Berta Bernad: “Instagram es una máquina de frustración”
La influencer, que abandonó una cuenta de Instagram con 95.000 seguidores, presenta su primera novela ‘Mi nombre es Greta Godoy’. En ella cuenta su experiencia con la desintoxicación digital.
Berta Bernad tenía el trabajo al que aspiran infinidad de mujeres adictas al mundo de la moda: de un blog en las antípodas de Internet pasó a convertirse en estrella de Instagram, donde llegó a tener más de 95.000 seguidores. Era una de las influencers más codiciadas cuando la palabra influencer todavía no hacía arquear tantas cejas. Bernad se codeaba con gente de la talla de Scott Schuman (The Sartorialist), quien la escogió como Global Taste-Maker consiguiendo que su carrera tomase el rumbo que ella deseaba, trabajaba para marcas de lujo y era invitada habitual en semanas de la moda, inauguraciones y demás eventos que el resto de los mortales solo conocemos a través de nuestro feed. Y un buen día Berta Bernad cerró su cuenta de Instagram para siempre.
Después de dos años de ausencia en las redes sociales, Berta Bernad presenta su primera novela Mi nombre es Greta Godoy (Planeta) y la historia os resultará familiar: trata de una mujer que se convierte accidentalmente en influencer en pleno boom de Instagram y un buen día decide dejar esa vida atrás para encontrarse a sí misma. Por eso es inevitable hablar de Greta Godoy sin pensar en Berta Bernad y viceversa. S Moda se sienta con la persona y su alter ego literario para hablar de redes sociales, falsas apariencias, dependencia digital y la búsqueda de un verdadero yo.
Cometer un suicidio virtual, como el que realiza tu protagonista, es una práctica cada vez más habitual, de hecho, hay empresas especializadas en borrar tu rastro en Internet, ¿cuál es el efecto inmediato nada más eliminar tu identidad digital?
El primer pensamiento es ‘voy a desaparecer’: en el fondo, tú te has acostumbrado a vivir con un acompañamiento que es falso pero que rellena mucho tiempo de tu día a día. Así que mi primera sensación fue ‘no tengo ni una notificación’ y a ese vacío te tienes que acostumbrar si tomas la decisión de cerrar tus redes sociales.
Imagino que también sentirás un cambio en tus rutinas: muchos de nosotros cuando nos despertamos miramos las notificaciones que tenemos en WhatsApp, en Twitter, en Instagram…
Al principio sientes un vacío pero ahora mismo ya no tengo ni WhatsApp. Vivo de una forma muy analógica, porque soy una persona ocupada y soy muy consciente de cómo utilizo cada segundo de mi tiempo. A mí lo que me molestaba de la tecnología era que me impedía ser dueña de mi tiempo y, en ese sentido, he ganado mucho en cuanto a efectividad. Ya no siento que pierda el tiempo mirando el móvil. Ahora, si estoy en un dispositivo significa que estoy trabajando y si no estoy en un dispositivo estoy viviendo. Pero no puedo estar en la calle pendiente del dispositivo porque entonces no vivo.
¿Cuáles son los pros y los contras, más a largo plazo, de abandonar las redes?
Personalmente me ha permitido descansar mejor, estar más presente en las conversaciones y tener menos agotamiento mental. Lo bueno de todo esto es que ahora ya se sabe cuáles son los efectos negativos derivados de la tecnología y la gente empieza a ser más consciente. Cuando yo lo hice hace dos años era más inusual. La mejora consiste también en saber que puedes vivir sin redes sociales, que puedes ser influyente de otras formas Es quitarse esa sensación de inmediatez, poder dedicarte a algo mucho más intimista y a largo plazo donde puedes volver y revisar tu trabajo. Antes estaba acostumbrada, como todo el mundo imagino, a vivir del día a día –shooting, publicación, next– y eso al final hace que la obra no sea tan perfecta.
En cuanto a contras, creo que en mi vida personal no encontraría ninguno, en mi vida profesional es cierto que cuando cerré mi perfil de Berta Bernad me abrí un perfil profesional, y era consciente de que, al menos al principio, podía tener menos clientes y mi trabajo llegaría de forma más lenta… pero en ese sentido confié en mí misma y en mi decisión y al final encontré clientes que también confiaron en tu trabajo.
O estoy trabajando o estoy viviendo, pero no puedo estar en la calle pendiente del dispositivo porque entonces no vivo.
Internet tan solo es una herramienta y somos los humanos los que la usamos para el bien o para el mal. Como un cuchillo, dependiendo de para qué lo uses, puede tener efectos prácticos o efectos nefastos, ¿por qué nos resultan tan conflictivas las redes sociales?
Pues porque, efectivamente, todo depende de cómo las utilices: mi mensaje no es pedirle a la gente que se cierre todas sus redes sociales, mi mensaje es que aprendamos a vivir con ellas de la forma más saludable posible y que localicemos y nos planteemos todo el rato cómo nos está sentando lo que vemos a través de ellas. Es decir, lo que quiero es parar esa automatización de consumir estés donde estés.
Si tú por ejemplo has visto una foto de una amiga tuya que acaba de tener un bebé y tú estás deseando tener uno, de repente esa fotografía te destroza la mañana cuando quizás lo que debes hacer es hablar con tu amiga y decirle que vas a dejar de seguirla un tiempo porque te afecta ver una familia feliz en esos momentos. Este es solo un ejemplo, pero creo que el impacto emocional que sentimos es algo que deberíamos explorar más.
¿Los problemas que tenemos por redes sociales son una especie de reflejo de otros problemas que tenemos con nosotros mismos?
Totalmente. En Instagram estás viendo de manera constante vidas y vidas perfectas: eso es una máquina de frustración. La manera en la que te impacta la información de tu feed, aunque se trate de la foto de una amiga, muchas veces es comparándola con lo que tú tienes, porque toda información viene acompañada de las circunstancias en el que lo recibes… y, en ese sentido, Instagram lo multiplica. Yo creo que viajar por Instagram te genera necesidades todo el rato: ‘Quiero viajar más, tengo que ir a este restaurante, no tengo el cuerpo perfecto’, por eso deberíamos limitar su tiempo de uso.
¿Es completamente imposible ser la misma persona en las redes que en tu día a día? ¿Puede existir un equilibrio?
El ser humano, por su condición, está divido entre felicidad y tristeza y una herramienta como Instagram solo muestra una parte, de manera que eso ya la hace irreal: una vida jamás será real en Instagram porque solamente muestra una cara de la moneda.
Mi mensaje no es pedirle a la gente que se cierre todas sus redes sociales, mi mensaje es que aprendamos a vivir con ellas de la forma más saludable posible.
Además del efecto psicológico que pueda derivar del uso de las redes sociales, me gustaría que hablásemos también del problema de la ausencia de privacidad que cedemos tan libremente.
Instagram es una aplicación gratuita, así que el tiempo que le dedicas es el precio que pagas porque tengan los datos de tu vida y sepan todo lo que haces. Eso, en teoría, es algo que sabemos todos. Pero es que tenemos que ser conscientes de que estamos ante un fenómeno completamente nuevo, así que todo lo que está sucediendo es algo que tenemos que observar y tratar con cuidado: detrás de estas aplicaciones hay gente muy lista que está tomando decisiones por nosotros –como quién te aparece primero en las historias de Instagram, basándose en los datos de los números con los que más hablas por WhatsApp, por ejemplo– así que todos deberíamos ser más conscientes de ello e intentar no darles tanto poder.
Un estudio ha demostrado que los likes en Instagram producen una liberación de dopamina en el cerebro y que la sensación inmediata que produce recibir un estímulo positivo (como un like) es similar al uso de drogas, ¿dirías que los influencers están enganchados a esta sensación? ¿Se genera una relación de dependencia?
Las redes sociales se inspiraron en un modelo de negocio que son los casinos: apuesto, gano, soy feliz, así que vuelvo a apostar, gano y soy feliz. Y la condición del like es que lo tienes o no lo tienes: una foto puede tener 500 likes y, según tu media, eso es un triunfo y otra foto queda por debajo de los 200 likes y para ti supone una decepción. Esta herramienta te hace feliz en función de tu media y eso es lo que hace que estemos tan enganchados. El problema es que estamos dejando en manos de la gente, y muchas veces de completos desconocidos, el poder de decidir cuál es nuestra propia validación, lo que nos gusta a nosotros frente lo que gusta a los demás.
La sociedad parece tiene una relación amor-odio con los influencers: ¿te gustaría salir en su defensa?
Yo tengo muchas amigas influencers y todas tienen el mismo denominador común: son currantas, son listas, se saben vender y controlan muy bien el marketing digital. Esas chicas en cualquier puesto de trabajo son un 10. Punto.
Uno de los temas que tocas en la novela es la pérdida de comunicación personal en un momento de excesiva comunicación tecnológica: amigos en la misma mesa mirando las pantallas o personas que dan likes a todas tus fotos pero no responden a tu último WhatsApp; ¿deberíamos culpar a la tecnología de todos nuestros males o asumir que hay personas que son unas maleducadas, por muy amigos que sean?
Yo creo que estos aparatos están hechos por gente muy inteligente que tiene mucho conocimiento de cómo hacer que la gente se haga adicta a estos dispositivos. Nos están poniendo un caramelito delante: tú dale un iPad a un niño y al cabo del tiempo no querrá otra cosa. Es la herramienta de consumo más apetecible del mercado y nosotros tenemos que luchar contra eso y para luchar necesitamos hacer un esfuerzo constante.
En los últimos tiempos existe mayor apertura a la hora de poner sobre la mesa problemas de salud mental y, muchos influencers se han atrevido a hablar abiertamente de su relación con la ansiedad, estrés o depresión, ¿crees que está habiendo una evolución, aunque sea poco a poco, hacia mostrar más la realidad (con lo bueno y con lo malo)?
Creo que sí que ha habido una evolución y ahora puedes hablar de muchas más cosas. En ese sentido, el fenómeno de las redes sociales al principio partía más del idealismo y ahora se asemeja más al realismo, pero no me creo que pueda llegar a ser 100% real. A mí, sinceramente, me parece un fallo. Al final una herramienta como Instagram está para contar lo bonito. Sí que es cierto que la herramienta te acerca a gente de todo el mundo y tú puedes conectar a través del dolor con personas que están pasando por lo mismo que tú, es decir, que te conecta con lo que tú quieres encontrar. A mí me sigue resultando raro que una persona comparta sus emociones negativas tan abiertamente porque considero que ceder esta información a Internet es muy peligroso.
Es inevitable comparar a Berta Bernard con Greta Godoy, ¿ha resultado terapéutico el ejercicio de escribir esta novela?
Superterapéutico. Para mí más que para escribir, esta novela me ha servido para recordar: yo he vivido todo esto, todos estos escenarios y ambientes maravillosos y aspiracionales y todo eso está en la novela. Hay mucho de mí en este libro.
Algo que me resulta curioso es que hayas optado por el género de la ficción en lugar de la no ficción, ¿por qué tomaste esta decisión?
Pensé que si mandaba este mensaje a la generación millennial como no ficción iba a sonar como una bronca o una regañina, en cambio, al hacerlo de una manera más romántica y fantasiosa me ha permitido contar la misma historia de una forma más agradable.
Me sigue resultando raro que una persona comparta sus emociones negativas tan abiertamente en Instagram.
¿Qué es lo que has aprendido a valorar más todo este tiempo que has estado al margen de las redes sociales?
La privacidad, tener una vida más relajada, sentir que tengo más tiempo para todos, no darle tanta importancia a lo material, valorar pasar tiempo en casa sin tener nada que hacer… todo.
Por último, ¿qué consejo darías a todas esas personas que quieren alejarse de Instagram pero no pueden?
Les diría que probasen. Que probasen a estar sin Instagram un día, una semana y luego un mes. Que prueben aunque luego vuelvan, pero que lo tomen como un aprendizaje y vuelvan de otra manera.
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