Cuando la tragedia es el escenario de moda
Las operaciones de emergencia llevadas a cabo durante el huracán Sandy inspiran el último trabajo de Annie Leibovitz. No es la primera vez que un drama humano ilustra las páginas de una revista de moda.
La moda tiene una capacidad única para envolver en polémica todo intento de retratar, aunque sea con la mejor de las intenciones artísticas, cualquier situación social, y más, cuando hablamos de un drama. El último ejemplo se incluye en el número de febrero de la edición norteamericana de Vogue: un editorial de la fotógrafa Annie Leibovitz en el que las fuerzas especiales de la policía de Nueva York desplegadas durante el huracán Sandy posan junto a las modelos Karlie Kloss, Kasia Struss, Chanel Iman, Liu Wen, Joan Smalls y Arizona Muse, luciendo diseños Primavera/Verano 2013 de Oscar de la Renta, Proenza Schouler o Alexander Wang, en plena recreación de las operaciones de emergencia y salvamento llevadas a cabo en la ciudad por tierra, mar y aire. Esos días, gran parte de la industria quedó totalmente paralizada y Marc Jacobs, otro de los diseñadores que viste el homenaje, llegó a perder su casa como tantos otros miles de ciudadanos en la parte baja de Manhattan.
Las primeras reacciones no se han hecho esperar, y eso que no es nada propio de la publicación de Anna Wintour meterse en jardines de este tipo. Para eso ya están su compatriota, el fotógrafo neoyorquino Steven Meisel, y Vogue Italia, cuyas páginas llevan veinte años ondeando su controvertido sello.
En septiembre de 2010 la veterana Kristen McMenamy era retratada por Meisel rodeada de chapapote para denunciar el desastre ecológico acaecido por aquella época en las costas del Golfo de México a causa de la explosión producida en una planta petrolífera de BP que además de 11 muertos dejó tras de sí el peor vertido de crudo de la historia del país. Él mismo firmaba en 2006 State of emergency, editorial protagonizado por Hilary Rhoda e Iselin Steiro a través del cual ofrecía su particular visión sobre el recrudecimiento de las medidas de seguridad tras el 11-S. O Make Love no War, un colosal montaje que imaginaba a su manera el día a día en la guerra de Irak.
A finales de 2001, justamente tras los ataques terroristas del 11 de septiembre, muchas fueron las producciones de moda cuya divulgación se censuró para no herir sensibilidades, reunidas poco después en la exposición Killed. Desde la campaña otoño-invierno 2001/2002 de Dior firmada por Nick Knight en la que se veía a una Angela Lindvall salpicada de material inflamable, la colección Primavera/Verano 2002 de Raf Simons en cuyo desfile los modelos cubrían sus rostros con pañuelos a modo de pasamontañas con una estética demasiado yihadista, o Sabotage, de Terry Richardson, un editorial con maniquíes caracterizadas como guerrilleras que debía haber aparecido en el número de septiembre de The Face.
Lara Stone fue la protagonista en febrero de 2009 de Fiction Noir, de Steven Klein, un perturbador corto trasladado al papel en Vogue París con la modelo en actitud coercitiva y violenta, empuñando un arma de fuego, que se alzó con el premio del jurado en la sección Reflections del certamen A Shaded View of Fashion de mismo ese año.
De vuelta a Meisel, Supermodels enter rehab, publicada en julio de 2007, ha sido de sus obras más subversivas. Una formato posadorobado con el que reproducía el ingreso de varias modelos en un centro de desintoxicación cuando en aquel tiempo Naomi Campbell o Kate Moss visitaban con frecuencia este tipo de hospitales. No muy bien recibida sería asimismo en un clima como el actual la portada de W de septiembre de 2009 con Linda Evangelista como sofisticada manifestante. Será que la protesta, la denuncia y el tributo, aunque se vistan de seda, a ojos del prójimo, en despropósito se quedan.
Portada del número de septiembre de 2007 de Vogue Italia con la guerra de Irak como telón de fondo.
Vogue Italia
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