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El insólito renacer de Lindsay Lohan o cómo triunfar con películas muy malas que son lo más visto de Netflix

‘Un deseo irlandés,’ su último estreno, es lo más visto estos días de la plataforma en España. Más de una década alejada de Hollywood, ha encontrado en las comedias románticas de bajo presupuesto y calidad el mejor escaparate para recuperar la relevancia

Lindsay Lohan en la fiesta de Vanity Fair de los Oscar 2024.
Lindsay Lohan en la fiesta de Vanity Fair de los Oscar 2024.Leon Bennett/GA (The Hollywood Reporter via Getty)

“Lamentable”, “abismal”, “bochornosa”, “más tonta que un puñado de piedras” u “ofensivamente mala”. Estos son solo algunos de los adjetivos que la prensa especializada le ha dedicado a Un deseo irlandés, la nueva comedia romántica de Netflix. La historia es formulaica: una aspirante a escritora descubre que el amor de su vida se ha comprometido con su mejor amiga. Dejando a un lado sus sentimientos, acepta ser la dama de honor en la ceremonia, pero la realidad de la boda cambia de manera inesperada cuando esta pide un deseo a una roca irlandesa. Pero el hechizo no se ha trasladado a los expertos, que la castigan con valoraciones muy lejanas siquiera al aprobado. Sin embargo, en otra muestra más del divorcio crónico entre crítica y público, Un deseo irlandés se ha convertido en el primer gran éxito primaveral de la plataforma, colándose entre lo más visto en 85 países de todo el mundo y alcanzando el primer puesto, por ejemplo, en el ranking de España. Y la clave del triunfo tiene un nombre: Lindsay Lohan.

Tras más de quince años apartada de la primera línea de Hollywood, la actriz que fuera mito del cine adolescente de principios de siglo está disfrutando de una segunda –¿o tercera?, ¿o cuarta?– oportunidad para resarcirse de los años de detenciones, juicios, ingresos en clínicas de rehabilitación y demás escándalos varios. Y lo ha hecho convirtiéndose en una de las inesperadas estrellas de Netflix… o al menos de las más rentables. Después de que el grueso de la industria descartara volver a contar con ella para proyectos de mayor presupuesto o enjundia artística y técnica, la plataforma ha encontrado en Lohan, de 37 años, un reclamo nostálgico dispuesto a poner su aura de icono en producciones tan sintéticas como Un deseo irlandés, pero que son disfrutadas de manera masiva por el público.

Lindsay Lohan en 'Un deseo irlandés'.
Lindsay Lohan en 'Un deseo irlandés'.Netflix

Desde hace años Netflix ha encontrado en las comedias románticas un rentabilísimo nicho de mercado, un género que lleva años defenestrado de las salas de cine en favor de las superproducciones de acción u obras más independientes. Cómo deshacerte de tu jefe, A todos los chicos de los que me enamoré, Mi primer beso o Tu casa o la mía son algunos ejemplos de filmes de presupuesto medio-bajo pero de público masivo, cultivando de paso una cantera de nuevos galanes de la meca del cine como Jacob Elordi o Glen Powell. “Somos conscientes de qué ve la gente y cuánto lo ven, y descubrimos que se consumían muchas comedias románticas, incluso de las malas”, admitió en 2018 Matt Brodlie, exdirector de películas originales de Netflix.

La desconexión con los críticos es incluso más acentuada en la plataforma, obteniendo la mayoría de las películas más vistas de su historia valoraciones muy pobres. Pero mientras que apuestas de gran presupuesto como No mires arriba, Blonde o Maestro tratan de aportar prestigio y estatuillas –sin éxito– a la compañía, los placeres culpables de estrellas populares vapuleadas por la crítica como Adam Sandler o Lindsay Lohan se encargan de alimentar el deseo voraz de entretenimiento de los suscriptores. Pese a que en el caso de Lohan pueda sonar paradójico el calificar de triunfal un regreso basado en estrenar de manera consecutiva películas objetivamente malas, los datos muestran que el público de plataformas no penaliza la mediocridad de las películas que consume. El streaming exige menos compromiso, esfuerzo y desembolso económico que la experiencia en salas, por lo que la frustración ante una decepción es también menor. “Las malas críticas no perjudican a las películas de Netflix porque el público es más indulgente con sus defectos al no haberse gastado muchísimo dinero en una entrada ni haber salido de la comodidad de su sofá. Es más fácil sentarse y disfrutar de las partes buenas de una mala película”, corrobora el periodista Michael Kenndy en Screenrant. “Creo que necesitamos películas inspiradoras y quiero llevarlas a los hogares de la gente”, se defiende la propia intérprete.

Por otro lado, Netflix ofrece un escaparate de visibilidad imposible de rechazar por cualquier estrella deseosa de reivindicar el estatus de antaño y Lohan lo está experimentando en primera persona. Tras más de diez años sin ser invitada, la actriz fue una de las grandes protagonistas de la exclusiva fiesta que Vanity Fair organiza cada año tras la celebración de los premios Oscar. “Es el Lohancimiento”, afirmó la revista. “Va a reclamar su trono”, añadió la revista Bustle cuando la neoyorquina apareció en la alfombra roja con un deslumbrante Balenciaga. Según confesó ella misma, estrellas emergentes como Billie Eilish y Sydney Sweeney no dudaron a la hora de mostrarle su profunda admiración en la fiesta. A tenor de los millones de visionados de su último estreno y de los cientos de comentarios que alaban su vuelta en redes sociales, el sentimiento es compartido entre aquellos que consideran a la actriz todo un “icono generacional”.

Britney Spears, Lindsey Lohan y Paris Hilton en una imagen de los 2000.
Britney Spears, Lindsey Lohan y Paris Hilton en una imagen de los 2000.BEN/DEAN/GABO (BEN/DEAN/GABO/BAUER-GRIFFIN.COM / Cordon Press)

La rehabilitación profesional de Lohan comenzó en 2022, cuando llegó a un acuerdo de colaboración con Netflix para la producción de dos películas. Unos meses después, la también comedia romántica Navidad de golpe –su primer papel protagonista desde 2013– se alzó como uno de los filmes más vistos de la compañía durante el periodo festivo. Una relación que, según anunció la plataforma el pasado mes de enero y antes de conocer el éxito de Un deseo irlandés, se seguirá extendiendo en el tiempo. Para alegría de sus fans, Lohan ya anticipa que en sus planes a corto plazo está una secuela de uno de sus clásicos, Ponte en mi lugar, junto a Jamie Lee-Curtis. Su agenda es tan frenética que la actriz, que reside desde hace una década en Dubai junto a su marido, el banquero Bader Shammas y su hijo Luai, nacido el pasado mes de julio, corrobora que está pensando en mudarse de nuevo a la meca del cine.

El salto al estrellato de Lindsay Lohan llegó muy pronto. Con once años, y tras trabajar desde los tres como modelo infantil en decenas de anuncios de televisión, su interpretación de dos hermanas gemelas que descubren la existencia de la otra en un campamento de verano la convirtió en la sucesora de Macaulay Culkin como nueva promesa prodigio de Hollywood. Tú a Londres y yo a California fue un éxito que recaudó cerca de 100 millones de dólares en 1998 y su pecosa protagonista, que durante los meses de rodaje les había dicho a sus compañeros que estaba de vacaciones familiares, volvió al aula convertida en la niña más famosa de Estados Unidos.

Lindsay Lohan en una imagen de 1998.
Lindsay Lohan en una imagen de 1998.©Walt Disney Co./courtesy Everet

“Dejando a un lado lo adorable que era, tenía esa cualidad de atrapar al espectador. Para ser una estrella de cine, para ser la protagonista de una película, necesitas tener esa conexión con la cámara”, dijo sobre ella la directora de la cinta, Nancy Meyers. Esa conexión se alargó también en la adolescencia, consiguiendo éxitos del cine juvenil como la icónica Chicas malas –que le ha hecho embolsarse medio millón de dólares por un brevísimo cameo en el reciente remake– o Devuélveme mi suerte. La cara de Lohan era garantía de venta de butacas, publicó dos álbumes de estudio y con apenas 20 años ya cobraba cheques superiores a los siete millones de euros por película, pero se sumió en una espiral autodestructiva entre 2007 y 2012 que la sentó una veintena de veces ante los tribunales. Junto a Britney Spears y Paris Hilton se transformó en el meme recurrente de la prensa sensacionalista hasta verse obligada a poner océanos de por medio para recomponer los trozos de aquel juguete roto. Ahora, que dice estar en el momento de mayor plenitud física y sentimental, advierte de lo que está por llegar: “Mi historia todavía no ha terminado”.

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