Corea del Norte, el nuevo Marina d’Or para estas vacaciones
Lejos de ser una broma, una agencia española ofrece este verano un tour por varias ciudades del país más hermético del mundo.
Te imaginas un paraíso perfecto artificial / Cien piscinas y diez mil pisos / Entre palmeras sintéticas que no hay que regar / Un escándalo, todo de plástico. Así describen las Nancys Rubias lo que a su juicio constituye el edén terrenal más increíble del planeta: Marina d'Or, ciudad de vacaciones −¡dígame!−. A este enclave de Castellón, salido de la imaginación de un visionario de los años dorados de la España feliz, le ha salido un inesperado competidor a 9.000 kilómetros de distancia. Corea del Norte, capital Pyongyang. Un destino todavía más artificial si cabe, donde nada es lo que parece y todo se desarrolla en un escenario de cartón piedra.
El domingo pasado la edición impresa de algunos periódicos de tirada nacional sorprendía a sus lectores con un anuncio a toda página en el que la agencia de viajes online Destinia presentaba su propuesta más kafkiana para los meses de verano. "Viaja a Corea del Norte, la oportunidad de vivir una experiencia única", rezaba el reclamo publicitario. Ocho días y siete noches en pensión completa, excursiones guionizadas para descubrir las maravillas del país y unas condiciones de lo más normales. A saber, nada de teléfonos móviles, ni internet ni dispositivos que precisen GPS, vestimenta recatada en lugares de culto −o sea, casi todo el territorio− y los periodistas y fotógrafos castigados al cuarto de las ratas −su entrada está vetada en cualquier caso−.
La propuesta encendió las redes sociales y muchos ya lo han considerado como una opción plausible. Según los responsables de Destinia las gestiones para hacerse con este nuevo must del esparcimiento han llevado tiempo y horas de negociaciones. No es la primera vez que un operador turístico se lanza a esta aventura que casi siempre se ha saldado con resultados satisfactorios para todos. ¿La clave? El respeto mutuo.
Cientos de norcoreanos asisten a una celebración en la plaza Kim Il-sung de Pyongyang.
Cordon Press
Por menos de 3.000 euros cualquiera que esté dispuesto a transigir con las exigencias del gobierno norcoreano podrá disfrutar de cuatro noches en la capital, una en la ciudad de Nampo y otras dos en Wonsan y Hamhung, donde se encuentra el teatro más grande del país. Destinia propone dos tours, uno en julio (con salida el día 11) y otro en agosto (desde el día 8), conducidos por guías locales de habla hispana −y acento cubano− a los que se habrá de premiar con una propina de 50 euros por persona, según indicaciones de la propia agencia. Los vuelos salen desde Pekín, para lo cual los turistas deben solicitar dos visados, el chino y el norcoreano.
Entre los atractivos del país con peor reputación del mundo encontramos el arco del triunfo más grande del planeta, que simboliza el fin de la ocupación japonesa de 1945, el mausoleo de Kim Il-sung en el Palacio Kumsusan Memorial o la campana de bronce de Pyongyang, que pesa 13.518 kg. El museo de la dinastía Koryo y las cascadas de Ulim en Wonsan son otras de las paradas obligadas −y obligatorias− de la comitiva española que llegará en verano. Uno de los símbolos más extravagantes de Corea del Norte es la torre Juche, construida con 25.550 bloques de granito, uno por cada día de vida del abuelo del actual líder supremo hasta su septuagésimo cumpleaños.
Kim Jong-un rodeado de fans pertenecientes a la unidad 4302 de la armada norcoreana.
Cordon Press
El año pasado cerca de 3.500 turistas visitaron el país. Su restrictiva idiosincrasia y las condiciones de vida de sus habitantes, cuestionadas sin descanso por las organizaciones internacionales, ni siquiera serán una anécdota en los tours mencionados. Los visitantes no disponen de libertad de movimientos, así que esta experiencia enlatada podrá servir para ver cómo vive su realidad el régimen militar. El clima del territorio, considerablemente amable en los meses de verano −en invierno la temperatura no sube de los 0º−, es otro de los reclamos del viaje.
Cualquiera diría que estamos hablando del mismo país que en febrero de este año hizo detonar una carga atómica que enfureció a su vecino del sur y despertó un fantasma que nunca se ha dormido. De momento, y gracias al padrinazgo de China, el joven dictador Kim Jong-un ha desistido de su afán enredador −a pesar de que no deje de hacerse el remolón−. Con todo, quizá Marina d'Or sea una opción mucho más razonable para este verano. Como en Pyongyang, en Castellón también hay monumentos dedicados a la nada. Un aeropuerto para peatones, por ejemplo.
Kim Jong-un organizando el viaje de Destinia frente a su ordenador iMac, de la compañía estadounidense Apple.
Cordon Press
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