Por qué algunas mujeres están renunciando a menstruar
El 20% de las españolas menstruantes afirma que, si pudiera, se libraría del periodo. El 8% usa métodos hormonales para ello. Una voluntad que convive con un momento de mayor ruptura del tabú, abrazo al ciclo menstrual y menor uso de la píldora anticonceptiva.
“No me parece ni útil ni divertido, y no hay manera de que encaje en mis planes”, escribía Caitlin Moran en ¡Tengo la regla!, el primer capítulo de Cómo ser mujer (Anagrama); resumiendo así el sentimiento de muchas personas menstruantes. Una de cada cinco mujeres españolas con el periodo desearía no tenerlo, según recogía la agencia Sinc a raíz de un estudio publicado por la Universidad de Pavia (Italia). Y el 8% actúa en consecuencia a esta voluntad haciendo uso para ello de anticonceptivos hormonales como la píldora, mini píldora, el aro, el implante intradérmico, la inyección o el DIU.
“Uso el aro, me da seguridad en el plano sexual pero, sobre todo, me quita los dolores y disminuye el sangrado. Evita también los cambios bruscos de emociones”, cuenta a S Moda una usuaria de 29 años que lleva con el tratamiento desde los 18. Dolores fuertes, migrañas, acné, altibajos emocionales o el engorro del sangrado son algunas de las excusas bajo las que se justifica el uso prolongado de estos métodos cuando el objetivo principal no es la contracepción ni combatir alguna patología, como la endometriosis. “La finalidad principal de su uso sigue siendo, con diferencia, la anticonceptiva, pero es cierto que hoy día se usa mucho por estos beneficios”, apunta Modesto Rey Novoa, ginecólogo y portavoz de la Sociedad Española de Contracepción (SEC).
Pero ni ‘regulan la regla’ ni el sangrado es menstrual. A pesar de que los métodos anticonceptivos hormonales se usen en nuestro país con menos ligereza que antaño, más conscientes de sus posibles efectos secundarios que tradicionalmente se han mitigado bajo el manto de una industria sexista -en España toman la píldora el 17% de personas menstruantes frente al 50% de países como Francia o Reino Unido-, es sorprendentemente habitual la confusión entre las propias consumidoras sobre cómo funciona. “Tomo la píldora básicamente porque me regula la regla”, reconoce otra usuaria de 30 años que está en tratamiento desde hace tres. Como explica a S Moda la ginecóloga Enriqueta Barranco, miembro del Instituto Universitario de Investigación de Estudios de las Mujeres y de Género de la Universidad de Granada, “cuando se usa la anticoncepción hormonal, combinada o no, queda anulado el ciclo menstrual, se suprime”. El sangrado que se produce no es menstruación (la sangre que se expulsa junto al endometrio desprendido), sino un “sangrado por deprivación”.
Esta ‘falsa menstruación’ es un invento del científico católico John Rock, quien en los años 50 creó la píldora. Justificando su uso ante la Iglesia (en contra de la anticoncepción) bajo el discurso moral de la ‘regulación menstrual’, ideó esa semana de descanso con un sangrado por deprivación que creara esa ilusión. Setenta años después, todavía se mantiene en muchos casos esta creencia. A principios de año, como señala la periodista Nicola Davis en su artículo ‘No necesitamos sangrar: por qué muchas mujeres están renunciando a sus periodos publicado en The Guardian, la Facultad de Salud Sexual y Reproductiva (FSRH) de Reino Unido actualizó su guía “para dejar en claro que no había beneficios para la salud al tomar un descanso” y que “muchas mujeres sintieron que habían sido engañadas al tener ese sangrado cada mes”.
Aunque la afirmación del FSHR cuenta con detractores. En el mismo artículo Davis recoge el testimonio de Holly Grigg-Spall, autora de Endulzando la píldora: o cómo nos engancharon a los anticonceptivos hormonales. “Si bien entiende por qué algunas mujeres podrían optar por evitar el sangrado, las investigaciones sobre el impacto a largo plazo de tomar continuamente la píldora combinada son aún limitadas”.
La ginecóloga Enriqueta Barranco denuncia que “la clase médica prescribió y sigue prescribiendo anticonceptivos hormonales sin indicación que lo justifique con la finalidad de controlar el ciclo. Estos métodos tienen una única indicación: evitar el embarazo. Cuando estos se recetan por otros motivos los profesionales están haciendo una prescripción fuera de ficha técnica, y eso está penado por la Ley”. Añade que “no hay que perder de vista que la menstruación, para el patriarcado y para los hombres, sigue siendo algo a ocultar y que, en esa actividad de ocultamiento, se nos vende y se nos va a seguir vendiendo un beneficio. Pero, ¿por qué nadie investiga qué está pasando para que en los últimos años las mujeres tengan un sangrado abundantísimo y mucho dolor menstrual?”. En la misma línea, Grigg-Spall afirma que “decirles a las mujeres que pueden detener sus periodos sin darles toda la información podría reforzar los tabúes relacionados con el sangrado. Realmente es solo una forma exagerada de decirles que tengan sus períodos en silencio, que los escondan”.
Sobre el valor y la función de este sangrado existen opiniones divergentes. Para el doctor Modesto Rey, “el sangrado en sí mismo no es algo que tenga valor biológico. Su única finalidad es advertir de que no hay embarazo. Lo importante es que los niveles hormonales sean los adecuados”. Para la ginecóloga Enriqueta Barranco, “la menstruación no es un producto inútil. Tiene propiedades químicas muy curiosas. No tiene que ver con limpiarse, esa sensación que algunas mujeres identifican, porque la menstruación no es algo sucio, pero sí que al expulsarla muchas se sienten liberadas porque con ella se liberan endorfinas y es el final de un ciclo”. La doctora Barranco ha estudiado además cómo el color, la textura o la consistencia de ese sangrado puede ser un indicador de nuestro estado de salud.
El problema de la desinformación
“Me las mandaron para combatir el síndrome del ovario poliquístico y cuando quise tomar un descanso me encontré con que los médicos me decían cosas distintas. El primero, que no las podía dejar. El segundo, que mejor tomara otras más suaves si la finalidad era ya aplacar el fuerte dolor menstrual y hacer un vida más cómoda”, explica la consumidora de píldora entrevistada. “Nunca había escuchado qué es el sangrado por deprivación, pensaba que lo que me venía era menstruación”, cuenta la otra entrevistada.
“Las mujeres que vienen a mis cursos ya parten desde otro punto que no es aplicable al plano general. Ya sea desde el sufrimiento (mucho dolor menstrual) o por curiosidad y autoconocimiento, pero vienen predispuestas a informarse y a conocer”, reflexiona Sonia Encinas. “Es muy corriente que, aun partiendo de esa base, muchas mujeres nada más llegar estén en la afirmación de ‘si pudiera no tener la menstruación, no la tendría’. Una vez que tienen la información en su mano sobre todo lo que supone el ciclo menstrual para nuestra salud y emociones, la cosa cambia. El desempoderamiento viene de la desinformación: falta de estudios científicos, de educación sexual… Ahora empieza a haber más libros, investigación e interés sobre la menstruación (lo he notado mucho en el último año). Es un primer paso para recuperarnos y recuperar el control sobre nuestros cuerpos”, concluye.
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