad del acuerdo. Entre otros hechos, esgrimía la aparición de al menos dos abogados que garantizaban haber sido contratados por Britney. Adam Streisand, que luchó porque el padre no obtuviese la curatela, repetía en 2008 que la ganadora del Grammy a mejor grabación por Toxic no quería que su padre se hiciese cargo de su capital. El tribunal no le reconoció como representante legal de Britney. Otro filtró un audio en el que supuestamente solicitaba sus servicios, hasta que era interrumpida bruscamente por alguien en la sala.

Ha tenido que pasar una década para que el hashtag haya resucitado y se haya convertido en todo un movimiento. Varios han sido las razones que lo han aupado al éxito actual.

En enero de 2019, Britney anunció que cancelaba su nueva residencia en Las Vegas, Domination, para centrarse en su padre, cuyo estado de salud era frágil tras una perforación del colon. En marzo, el abogado Wallet renunció a formar parte de la curatela. Los crípticos motivos que blandió fueron que, de otra forma, Britney sufriría «un detrimento substancial, daño irreparable y un peligro inmediato». El 3 de abril, la cantante ingresó, de forma voluntaria según afirman, en una instalación para el tratamiento de enfermedades mentales con el objetivo de centrarse en ella misma.

Ese mismo mes, el podcast Britney’s Gram, que comenzó con tono de parodia y fue adoptando matices más serios con el paso del tiempo, publicó un audio que les habían dejado en el buzón de voz. Según sus presentadores, los comediantes Tess Barker y Barbara Gray, pudieron comprobar la identidad de la persona. Confirman que es un paralegal que trabajó en la curatela. El informante desvelaba que Jamie Spears fulminó la residencia de Britney porque había dejado de tomar su medicación, que la ingresaron durante tres meses y no solo 30 días, y que estaba retenida en contra de su voluntad.

Ese momento empujó a varias caras conocidas a hablar a favor de Britney. En Instagram, la estrella de Real Housewives of New York Luann de Lesseps incluyó el hashtag en una publicación.

La misma semana, la presentadora del programa The Talk Eve lució una camiseta con el movimiento durante la retransmisión del mismo. En él, debatieron la situación en la que se encontraba. Aunque intentaron ser precavidas y repitieron que no disponían de suficiente información, dejaron caer algunas dudas. Sharon Osborne, por ejemplo, afirmó que «nadie trabaja para ella gratis, lo hacen porque consiguen un porcentaje de lo que gana. Cuando hay dinero de por medio, nada me sorprendería». Y recomendó que el padre «encontrase un trabajo real».

Durante un concierto el pasado septiembre, Miley Cyrus gritó a sus fans «Free Britney!». La acción fue recibida con aplausos.

Ese septiembre, Jamie pidió dejar también la curatela de la cantante por su empeorado estado de salud. Jodi Montgomery, al cuidado de la cantante desde un año atrás, adoptó sus tareas. Aunque la justificación para esta petición fue la debilidad del padre, muchos creen que tuvo más que ver con la denuncia por violencia de uno de sus nietos. Este incidente llevó a un juez a reducir la custodia de los hijos, de la que Britney había recuperado el 50%, a solo el 30%.

En 2019 su madre, Lynne Spears, presentó una moción en la que solicitaba tener más poder e involucración en los asuntos financieros de su hija, así como que se le notificasen los movimientos de su fideicomiso.

Diet Prada y las teorías conspiranoicas

Una publicación la semana pasada en Diet Prada ha dado músculo al movimiento. La cuenta, que normalmente se dedica a sacar los colores a la industria textil, resume toda la historia de Britney hasta el momento actual. Eso sí, mezcla informaciones contrastadas con otras de fuentes dudosas.

Cuentas como Saint Hoax y otras más anónimas se han hecho eco de la historia, empujando un movimiento que ya suma 96.000 publicaciones en Instagram. Celebridades como Paris Hilton han querido unirse al movimiento, a su manera, claro.

Las teorías conspiranoicas no podían faltar en este drama. Convencidos de que las publicaciones de la estrella en redes son también controladas, le piden en sus comentarios que envíe mensajes subliminales. Como argumento, esgrimen que cuando un usuario le pide que, si necesita auxilio, vista de amarillo en su siguiente vídeo, ella lleva una blusa de ese color. Que otro le pidió vestir de negro, y cumplió. Otro más, que publicase unas palomas, y ella lanzó un cuadro con palomas. El patrón, según ellos, se repite.

La última demanda judicial

Hace unas horas trascendió, según documentos legales obtenidos por The Blast, que Britney no se va a quedar de brazos cruzados. Según el medio, el abogado de la estrella del pop, Samuel Ingham ha presentado una demanda en la que pide que el padre, Jamie Spears, deje de llevar la curatela o se involucre en sus finanzas de aquí adelante.

El texto asegura que el letrado le ha preguntado a la cantante y que, en su opinión, este acuerdo no refleja la situación actual ni el estilo de vida de la cantante. «En cambio, prefiere fehacientemente que Montgomery continúe en esa posición, como ha hecho durante casi un año», se lee. Y, lo que llama aún más la atención, se apunta a la posibilidad por primera vez de que pida acabar con la curatela. «Sin renunciar en ningún caso a su derecho de acabar con la curatela, a Britney le gustaría hacer la asignación de Montgomery permanente».

La acción legal también refiere a su capital, para el cual la famosa pide una fiduciaria corporativa cualificada para ese propósito. En esta petición, repite de nuevo su derecho a terminar con la curatela.

Este movimiento, de todas formas, no niega la utilidad que ve la cantante en la curatela, que divide en tres frases. En la primera, considera que sirvió para rescatarla de «un colapso mental, explotación por parte de individuos depredadores y la ruina financiera». Después, acepta que sirvió para devolverle su condición de estrella mundial. La tercera, la actual y que han repetido en numerosas ocasiones, que Britney no quiere seguir actuando. Por ello, considera estos cambios necesarios.

El caso volvió a los juzgados el pasado 19 de agosto. La jueza Brenda Penny de la Corte Superior de Los Ángeles decidió, según cuenta The New York Times, mantener la curatela inamovible hasta febrero de 2021.  En principio, ese mes se aclarará si, 13 años después de que Chris Cooker lo pidiese a gritos por Internet, todos, de los paparazzis a quienes la rodean, dejarán a Britney en paz.

El pasado 7 de octubre el caso volvió a dar un giro inesperado. La abogada del padre de la cantante, Lauriann Wright, pidió que «la señora Spears sea quien aparezca en la sala para que todos sepamos lo que está pensando». Frente a la necesidad de que la artista firme una documento sobre sus intenciones con la curatela, Sam Ingham se mostró tajante: «Soy la fuente exclusiva de información en los alegatos públicos sobre lo que quiere mi cliente». Para justificar la imposibilidad de que Britney firme nada, su abogado ha llegado al punto de comparar el estado de la estrella con un paciente en coma, según TMZY ha declarado que en el caso de estos, son sus abogados quienes hablan de su parte.

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