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María Escarmiento: “He aprendido a no aguantar ninguna chapa”

Estrella en ‘OT’ 2018, la cantante se acuerda de Tuenti y conquista a un público muy joven con el sonido dosmilero de sus hermanos mayores

María Escarmiento
María Escarmiento participó en la edición de 2018 de 'OT'.MARÍA CAPARRÓS

Como su compañera en Operación Triunfo 2018 Natalia Lacunza o como Amaia, ganadora de la edición anterior, María Escarmiento ha superado esa presunta contradicción entre lo que está concebido para tener éxito y lo que busca emocionar. ¿Canciones bailables y divertidas? Todas. ¿Hits para el verano y el chiringuito? Desde luego, pero muy personales y con una estética más cercana a la de divas de la música urbana como La Zowi o Bad Gyal que a la de las viejas generaciones de OT. En los visuales de sus conciertos aparecen BlackBerry, iPods Shuffle y consolas Game Boy. Casi nadie en el público tiene edad para haber manejado esos aparatos, pero tampoco asistieron a ninguna sesión de DJ Marta en Radical y bailan sus temas al final del show como verdaderos aficionados al hardstyle tras muchas noches en Torrijos. Por cierto, ¿todo esto es nostalgia o son referencias que propulsan el hiperpop hacia el futuro?

La cantante trabaja con Vau Boy.
La cantante trabaja con Vau Boy.MARÍA CAPARRÓS

¿Qué es el hiperpop?

Diría que es pop basado en ordenadores. Es un género que crece, cambia, está al día y usa todos los recursos disponibles. Ese avance y apertura a la novedad y al cambio me parecen estimulantes. Charli XCX es la que mejor ha logrado lo que todas estamos intentando hacer. También Oklou, que ha sacado temas preciosos.

Sus canciones están llenas de recuerdos de la era Tuenti. ¿Echa de menos aquel Internet ya antiguo?

Recuerdo Tuenti muchísimo, me encantaría que siguiera. Messenger también me parecía muy divertido. Con el Internet actual estoy muy agobiada, estamos en un punto muy crítico. Sí siento nostalgia de ponerme un nick, cambiar la foto de perfil… Tenía 13 años y era más ligero para mí. Ahora algunas cosas se han desbordado y me afectan más. Claro que echo de menos mi iPod, donde solo estaban mis canciones: todo parecía más simple.

Su adolescencia fue distinta de la de campeones de la precocidad como Rojuu o Billie Eilish. Tiene 33 años, una edad a la que todavía puede solicitar el Bono Alquiler Joven, pero que en algunas escenas se considera de madurez. ¿Cómo lleva esa contradicción?

Intento quitarle importancia porque mi carrera se desarrolla a una edad más tardía de lo habitual, pero he llegado hasta aquí gracias a unos procesos que no podría haber hecho si no tuviera esta edad. Tengo ganas de rebatir esas ideas sobre hacerlo todo muy tempranamente. Hay quienes tienen suerte y con 16 años ya son genios, no fue mi caso.

Sus bases son cada vez más duras. Sus temas cada vez suenan más trance, más hardstyle.

Siempre me ha interesado ese sonido y, cuando me junté con productores que lo sabían hacer, me dio mucho subidón cantarlo en mis conciertos y que se líe. Trabajo con Vau Boy que hace un happy hardcore muy disfrutable y es muy guay que haya gente joven que esté descubriendo ese mundo a través de nosotros.

¿Cree que este viaje hacia un sonido más duro perjudica a la hora de buscar discográfica? ¿Qué hay detrás del mito del músico que se enfrenta a los ejecutivos de una multi?

Desde que soy independiente soy más feliz. A la multinacional, dependiendo de la posición en la que estés, le puedes sacar partido porque tiene mucha maquinaria que puede poner a tu favor, pero no siempre lo hace. Mi caso era complicado porque no se podía hacer la misma inversión en todos y lo interesante de tener una compañía detrás es, precisamente, que inviertan en ti el dinero que tú no tienes. Es difícil que los ejecutivos te comprendan, te tienes que vender y yo estoy encontrándome a mí misma y prefiero sacarme las castañas sola. Tengo que invertir y algunas decisiones sobre cuánto gasto en vivir y cuánto en mi proyecto me agobian, igual que tampoco sé cuándo parar, cuándo darme un descanso o cuándo va a llegar mi próximo sueldo, pero siempre he tenido suerte y esa tensión es la incertidumbre que viven todos los autónomos.

¿Impresiona pensar que participó en el último gran fenómeno de la televisión en España?

No creo que fuera el último, la última edición dicen que la vio más gente. Se movió mucho en TikTok y yo agradezco que en mi época no existiera esa red. Creo que Operación Triunfo siempre funcionará: la cabida que tenga cada uno en la industria musical es otra cosa, pero como formato televisivo es divertidísimo. Si pienso en mi edición como espectadora creo que transmitió unos valores positivos. Visto desde fuera, tuvo que ser muy interesante: tantas chavalas jóvenes hablando en la tele, fue lo contrario a rancio.

Ha comentado que ya no bebe, pero escribe mucho sobre la noche. ¿Qué ha aprendido en esos ambientes?

No es que haya dejado de beber radicalmente. Dejé de emborracharme porque las resacas me destrozaban. No hay explicación filosófica, es que no podía más con ellas. Pero he salido mucho, así que lo evoco con facilidad porque me encanta la fiesta y me encanta la cultura de club. Pero antes de un concierto, que es un trabajo muy físico, prefiero sentirme bien a nivel corporal y estar concentrada del todo. Eso sí, no quiero ser abanderada de nada porque a mí la noche me ha dado muchas cosas. Es una manera muy cómoda de encontrar gente afín, gente que comparte gustos, que te estimula. He hecho grandes amigos, aunque me he comido grandes chapas. Así que también he aprendido a no aguantar ninguna chapa. Tengo tolerancia cero, las evito, a mí ya nadie me da una chapa.

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