Siete temas de conversación que no debes sacar en Nochebuena
Más que la decoración o el menú, la clave de un feliz ágape navideño está en saber cómo actuar ante ciertos temas polémicos de conversación.
Lleváis horas cocinando, vigilando que la carne quede en su punto justo, preparando la ensalada para la cuñada vegana, los aperitivos para los niños y el postre para los abuelos. Todo indica que la cena debería ser perfecta. Sin embargo, en cuanto todos se sientan a la mesa, se sirven el vino y comienza la charla, la cosa se tuerce. Han sacado ese tema tabú, ese tema que a todos les enciende. La discusión navideña está servida.
¿Por qué es tan difícil juntarnos para cenar, incluso en estas fechas? Los expertos nos señalan algunos de los temas más conflictivos que debemos evitar en la mesa, o al menos, aprender qué debemos hacer para que si salen, no nos fastidien el momento. Y es que lo primero a tener en cuenta es que, no se trata tanto de evitar totalmente el tema, “sino más bien de tener recursos y herramientas psicológicas para hacer frente a una situación conflictiva”, tal y como explica la psicóloga Susana Moraga.
1. Los resultados electorales
Si de por sí la política ya es uno de esos temas incómodos pero inevitables, “con unos resultados tan recientes y con un presidente tan incierto, ni qué decir tiene que será un tema recurrente de conversación”, apunta Moraga, por lo que será fundamental “evitar los prejuicios negativos y las críticas”, ante las opiniones diferentes, sobre todo si empiezan a debatir personas con ideas políticas diferentes. En cambio, propone profundizar en el llamado proceso de la escucha, es decir “observar la existencia de cualquier idea preconcebida, esforzarse por entender los sentimientos, recoger sin falsa interpretación lo que se ha dicho y prestar mucha atención a las expresiones y comportamientos ajenos”, para evitar enredarnos en una discusión sin sentido. Nochebuena no es el momento.
2. ¿Has engordado, no?
No hay nada como una cena copiosa para que alguien haga un comentario gracioso sobre nuestro peso. Como apunta Susana Moraga “es además un momento en el que suele haber ciertos comportamientos ebrios, lo que supone una disminución del autocontrol”. Además, cómo no, podernos encontrar con ese familiar o amigo gracioso que “aparenta seguridad y cierta superioridad sobre las demás personas” con comentarios impertinentes. En este punto, la coach personal Raquel Gargallo pone de manifiesto que “por mucha confianza que haya entre familiares no es de buen gusto que nadie haga referencia particular o personal al aumento de peso de nadie”, del estilo de “vas a devorar todo lo que hay en la mesa y después no te van a entrar los pantalones”. Tal y como señala la experta “estas afirmaciones, aunque se hagan en clave de humor, pueden herir profundamente a la persona a quien va dirigidas, por mucho que ella no muestre ni enfado y se ría también del comentario”.
3. Hoy no toca hablar de la herencia.
Tal y como comenta Gargallo, “otro tipo de temas familiares que son muy delicados son por ejemplo alguna herencia familiar o el tema del estatus económico”. En definitiva, el dinero es otro de esos temas que suele tocarnos la fibra sensible. Más en estos tiempos. “Cada persona tiene una relación con el dinero, la gestión económica, etc., que puede llevar a grandes enfrentamientos e incluso puede hacer que alguien se salte sus valores o se sienta herido por la diferencia de roles o estatus o por su situación actual si está en paro y no ve ninguna salida optimista en el mercado laboral. Es una situación muy desagradable que no hace falta provocar”. En este caso la experta aboga por hacer un trabajo personal, “convirtiendo lo negativo en positivo”. “Todo tiene dos caras, se trata de sacar a la luz la cara más optimista de las situaciones y buscar acuerdos o encuentros en las diferencias”.
4. La silla vacía.
Las cenas son felices cuando estamos todos reunidos, pero es inevitable que con el paso del tiempo, haya algunas ausencias, que nos hagan sentir estas fechas con un toque de melancolía. Puede que a unos nos afecte de diferente manera que a otros. La coach personal insiste en que “cada persona lo sufre de una manera diferente, hay gente que lo puede expresar, hay otra que no sabe ni qué emociones siente y otras que tienen tanto miedo a que observen su vulnerabilidad, que se defienden con un carácter arisco o agrio, estando a la defensiva o puede que se sienta tan débil que vaya de víctima”. Así insiste en que es importante tener en cuenta esas diferencias puesto que “a una persona que no conecte con ese suceso le puede irritar y puede que actúe de una manera condescendiente con esa persona y le haga mucho daño cualquier comentario”.
5. Bendecir la mesa
Antes de cenar, los abuelos proponen bendecir la mesa, y empiezan las caras raras. Uno de los problemas de las comidas familiares es que unimos a diversas generaciones, y por lo tanto, diversas formas de educación y de entender la vida. Eso se traduce casi inevitablemente a diferentes creencias. “Con la religión ocurre algo similar a la política, pero ya no se trata de ideas, hablamos de creencias”, apunta por su parte Raquel Gargallo, recordando que “unas creencias personales se pueden compartir o no, pero son imposibles de transmitir con un diálogo o hacer comprender si no se cree en ellas”. Así, su recomendación pasa por evitar hablar de ideas categóricas. “Si empiezas a hablar de lo que sientes y de lo que te gustaría sentir, te aseguro que habrás ganado más cercanía hacia la persona a la que se lo digas”.
6. ¿Viste el partido?
De forma similar a las ideas políticas y a las creencias, el fútbol lo que mueve son colores, es decir, emociones, por lo que pocas veces suele haber un debate positivo y objetivo, sino que es un tema dado a comportamientos polémicos. En este sentido Moraga recuerda en este tipo de comportamientos hay que tener en cuenta que “el interlocutor necesita que se le preste una atención preferente”, soliendo caer en esa figura del “sabelotodo que pretende llevar la razón”, actuando de un modo “impaciente e impositivo” y tendiendo “a sentir cierto placer con la discusión, por lo que en situaciones de conflicto “puede mostrarse agresivo, mostrándose despreciativo para creerse superior”. Así, sus recomendaciones pasan por “no entrar en la discusión, ni en conductas agresivas, adoptando una actitud serena y competente y evidenciando signos de educación”.
7. ¿Y con los abuelos qué hacemos?
“El tema de la residencia de los abuelos o el cuidado de las personas mayores que haya en la comida hay que tocarlo también con pinzas, debemos respetar que son personas mayores con sentimientos, esperanzas, creencias y expectativas. Muchas veces nos olvidamos de ellos y buscamos ser prácticos sin tener en cuenta que tienen qué decir u opinar, por lo menos dejando que se expresen”, explica Gargallo. Incluso aunque estos no estén en la mesa, tampoco debe ser un momento para debatir esto entre el matrimonio o entre los hermanos. “El manejo de las emociones es importantísimo en estos casos y la falta de educación e intención por cultivarlo nos impide entender muchas situaciones y a muchas personas”, concluye la coach.
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