Enrique Cerezo o el hartazgo del trato machista a las periodistas

«Yo no hablo de dinero en público y menos con una mujer». La frase que Enrique Cerezo espetó con una sonrisa pícara ayer a una periodista cuando esta le preguntó por la renovación de Godin se ha viralizado en redes a través del blog Micromachismos.

La actitud del presidente del Atlético de Madrid no se antoja novedosa en la profesión. Incidentes similares se viven con frecuencia. Historia televisiva es el célebre vídeo en el que Aznar introducía un bolígrafo en el escote de Marta Nebot –reportera entonces de Noche Hache– entre carcajadas para zanjar una pregunta que no era de su agrado. Donald Trump menospreció la profesionalidad de Megyn Kelly apelando a que debía estar con la regla cuando moderó su debate presidencial por haberle recordado que había llamado «cerdas, gordas y perras» a las mujeres que no le caían bien («le brotaba sangre de los ojos, le brotaba sangre de… de donde sea», apuntaría de forma misógina después él) y Pablo Iglesias guiña el ojo en clave burlona a profesionales en directo (Pilar Gómez, de La Razón, expresó su malestar en el programa diciendo «No le he visto guiñar el ojo ni a Raúl del Pozo, ni a Oriol, ni a nadie…»).

El año en el que se aglutinaron más de 8.000 firmas en el manifiesto de #LasPeriodistasParamos, suponiendo toda una revolución en cuanto a la visibilización de las desigualdades en el gremio periodístico (un camino abierto por las periodistas francesas), también ha sido el año en el que Florentino Pérez acarició de forma paternalista la cara de una profesional en rueda de prensa, en el que el jugador del Depor, Muntari, dejó a cuadros a la traductora cuando contestó a una reportera de La Sexta «te voy a contestar de forma educada porque eres una mujer», en el que la reportera deportiva María Gómez tuvo que escribir un comunicado para cerrar la polémica por el trato vejatorio a las cronistas deportivas en el Mundial de Rusia o en el que se viralizó también el vídeo de Tatiana Navarro (diario Ara) increpando al el empresario mexicano de la tecnología Gerardo Alton-Ortega por haber llegado por detrás y haberla besado sin su consentimiento mientras esperaba a entrar en directo. De dinero no se habla con mujeres, de si querían ese beso que nadie había pedido, parece que tampoco.