Judit Mascó: “Ya no llego a las entrevistas pensando que el periodista cree que soy rubia y tonta”
Cuatro amigas protagonizan The Forever Girls, la nueva serie de literatura juvenil de Judit Mascó, que palió la soledad de la profesión de ‘top model’ sumergiéndose en la lectura
A principios de los noventa, Judit Mascó (Barcelona, 55 años) recorría desnortada las calles de Manhattan en busca de librerías con catálogo en español. “Solo había clásicos, así que me lancé a Los hermanos Karamazov. Y me encantó. Siempre llevaba un libro conmigo porque me sentía muy sola”, evoca la supermodelo. Una afición que la animó después a publicar dos libros y que sigue cultivando ahora, con el lanzamiento de The Forever Girls: Amistad en peligro (Inuk Books). Es la primera novela de una serie juvenil, escrita junto a Mar Picó, con la que transmitir valores como el feminismo a una nueva generación de lectoras que, como ella, se puedan sentir acompañadas pasando de página.
La amistad femenina vertebra The Forever Girls. En una industria tan competitiva como la de la moda, ¿había espacio para la sororidad?
Cuando me subía a la pasarela quería ser la mejor, pero nunca he tenido enemigas. En este mundo lo primero que ves es la estética, el físico, y eso crea mucha competitividad, pero cuando empecé con 17 años necesitaba la sororidad entre compañeras para sentirme arropada. La sororidad era un regalo.
Su primer libro se publicó hace 20 años. ¿Notó entonces prejuicios respecto a su capacidad como escritora?
Tenía doble trabajo con los periodistas: contestar a sus preguntas y defenderme del prejuicio inicial. Notaba que se sorprendían cuando me expresaba. Pero ahora no me siento así, ya no llego a una entrevista pensando que el periodista cree que soy rubia y tonta. Las modelos hemos demostrado que podemos tener carreras largas y prolíficas.
Con motivo de su mítica portada en Sports Illustrated, su padre, José María, dijo en El País que esperaba “que no se le subieran los humos a la cabeza”. ¿Le ocurrió?
No me dieron la oportunidad. Fue muy difícil vivir esas dos realidades. Tenía dinero, viajaba y era libre, pero luego regresaba y las normas eran las mismas: a las nueve en casa y si hay verdura, te la terminas. Me di cuenta de que no podía hablar solo de mí y mi locura, tenía que adaptarme a los míos.
Lleva tres décadas de matrimonio con su marido. ¿Cuál es la clave para estar siempre en la misma página?
No estamos siempre en la misma página, pero sí en el mismo libro. Es necesaria la libertad, la comunicación y que haya muchas cosas que nos conecten. Ahora que mis hijas son mayores, tenemos aficiones que disfrutamos juntos, como la lectura. Siempre ha sido mi mejor amigo.
A pesar de recibir ofertas incluso para ser chica Bond, no quiso perseguir una carrera como actriz. ¿Era el síndrome de la impostora?
Son profesiones distintas y no quería engañarme, sabía que me reclamaban por ser joven, guapa y tener nombre. Llegué a probar, pero yo ya tenía una carrera espectacular como modelo y podía entorpecerla. Quizá me faltó valentía... nunca sabré qué habría pasado, pero creo que hice bien.
Tiene cuatro hijas y cuatro son las protagonistas de The Forever Girls. ¿Le han abierto los ojos ellas sobre algún tema de los que aparecen en el libro?
Creo en valores feministas y es algo de lo que también me he ido impregnando a raíz de tener a cuatro mujeres en casa. El mundo ha cambiado mucho en diez años y a veces me asusto de ver lo aceleradas que van, pero miro a mis hijas y entiendo que hay ir así. La realidad hace que retrocedamos tan rápidamente que hay que ir varios pasos por delante.
En las últimas elecciones europeas el voto joven a partidos de ultraderecha creció en España. ¿Nota esa fuerza de retroceso?
Sí. Durante toda la humanidad el poder ha estado en manos del hombre y entiendo —con ironía— que debe ser muy difícil cederlo. Entiendo ese rechazo y también que las jóvenes de hoy no estén dispuestas a ceder nada, ni un paso. Por eso es importante crear referentes femeninos actuales y cercanos, para que las jóvenes se vean reflejadas en una etapa tan complicada.
Martina Klein nos confesó que tenía un póster suyo en su habitación. ¿Quién presidía las paredes de su habitación adolescente?
Recuerdo que tenía unas postales en blanco y negro de Paul Newman y de James Dean. Por edad le tocaban más a mí madre, pero los encontraba superguapos. No soy nada mitómana, no siento la necesidad de hacerme una foto con un famoso, pero admiro mucho a los escritores. Me hace mucha ilusión cuando puedo conocer a alguno.
Al igual que Almudena Grandes da nombre la estación de Atocha, ¿quién le gustaría que acompañara en su ciudad a la estación de Sants?
Mercè Rodoreda. He leído mucho de ella y el último, Jardín junto al mar, que es uno de los más desconocidos, es muy bonito. Admiro mucho que una mujer del siglo pasado pudiera llegar a hacer una carrera literaria como la suya.
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