Leonor Watling: “Hay mujeres que a los 60 rompen a follar y es maravilloso, pero hay otra clase de deseo femenino que no se ha contado todavía”
Ha presentado los Goya junto a Maribel Verdú, interpreta a Isabel de Farnesio en la serie La vida breve y regresa a la música en primavera. Watling demuestra que a una buena reina el paso del tiempo jamás le quita la corona
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Aunque presentar los premios Goya es un orgullo para muchos, para otros es un caramelo envenenado. ¿Para Leonor Watling? “Un sueño, aunque quizás por inconsciencia. Ha sido un regalo tanto a nivel personal como profesional que la Academia considerara que estaba en una situación en la que me podía pedir algo así”, dice con ilusión. Bigas Luna, con quien trabajó en Son de mar, dijo de ella que es un mito erótico, mientras que otros la etiquetan como “una intelectual”. Para la mayoría es una actriz que ha trabajado con los grandes del cine, aunque por descontado, también habrá quienes la conozcan como “la cantante de Marlango”. Ahora Leonor es algo más: reina.
En la serie de época La vida breve (Movistar Plus+) da vida a Isabel de Farnesio, toda una maestra de la conspiración. Fuerte, ambiciosa y empeñada en no pedir ni permiso ni perdón —al contrario que Watling, que confiesa disculparse constantemente—, esa reina empoderada ha sido otro regalo para la actriz. “Me documenté por placer, porque el guion era impecable y el trabajo realizado por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor era muy sólido. De hecho, con el vestuario, de Ana Locking, y con la fotografía, lo ‘único’ que tenía que hacer yo era no tropezarme. En esa época el mundo era muy masculino, pero había muchas mujeres opinando y tomando decisiones detrás de las puertas”, explica la intérprete.
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Ser reina es muy solitario, pero ¿acaso no puede serlo también la fama?
Cualquier situación que sea excepcional te aleja del grupo, porque hay cosas que solo puedes compartir con quienes se encuentran en esa misma situación. En la serie vemos a unos reyes que han sido arrancados de sus orígenes y enviados a reinar donde tocaba. Vivían alejados de la realidad, porque era como había sido construido todo.
Isabel de Farnesio se mantuvo al lado de Felipe V, una figura muy complicada. Habría ambición, pero algo de amor también, ¿o no?
Hablé mucho al respecto con Cristóbal, Adolfo y Diego Núñez, que fue el director de los tres primeros capítulos. Comentábamos que algo de amor tendría que haber, aunque sea por compartir ese aislamiento del que hablábamos. Supongo que tampoco tendría otra opción, aunque se podía haber ido con una de sus hijas a Portugal, haberse metido en un convento… Pero a Farnesio le gustaba reinar y se dio cuenta de que ella hacía falta. En esa época, el concepto de la salud mental no existía. Lo suyo habría sido que alguien le hubiera dado un abrazo a Felipe y le hubiera dicho: “Tranquilo, hay medicación y te vamos a ayudar”. Ahora estamos muy atentos a todo. Creo que es maravilloso ver las cosas en su contexto; yo no cancelaría ni películas ni novelas, porque es genial poder verlas, disfrutarlas en su contexto y darnos cuenta de cómo ha cambiado el mundo y de hacia dónde queremos ir. La serie se desarrolla en el Barroco, por lo que hay pocos puntos de comparación con el presente. Imagine lo que pasaría si alguien se acercara a Isabel y le dijera: “Vamos a hablar de tu relación”.
Su personaje es uno de los más divertidos sin hacer ningún chiste, algo que no es fácil.
Es un humor superinglés. Recuerdo decir: “Voy a llamar a mis ancestros ingleses para poner esas caras”. Porque mi personaje no gesticula de manera exagerada, sino con desaprobación.
Isabel encontró rápido su espacio. Usted, ¿ha logrado ya dar con el suyo?
Voy poco a poco, creo que estoy mejorando. Ella es la reina y la gente se aparta cuando camina, por lo que para mí, interpretar a alguien así ha sido apasionante. Cabría pensar que sería aliada de Luisa Isabel de Orleans y que la ayudaría, pero hace lo contrario. Tiene el patriarcado tan metido dentro que dice: “Yo he pasado por ahí y tú también vas a hacerlo”.
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Ella es una mujer alfa; usted siempre dice no serlo. Lo curioso es que lo parece. ¿Es quizá un papel que adopta para estar protegida?
Algo de alfa tendré, porque si no, no me subiría a un escenario, pero en la vida no lo soy en absoluto. Quizá se debe a que soy la hermana pequeña. Cuando nací, estaba todo el pescado vendido, por lo que a mí todo me va bien.
Usted, como cantante y actriz, actúa. Como entrevistada, ¿lo hace también?
Un poco, porque no es una conversación neutra entre dos personas. Una valora mucho lo que la otra dice y le da mucho espacio, por lo que es una conversación un poco falsa. No estamos en igualdad de condiciones. No sé si es actuar, pero cuando estamos en un contexto conversacional en el que no hay esa igualdad, lo que sí haces es estar atenta, nada despistada.
Va a cumplir 50 años. ¿Recuerda la primera vez que la llamaron señora?
No, pero sí la primera vez que me dijeron: “A mi madre le encantaba una serie que hacías”. Fue un camarero encantador. Me dijo que a su madre le gustaba mucho Raquel busca su sitio, y entonces me di cuenta de que él tendría 10 años cuando yo hacía la serie. El tiempo pasa, durante muchos años no te das cuenta y de repente…
Cada vez hay papeles más interesantes para mujeres adultas e incluso muchas tramas vinculadas al deseo femenino. Aunque es cierto que las actrices elegidas, aunque tengan más de 50 años, parecen siempre tener 35…
Eso es por el lenguaje visual que todavía tenemos. Aún están por entrar otros lenguajes y otros cuerpos, porque todavía estamos en un lenguaje cinematográfico parecido al del comienzo. El deseo se puede contar de mil maneras y estamos contando uno parecido al masculino, algo que tampoco es cierto. Nosotras tenemos otro tipo de deseo que no se ha contado todavía. Hay mujeres que a los 60 rompen a follar y es maravilloso, pero hay otra clase de deseo femenino que está por contarse.
¿Empezó a notar pasada cierta edad que el teléfono sonaba menos?
Sí, pero no sé hasta qué punto es por decisiones vitales. A los hombres les pasa más tarde. Trabajan mucho pero cuando todavía no son muy mayores, no son ya el galán con canas y tampoco saben bien dónde colocarlos. A las mujeres nos ocurre antes, cuando dejamos de ser “la prota” y el objeto del deseo. En realidad, creo que nosotras tampoco sabemos bien dónde colocarnos. Hablaba el otro día con Maribel [Verdú] sobre la suerte que hemos tenido: cuando nosotras estábamos entrando en la cuarentena, el mundo estaba cambiando con nosotras.
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¿Cómo es posible que hasta los Goya no haya coincidido con Maribel?
No tengo ni idea, y seguimos diciendo que ojalá alguien nos haya visto en la gala y se haya sentido inspirado. Tenía muchísimas ganas de trabajar con ella. Es una cabeza increíble, muy organizada y generosa.
¿Qué actriz de las nuevas generaciones le gustaría que dijera, como dijo usted de Verdú, que haría cualquier proyecto con tal de trabajar con ella?
Las nuevas generaciones vienen con mucho talento y con muchas herramientas. Anna Castillo me encanta, así como Elena Rivera. No conozco a Nicole Wallace, pero me han dicho que es un amor. Hay muchas compañeras maravillosas.
En la Academia de Cine dijo que con el poco hueco que hay en los periódicos para hablar de cultura, no hacía falta llenarlo de política en los Goya…
… Y después de tres horas de conversación, por supuesto, su periódico eligió ese titular [ríe]. Creo que cada uno en su discurso puede dar el contenido que considere oportuno. Me preguntaron si las presentadoras íbamos a tener una postura política y lo que hemos hecho es estar ahí para celebrar a los nominados y darles el espacio para que hablen. Nosotras hemos ejercido de maestras de ceremonias. Fuimos a disfrutar.
Cuando tenía una carrera estable como actriz, decidió sacar disco. ¿De dónde surgió esa valentía?
La verdad es que lo pienso ahora y alucino. Creo que no era muy consciente. Cuando tienes muchas ganas de hacer algo, lo difícil es no hacerlo. Es como el amor, en el que eres muy inconsciente y cuando miras hacia atrás y piensas en cosas que hiciste, dices, “¡Estaba loca! ¡Qué huevos!”. En esa época estaba envalentonada, con muchas ganas de cantar.
¿Cómo lleva las opiniones constantes de los demás y, sobre todo, que se le exija tener una opinión inteligente, formada y sin aristas?
Respecto a las opiniones de los demás, progreso adecuadamente, pero necesito mejorar. Lo otro es más complicado, porque estamos en un momento en el que la neutralidad ya es una postura. Lo que hago es decir que tengo una opinión, pero no la quiero compartir. Más o menos se sabe qué opino. La gente se puede hacer una idea y con eso es suficiente, no tengo nada más valioso que aportar.
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Donde seguro que vuelca opiniones es en el grupo de WhatsApp que comparte con Bob Pop, Paco Tomás, Guillén Clua, Javier Giner y Eva Hache.
No sé cómo surgió ese grupo, pero es un regalazo. Es gente muy sabia, preciosa, talentosísima y divertida a la que le puedes hablar de todo y hacerle preguntas incómodas. Opinamos acerca de todo y nos cuidamos mucho. ¡Estoy muy contenta de estar en ese grupo! Se llama El consorcio en la sombra. Antes era El Gobierno en la sombra, pero nos pareció más divertido que fuera un consorcio alejado del poder.
En primavera presenta single con Leo Sidran. ¿Es un regreso musical o una forma de combatir la astenia primaveral?
No lo sé aún, porque en la vida nunca se sabe, pero es algo que me hace mucha ilusión. Este proyecto ha nacido y crecido de una forma bonita y relajada. Es un músico al que admiro muchísimo. El otoño haremos gira. Y respecto a Marlango, Alejandro está haciendo cosas alucinantes. Está con la obra de Chavela, con Rozalén y Cristina Manjón, exvocalista de Fuel Fandango. Nos llevamos genial y siempre tenemos muchas cosas que contarnos.
En su carrera como actriz no ha faltado el terror pero, ¿acaso da algo más miedo que vivir con dos adolescentes, como usted hace?
Descubres muchas cosas con ellos. Tengo la suerte de que mi hermana es coach y tiene un proyecto para padres y adolescentes que se llama Anthrop y que lleva desde un amor absoluto que me ha contagiado. Hay que acompañarlos con la mayor paciencia y con la mayor autoridad posible.
Si la vida no fuera breve, sino brevísima, ¿qué tres cosas habría que hacer sí o sí?
Enamorarse, porque es una experiencia loquísima, viajar y darse cuenta de que hay muchos mundos dentro de este mundo y que todos son distintos y válidos. También diría que hay que comer bien. Y ya, si te da tiempo, beber hasta que se acabe.
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