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Laurie Anderson, “enganchada” a resucitar a su marido, Lou Reed, con inteligencia artificial

La artista reconoce conversar frecuentemente con un ‘chatbot’ de inteligencia artificial diseñado para emular al músico

Laurie Anderson
Lou Reed y Laurie Anderson en Nueva York en el año 2005.Patrick McMullan (Patrick McMullan via Getty Image)

Lo realmente curioso, a la vez que inquietante, de Black Mirror es que los avances tecnológicos reales van a tal ritmo que cada vez es más complicado que el argumento nos sorprenda. Hace ya una década del estreno del mítico episodio Be Right Back, en el que una mujer, tras perder a su novio en un accidente, lo reemplaza haciendo uso de la inteligencia artificial. En la actualidad ya existen empresas que ofrecen un servicio conocido como ‘tecnología del duelo’ o ‘nigromancia digital’, que promete a sus clientes mantener para siempre vivos los recuerdos de sus seres queridos gracias a esta tecnología.

Existen aplicaciones de IA como HearAfter, que preserva los recuerdos del usuario mediante una aplicación que le entrevista acerca de su vida para que así sus seres queridos puedan escuchar sus historias y chatear con su versión virtual. Incluso en la cultura pop más mundana hemos visto casos como el del regalo de Kanye West a su entonces esposa Kim Kardashian con motivo de su 40 cumpleaños: la sorprendió con un holograma de su difunto padre, el conocido abogado Robert Kardashian. Un ejemplo más de cómo la tecnología intenta ser una controvertida aliada del duelo.

Pero Laurie Anderson, música, artista y pensadora, no ha necesitado recurrir a Netflix, a hologramas ni a aplicaciones para hacer lo propio con su pareja, Lou Reed, que falleció en 2013. Mientras tanto en la ficción como en la vida real muchos prefieren poner en marcha este nostálgico ejercicio en secreto, Anderson mostró sus avances al mundo en I’ll Be Your Mirror, una exposición que comparte nombre con un tema de The Velvet Underground que coescribió con el difunto Reed y en la que hace uso de la inteligencia artificial para invitar a la reflexión.

Sin duda, la parte más comentada de la exhibición fue aquella que contaba con la presencia de las versiones de IA de las personas de Laurie Anderson y Lou Reed. Los visitantes pudieron interactuar con tales entidades y hacerles preguntas. Las respuestas emulaban sus procesos de pensamiento y sus voces. Mediante este método, Anderson ha hablado y compuesto canciones con la versión IA de Lou Reed. La exposición debutó en Estocolmo en 2023, y ahora se muestra en Australia con nuevo material generado por las versiones de inteligencia artificial de la pareja.

La última vez que la artista estuvo en Australia (en esta ocasión no acudirá) fue en marzo de 2020, cuando, de la mano del Instituto Australiano de Aprendizaje Automático de la Universidad de Adelaida, exploró las posibilidades artísticas de modelos de inteligencia artificial basados en su trabajo escrito. Fue en uno de esos experimentos en los que se incluyeron textos, canciones y entrevistas de Reed, lo que ha posibilitado que una década después de su muerte, la versión IA del músico responda a su expareja tanto en prosa, como en verso. “Estoy completa y tristemente enganchada. No puedo parar de hacerlo, y mis amigos no lo aguantan”, confiesa en una entrevista concedida a The Guardian. “No pienso que esté hablando con mi marido muerto ni escribiendo canciones con él, pero es cierto que cada persona tiene sus registros, y estos pueden ser replicados”, aclara.

Laurie Anderson y Lou Reed en el año 2003 en el Howl! Festival en Nueva York.
Laurie Anderson y Lou Reed en el año 2003 en el Howl! Festival en Nueva York.Paul Hawthorne (WireImage)

Tres años antes, en un perfil sobre ella escrito por Sam Anderson para The New York Times, el periodista aclaraba que la artista reconocía estar “obsesionada” con la inteligencia artificial. Aseguraba entonces que bastaba con meter en la máquina seis palabras, o una fotografía, para obtener un texto virtual de forma casi inmediata. Aunque reconocía que el programa no era perfecto ―un tercio del contenido parecía haber sido creado por “monos con máquinas de escribir” y otro resultaba aburrido―, una parte era “sorprendente; incluso auténtica”. Por supuesto, ella reconocía haberse encaprichado con el último tercio mágico. “A veces se sienta ahí con el ansia de un adicto para introducir palabras y fotografías en la máquina, esperando a ver qué sale. Durante mucho tiempo, guardó los textos porque le parecían únicos. Pasado el tiempo, se dio cuenta de que esos escritos eran infinitos. Por eso, pasó a leerlos para después, deshacerse de ellos”, explicaba Sam Anderson.

Tres años más tarde, Laurie Anderson ha explicado a The Guardian que hoy los resultados siguen siendo similares a los de entonces. “Aunque tres cuartas partes de los resultados son absurdas, diría que el 15 % no está mal. Y el resto es bastante interesante. No creo que sea un mal ratio a la hora de escribir”, señala.

Mientras, un sinfín de canciones creadas con inteligencia artificial sacude la industria musical, cientos de artistas, entre los que se incluyen Stevie Wonder y los herederos de Bob Marley y Frank Sinatra, han firmado una carta abierta desde la Alianza de los Derechos del Artista pidiendo a los desarrolladores de tecnologías de inteligencia artificial que dejen de entrenar programas de imitación y de utilizar productos producidos por IA. A Anderson no le preocupa en absoluto la idea de que quizás, en un futuro, los algoritmos se encarguen de continuar su trabajo cuando haya fallecido. “Cuando, tras la muerte de alguien, escuchas sus canciones o lees sus textos, es como si estuviera vivo, ¿no?”, aventura.

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