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“La muerte de la plancha es inminente”: por qué tantas personas han dejado de planchar su ropa

La generación Z presume en las redes de haberse puesto de acuerdo para dejar de planchar, pero, ¿es la falta de tiempo, la sostenibilidad o la lucha contra la perfección la responsable?

Planchar
Marita Alonso

Las prendas que jamás han pasado por la plancha son parte del imaginario de Miuccia Prada, que ya en la colección otoño/invierno 1998 de Miu Miu presentó sobre la pasarela diseños visiblemente arrugados. La fórmula la volvió a repetir en el desfile primaveral de Prada de 2023. Una idea que la creadora italiana, una de las personas más influyentes de la industria, también emula en su propio armario. Sin ir más lejos, al saludar a los asistentes junto a Raf Simons tras el desfile primavera/verano 2024 de Prada, su falda marrón estaba orgullosamente arrugada.

Han tenido que pasar varias generaciones para que estos gestos de Miuccia Prada comiencen a ver más que como una excentricidad como algo común: la generación Z ahora mismo está de acuerdo en que planchar ya no tiene sentido. Y sus miembros lo creen con tal firmeza que diversos memes y vídeos de internautas luciendo ropa arrugada repiten una frase: “Me hace muy feliz que, como generación, hayamos dejado de planchar las prendas”.

Sprays antiplanchado, trucos como poner cubitos de hielo en la lavadora, textiles con tecnología de planchado activado con el calor humano o la costumbre de dejar una prenda colgada de una percha durante la ducha para que el vapor del agua caliente estire los tejidos son algunas de las alternativas al planchado original.

El diseñador español Juan Avellaneda hace un matiz en este punto. “La plancha tiene mala fama porque parece un proceso lento, aburrido y muy de ‘madres y abuelas’. Pero, al final, a todos nos gusta vernos bien. Ese miedo es más psicológico que real: asociamos planchar con perder tiempo, y realmente no es así. Es un gusto ver la ropa planchada y en mi caso, me resulta imposible salir arrugado. Por eso triunfan sprays, vaporizadores, trucos caseros... Es como si buscáramos cierta magia con la que conseguir que la ropa esté impecable sin pasar por el ritual de planchar. Afortunadamente, hoy en día existen mil planchas que te solucionan todo rápido sin recurrir a la fórmula tradicional”, dice el diseñador.

Practicidad y lucha contra la hiperperfección

En cuanto se realizan encuestas entre los españoles para averiguar cuál es la actividad doméstica más denostada, planchar está siempre en la cima, pero, ¿por qué tanta gente, especialmente los más jóvenes, parecen haberse puesto de acuerdo en no planchar? Responde la experta en imagen personal Sandra Castellanos. “Hoy todos buscamos practicidad y el ritual de planchar quizás no signifique eso para los más jóvenes, que crecieron en un contexto de inmediatez, por lo que prefieren invertir su tiempo en otras cosas y eligen telas que no requieran tiempo en mantenimiento y/o cuidado. Además, la pandemia marcó un cambio cultural: la arruga se empezó a ‘normalizar’ como un gesto más relajado en algunos estilos casuales”, explica a S Moda.

Por su parte, la comunicadora de moda Rocío Vazquez lo tiene claro: “La muerte del planchado es inminente”. “El aumento de componentes sintéticos en nuestras prendas hizo que planchar se volviera incluso peligroso. ¿Será la rebeldía del no planchado una respuesta a una sociedad que se muestra perfecta y idealizada en medios y redes sociales?”, se pregunta. “Con la fuerte homogeneización del diseño de objetos y espacios que tienden hacia un minimalismo industrial lavado de personalidad, tal vez la despreocupación sobre las arrugas se trate de darle un poco más de vida a nuestro aspecto. Vestir se vuelve cada vez más casual y descontracturado y las reglas que dominaban en décadas anteriores ya no son válidas”, matiza.

El placer de planchar

Sin embargo, figuras como Yolanda Díaz encuentran en el momento de planchar un espacio de relajación mental, como explicaba a Público. “Me encanta planchar porque me relaja. Soy muy nerviosa y me paso horas casi todos los días planchando. Cuando llego de trabajar me concentro, me fijo en un punto y plancho mi ropa y la de todo el mundo”, dice la política.

En la edición impresa de The Times de 1986, Elex Ingersoll escribía una oda a planchar. “Recientemente, encontré satisfacción en mi jubilación haciendo tareas domésticas. No en las actividades cotidianas como hacer la cama, fregar los platos o limpiar el polvo, sino en la tarea doméstica romántica que tanto placer dan a quien tiene tiempo y energía para hacerla: planchar”, escribía el periodista. “Entonces, ¿por qué dedico mi tiempo libre a planchar con cariño ropa que permanecerá doblada sin uso alguno durante otros 20 años? Supongo que es el placer de ver cómo una tela fina responde al cuidado delicado; el placer de dedicar tiempo a trabajar y pensar en las personas que crearon este intrincado diseño y que debieron sacrificar la vista por amor a su trabajo. Terminaré mi trabajo lo mejor que pueda”, aseguraba.

Tiempo y sostenibilidad

Porque 39 años después, en un mundo frenético, es innegable que la falta de tiempo es otro de los motivos por los que tantas personas han dejado de planchar. “Hay una posición de incomodidad ante la demanda del tiempo que planchar requiere, e incluso ante el espacio físico que se necesita para hacerlo. La plancha representa algo antiguo y ahora buscamos practicidad de la mano de vaporizadores, sprays, centrifugados suaves, telas que no se arruguen aun sin saber su composición… Y es porque nos gusta vernos bien, pero no queremos el esfuerzo de planchar. En el fondo, seguimos queriendo el mismo resultado, pero cambiando la manera de conseguirlo”, dice Castellanos, mientras que la experta en orden y limpieza Pía Nieto, creadora de la marca PiaOrganiza, empresa de servicios domésticos, añade otras razones. “La ropa que en general se consume de cadenas conocidas es de calidad textil regular. A pesar de esto, si se lava bien, apenas hay que planchar. De hecho, una de mis máximas es: ‘lavar para no planchar’. Si hay poco tiempo preferimos ir limpios antes que ‘planchados’. ¿El secreto? Lavar a 30ºC, ajustar a la baja el detergente, centrifugar la ropa a 800 revoluciones por minuto y colgar bien la prenda. Ya no hace falta planchar”, explica. “También hay tejidos inteligentes qué directamente son antimanchas y no se arrugan”, añade.

Tampoco hay que olvidar los motivos medioambientales que señala Juan Carr, voluntario de Red Solidaria, al hablar del Día de la camisa arrugada, que se celebra el 20 de diciembre. “Quien no plancha su camisa está colaborando para evitar el calentamiento global. Es como si se plantaran siete árboles, como si se absorbiera el dióxido de carbono de siete coches y se generara el oxígeno que necesita una persona durante ocho horas. Al dejar de planchar, se evita la emisión del CO2 de tres personas”, comenta.

Antes de terminar, Sandra Castellanos y Juan Avellaneda quieren señalar que hay situaciones donde la arruga no tiene lugar. “Es inadmisible en eventos formales donde la imagen comunica algo de la personalidad, trabajo o reconocimiento de cada uno, como en bodas, galas o entregas de premios. Tampoco es correcto en entrevistas, reuniones de alto nivel y presentaciones públicas, porque en esas ocasiones la imagen impecable es leída como parte de la ética o al lucir prendas icónicas que llevamos como bandera de nuestro look, como ocurre al lucir una camisa blanca, un traje sastre o un vestido lencero. En esos casos, la arruga no se interpreta como algo “relajado” que podemos ver en el día a día, sino como falta de cuidado en la imagen. Entonces el planchado no es opcional: es parte del lenguaje de la elegancia”, asegura a S Moda. “En moda, los detalles hablan más que las palabras. Un look impecable puede ser relajado, pero nunca descuidado. La diferencia entre cool y “dejado” suele estar a un golpe de plancha de distancia”, advierte Avellaneda.

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Sobre la firma

Marita Alonso
Redactora especializada en cultura pop y estilo de vida. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. 
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