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El ‘milking’ o el triunfo del absurdo viral

El último fenómeno de las redes sociales confirma que la leche es saludable… para el sentido del humor

milking cover

Ante las crecientes voces que cuestionan toda la literatura positiva creada en torno a la leche animal, un grupo de jóvenes ingleses han propuesto un nueva utilidad para una bebida que cuenta con juicios encontrados. La semana pasada los estudiantes de la universidad de Newcastle subieron un vídeo a la red que acabó ocupando las portadas digitales de medios como The Sun, Daily Mail o The Guardian, protagonizando extensos análisis y comentarios sarcásticos sobre esta nueva moda. Más de 500.000 visitas avalan el éxito de una iniciativa inútil, absurda y bastante pringosa, que ha acabado traspasando fronteras. Algunos ya encuentran en el milking -y que probablemente pronto abrazaremos en España- ciertas similitudes con los actes gratuits que llevaron a cabo los dadaístas en la primera mitad del siglo XX, con André Breton a la cabeza. De todas maneras, quizás sea una apreciación excesivamente indulgente.

Este fenómeno viral cuenta con un ritual sagrado y bastante sencillo. Tras visitar el supermercado de la esquina -Tesco's o Sainsbury's, preferiblemente- y comprar un cartón de leche, el milker debe dirigirse a un lugar público con una generosa afluencia de personas y derramar el contenido del cartón sobre su cabeza. A continuación, como si nada hubiera sucedido, el milker proseguirá su camino y abandonará el lugar. Sí, seguramente nos estemos volviendo locos y muchos lamentarán que ésta -y no otra- sea la noticia de la que hablan los diarios. Como es habitual en estos casos, la idea nació por casualidad -o aburrimiento- durante las largas horas de estudio universitario. Ya ha pasado una más de una semana desde que todo estallara, y los campus de Oxford, Nottingham o Cirencester han prometido hacer su propia versión del milking.

Aunque en estos momentos el protagonismo sea del autodenominado grupo Milking Newcastle, hace años que contamos con iniciativas parecidas -e igualmente inútiles-. A pesar de que naciera en 2001, no fue hasta 2007 cuando el Cinnamon Challenge se convirtió en uno de los precursores de aventuras como la del milking. Quienes sucumbieron a la parida debían deglutir una cucharadita de canela en polvo en menos de 60 segundos. You Tube y otras plataformas está llenas de vídeos que recogen a incautos a punto de fenecer, bufando polvo por la nariz. Algo menos aparatoso fue el Owling (hacer el búho), que se extendió en otoño de 2011 -sobre todo en Estados Unidos- y que consistía en inmortalizar sujetos emulando la posición de un búho.

La estupidez no tiene límites, así que hubo quienes prefirieron el Batmaning (hacer el murciélago) y se colgaron de tuberías o alféizares para imitar a Christian Bale. Sin embargo, el rey de todas las iniciativas y el verdadero pionero en esta carrera del disparate fue el planking (hacerse la tabla). Lo inventaron Gary Clarkson y Christian Langdon en 1997, y alcanzó su punto álgido en 2010 y 2011, cuando algunas celebridades comenzaron a participar de esta práctica. La gracia reside en tumbarse boca abajo en un emplazamiento singular y sacarse una foto que lo atestigüe. Y ya está. A veces cuesta creer que algo tan simple y estéril llegue a provocar ríos de tinta, y acabe ocupando nuestro tiempo libre. Pero ya lo dijo Erasmo de Rotterdam: "La sabiduría de este mundo es la madre y raíz de todos los males". Tomamos nota.

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