Dime cómo es tu sonrisa y te diré lo precario que eres
Mucho más que un capricho estético: a la pobreza energética y la burbuja del alquiler se suman las trabas para acceder a la asistencia bucodental. Mientras se perfilan iniciativas como el dentista municipal de Barcelona, aumentan las peticiones en change.org para recibir mayor cobertura estatal.
El señor Barragán. Tere, la yonqui de Vis a Vis. Gabino Diego en Torrente. El cine y la televisión saben cómo caracterizar a un marginado: basta con recurrir a una sonrisa ennegrecida o, directamente, sin dientes. La línea que separa a los excluidos de los integrados suele ser una dentadura hecha polvo. En 2019 no hace falta fantasear con este símbolo división social. Casi la mitad de los españoles, el 40%, no fue al dentista ni una vez en 2017. El 21% dice que pasó de su odontólogo porque no puede pagarlo. A la pobreza energética y la burbuja del alquiler se suma un nuevo gasto que empieza a perfilarse como un privilegio para cada vez más bolsillos: la salud bucodental.
«El dentista no puede ser una cuestión de segunda: una mala salud bucodental, además de poder derivar en problemas cardiovasculares, incide en la autoestima de los ciudadanos y es una traba evidente a la hora de encontrar trabajo«, apunta Gemma Tarafa, comisionada de Salud en el Ayuntamiento de Barcelona. El consistorio que lidera Ada Colau ha tomado cartas en el asunto. Solo el 40,8% de los barceloneses acudió al dentista durante el último año y el 12% dice no poder pagárselo. Por ello, ha presentado un proyecto de dentista municipal que podría aprobarse en marzo y que ofrecería una carta de precios hasta un 40% más barato que en el sector privado y atender unas 36.000 personas al año –las higienes costarían unos 30 euros; los empastes, 55 euros y las endodoncias, 160 euros–. La medida, que fue duramente criticada por el Colegio Profesional de Odontólogos –acusan a Colau de hacer «publicidad engañosa«–, ha salvado su primer escollo y podría aprobarse en unas semanas. La Asamblea de Madrid también ha aprobado un plan, impulsado por el opositor PSOE, para que a partir de 2020 los niños entre 6 y 16 años tengan derecho a un dentista gratis.
«Los dientes pobres no solo generan vergüenza sino también mayor pobreza: la gente que tiene mal los dientes lo tiene más difícil para encontrar trabajo u otras oportunidades. La gente sin trabajo es más pobre. La gente pobre no puede acceder al dentista, y así sigue el ciclo», escribía en 2014 la corresponsal de clase de The New York Times, Sarah Smarsh, en su celebrado ensayo No hay mayor vergüenza que tener dientes pobres en un mundo de ricos. Un texto que señalaba a esa «América privilegiada que juzga duramente la boca de quienes mastican Doritos y se expresan con exabruptos y una mala gramática». Cinco años después, su ensayo podría evolucionar hacia un paradigma en el que casi la mitad de la población pasa de pagar por una higiene dental porque no llega a fin de mes.
Entre el 59,2% de barceloneses ausentes en la consulta del odontólogo conviven «ciudadanos de todo tipo», aseguran desde el consistorio barcelonés. Desde personas en riesgo de exclusión social a jóvenes inmersos en un universo de precariedad. «No importa que nuestros cuerpos sufran el martillo hidráulico del capitalismo creativo, ni que a final de mes a muchos no les llegue para alquilar una habitación con ventana o ir al dentista», escribía la periodista Alba Muñoz en su reciente (y viral) columna del diario.es sobre la precarización de los periodistas digitales y lo que ahora se entienden por privilegios. Las distancias se acortan y uniforman a los dientes pobres.
Mientras en EEUU ha proliferado los proyectos de crowdfunding para poder costear operaciones de todo tipo –una tercera parte de las campañas de recaudación pidiendo ayuda en GoFundMe son para pagar facturas médicas–, en España, el activismo y autogestión digital ha derivado en un auge en las peticiones de Change.org para solicitar mayor cobertura de la Seguridad Social. Lo confirma Javier Sánchez, director de comunicación y campañas de la plataforma. «Hay dos aspectos interesantes que hemos ido viendo crecer: una, la movilización de personas afectadas por el cierre de clínicas que ofrecían servicios a bajo coste o con grandes facilidades de financiación; y otro, que cada vez más personas entienden que la salud bucodental debería estar incluida en la Seguridad Social, al menos en determinadas circunstancias como, por ejemplo, en caso de pacientes con cáncer que pierden sus piezas dentales», explica. Sánchez destaca las 235.000 personas que han firmado por la cobertura de las prótesis por las consecuencias de la la quimioterapia, las 3.500 que solicitan que la salud bucodental entre de forma plena en la red pública (afectados por iDental) o las más de 5.000 que se sumaron a la propuesta de Juan, que pide una cobertura íntegra de la Seguridad Social porque «desde niño se nos dice lo importante que es cuidar adecuadamente la salud del sistema digestivo y dental pero sin medios económicos no tenemos acceso al cuidado de nuestra boca o dentadura».
«Solo nos enseñan a cuidar los dientes de los blancos. Un blanqueamiento, una ortodoncia… pero nadie se preocupa de los de los pobres», explicaba en Planeta Futuro Fábio Bibancos, el dentista brasileño que atiende a 71.000 personas con pocos recursos en Latinoamérica. El odontólogo, cuya organización cuenta con más de 17.000 dentistas que actúan en 14 países, sentenciaba: «¿Por qué nadie piensa cómo vive una persona que no tiene dientes? ¿Cómo besa? ¿Cómo come? ¿Quién se preocupa de los dientes que ha perdido una mujer maltratada? Te lo digo yo: porque somos ricos».
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