Chica Sobresalto: “Me gustaría que España enviara a una tía mediocre como yo a Eurovisión, no todas tienen que ser increíbles como Chanel”
La navarra busca representar a España en el festival de Eurovisión con ‘Mala feminista’, ejemplo del característico “pop molesto” de una de las artistas jóvenes más estimulantes y carismáticas. La gestión del ego, cómo hacer de la mediocridad un arte o el desamparo de las mujeres en la justicia son algunos de los temas que vertebran nuestra charla con ella a escasas horas de su debut en el Benidorm Fest
Mala feminista, la canción con la que Chica Sobresalto (Villava, Navarra, 30 años), busca alzarse con la victoria en esta edición del Benidorm Fest, no nació con vocación de himno reivindicativo. Su autora, nacida como Maialen Gurbindo y que saltó a la fama gracias al carisma y el talento demostrados tras su paso por Operación Triunfo 2020, defiende que el tema que podría representar a España en el próximo festival de Eurovisión no es el lugar al que acudir para aprender de feminismo, sino para demostrar el hastío ante un sistema que reclama empoderamiento a las mujeres mientras continúa boicoteando su realidad. Un grito lógico en la carrera de una cantante que disfraza su discurso punki con sonidos mainstream —conocido como “pop molesto”—, siguiendo así una vocación crónica por incomodar y salirse de lugares comunes tanto dentro como fuera del escenario. “Esta cosa de enfadarse e incluso de llorar bailando me excita por dentro”, añade la navarra, quizá la artista joven que de una manera más honesta y aterrizada sabe desgranar los retos, contradicciones y prejuicios del panorama musical actual.
Desde que se anunció su participación en el Benidorm Fest, ¿cuántas veces se ha arrepentido de haberse presentado?
Me arrepiento de dedicarme a esto cada vez que tengo que hacer algo que me da susto. Lo que más me gusta del mundo es dar conciertos; de hecho, tengo el problema de que me deprimo cuando no tengo ninguno porque soy muy dependiente del escenario, pero antes de salir siempre me arrepiento. Pienso en lo bien que me iría sacándome unas oposiciones de profesora de escuela, con lo que me gustan los niños. Sé que esa sensación de arrepentimiento no es cierta, que es pánico, así que intento no creer todo lo que dice mi cabeza porque si no estaría más loca todavía de lo que ya estoy.
Como presentadora del podcast Triunfitas con traumitas, ¿teme que volver a someterse al escrutinio de jurado y público pueda reavivar traumas del pasado? ¿Le afecta cómo pueda ser recibida Mala feminista?
Un montón y, quien diga que no, seguramente miente. Al final somos artistas y vivimos del aplauso externo. Además, yo soy compositora sobre cualquier otra faceta y quiero muchísimo a mi canción, tengo un vínculo personal con ella muy fuerte. Que alguien diga algo malo de ella es como si lo dijera de mi perro y me pico mucho en casa, aunque luego entiendo que es lícito que a mucha gente no le guste. Lo que sí me molesta es cuando oigo eso de que “esto no es eurovisivo” o “esto no pega en el Benidorm Fest”. Las personas que crean este festival precisamente lo que quieren es que haya diversidad, que todo el mundo pueda encontrar a alguien con quien conectar.
Estos días compartía en Instagram los vídeos del polémico interrogatorio del juez Carretero a Elisa Mouliaá en el juicio por violencia sexual a Íñigo Errejón. ¿Le preocupa que posicionarse en temas políticos pueda perjudicarla de cara al voto popular?
Me da igual. Prefiero quedar más abajo en el televoto y decir lo que pienso que autocensurarme para tener una mejor posición. Yo elijo en qué jardines me meto y si me van a votar menos, estupendo. También creo que voy con una canción que es, como poco, conflictiva, así que dudo que mi público objetivo esté en el lugar de quien defiende lo que ha hecho este señor o el hecho de que las mujeres no nos podamos sentir arropadas por la justicia. Si no puedo tener una carrera como artista por decir lo que pienso, prefiero no tenerla. No quiero estar en mi casa destrozándome por dentro.
Su canción habla un poco sobre el hastío de tener que mostrarse como una mujer empoderada cuando la sociedad sigue sin ofrecerles demasiado poder.
En este caso, por ejemplo, habría que pedirle a este señor que dejara de ser gilipollas. “Hay que denunciar, hay que ser valientes, hay que…”. Igual hay que cambiar el foco de sitio y pedirles a ellos que se miren. Yo quiero ser una buena feminista, quiero ser sorora, ir a terapia y demás, pero igual no haría tanta falta si ellos se educaran un poco. Me parecía muy activista decir que estoy hasta las narices. Mi canción no es un lugar al que acudir para aprender sobre feminismo, pero sí para decir que estoy hasta el monte de Venus de estas cosas.
La portada de la canción es un homenaje indisimulado a La sustancia: ¿Se produce en este caso esa relación simbiótica de la película? ¿Maialen se ha quedado en casa y Chica Sobresalto está en Benidorm?
Sí que he tenido ese tipo de desdoblamiento durante mucho tiempo, pero he llegado a un punto en el que ya no. Me he dado cuenta, con mucha terapia, de que es un poco absurdo.
Ha pasado de limpiar las oficinas de la que ahora es su discográfica (El Dromedario Records) a ser aspirante para representar a España en Eurovisión. ¿Lo hubiera creído posible en sus inicios?
De hecho, limpiaba bares y otros sitios mucho más desagradables que limpiar una oficina… Pero creo que había una parte de mí que desde pequeña sabía que iba a llegar a poder hacer cosas grandes y otra parte, muy negativa y con poca autoestima, que me decía que no iba a poder lidiar con esto, que no iba a poder ser.
¿Cómo logró que esa baja autoestima no fuera un obstáculo para perseguir esos grandes sueños?
El elemento clave fue que, cuando salí de Operación Triunfo, pude empezar a pagarme una terapia. Muchos de nuestros problemas proceden de la ansiedad económica, de no poder afrontar los gastos que requiere tener una vida eficiente a nivel salud mental. El problema de muchos no es que no estemos bien de la cabeza, es que no tenemos dinero para poder estar bien de la cabeza. Yo soy una persona muy ermitaña y me he esforzado en rodearme de un entorno que me haga poner los pies en el suelo y coger tierra, también para poder darme cuenta de que no soy tan importante. Nada de lo que haga va a trascender de una forma loquísima, así que no hace falta que lo haga siempre perfecto.
Es muy habitual ver a actores y cantantes dotando de mucha gravedad y profundidad cualquier nuevo trabajo.
Sí, me parece muy dañino. Los artistas tenemos mucho ego, solo hay que ver que ahora todo el mundo tiene un documental sobre su vida. La gente cree que su vida es tan importante como para hacerse un documental y hasta yo misma me he escrito un libro [El arte de ser mediocre, Vergara]. Tenemos ese punto egocéntrico de, “Mirad lo que he hecho, miradme todos”. Si no sales de tu burbuja y no tienes contacto con gente que trabaja en cosas, perdón por la expresión, de verdad, pierdes esa conexión. Me he esforzado mucho en que esto no me ocurra porque siendo, creo, una persona bastante humilde, sí veo atisbos de estrellita que me hacen estar al loro para no volverme un poco gilipollas.
En ese libro hablaba sobre cómo había conseguido hacer de su mediocridad un arte. ¿Le gustaría que España enviara a una mediocre a Eurovisión?
Muchísimo. Y, sobre todo, que enviara a una tía mediocre como yo porque no todas tienen que ser tan increíbles como Chanel. También hay otro tipo de chicas y artistas. Me parece genial que un año pueda estar Chanel, otro Nebulossa y otro año yo. Vendría bien para que las niñas sepan que pueden ser cualquiera de ellas y que estará bien.
Defiende que ha llegado aquí porque se lo ha currado mucho. ¿De verdad la cultura del esfuerzo es un factor en esta industria?
Es difícil decir un porcentaje porque las tres cosas son importantes, pero creo que en mi caso vendría el trabajo, luego la suerte y, por último, el talento. Hay muchísima gente con el mismo o más talento que yo y eso me hace tener los pies en la tierra. También sé que si no hubiera entrado en OT hoy no estaría aquí y ahí entra el factor suerte porque no era mejor que nadie en ese casting. Simplemente querían a alguien que se pareciera a mí y a lo que yo hacía, así que por eso me seleccionaron.
De pequeña era una admiradora acérrima de Shakira. ¿Tiene razón la colombiana al asegurar que “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” o siguen predominando las lágrimas?
Por supuesto que hay más lágrimas. Hemos ganado mucho terreno, pero los altos cargos de las discográficas, los señores productores que no hay quien les tosa, siguen siendo hombres en una inmensísima mayoría. Son ellos los que deberían dimitir ya.
¿Ha sido una presión para usted tener que elegir el vestuario para un escaparate tan mediático como el Benidorm Fest?
Yo haría la actuación en chándal, no tengo mucho criterio de moda. Mi director creativo, Santi Goicoechea, y Alba Amigo me han hecho un custom increíble con un detalle que hace referencia a la canción. Me encanta llevar algo que antes no existía y que no va a volver a existir porque es algo mío, pero lo que de verdad me preocupa es que llevo un pelín de tacón, un poquito, y solo eso ya me agobia. Llevo cuatro días paseándome por el hotel con chándal y tacones para aprender a andar bien… (ríe).
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