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El inesperado retorno de los ex: qué hacer cuando un antiguo amor ‘resucita’ en tu móvil

Los expertos aseguran que esta tendencia revela la falta de vínculos auténticos, responsabilidad afectiva y el temor a la soledad

Una escena de la serie 'Los años nuevos', en la que la pareja protagonista se encuentra tras mucho tiempo sin verse.
Una escena de la serie 'Los años nuevos', en la que la pareja protagonista se encuentra tras mucho tiempo sin verse.Movistar +
Lucía Franco

En la era digital, las redes sociales juegan un papel cada vez más central en la vida de la generación Z. De hecho, es cada vez más común que las nuevas generaciones pongan nombre o etiqueten los comportamientos que afectan su vida amorosa. Lo hacen, casi siempre, en inglés. Primero, aparecieron las red flags, las señales de alerta que anticipan, como poco, una relación tormentosa. Luego, el ghosting definió al momento en el que una persona abandona una relación o una potencial relación sin explicación. Más recientemente ha surgido el zombieing, una práctica que consiste en retomar recurrentemente relaciones que se habían dado por acabadas. “Estas palabras son atractivas porque condensan en un solo término situaciones que muchas personas experimentan, permitiéndoles nombrar y compartir sus vivencias en plataformas como TikTok o Instagram”, afirma la psicóloga María Padilla, fundadora de Capital Psicólogos.

La también psicóloga Ana Lombardía explica además que estas palabras se han popularizado porque, en muchas ocasiones, son necesarias para poder definir lo que se está viviendo. “Nos ayudan a comprender estas situaciones y a darnos cuenta de que a otros también les ocurre lo mismo”, asegura. Por otro lado, recuerda que ponerle nombre a una vivencia ayuda mucho a sus pacientes en consulta. “Ahora la gente llega y me dice: ‘Me han hecho ghosting’, y ya todos entendemos lo que ha sucedido”.

En los últimos meses, el término zombieing se ha vuelto viral en TikTok. Según la psicóloga, esto se debe a que las redes sociales tienen un gran poder para popularizar estos términos, lo que, a su vez, facilita que fenómenos como este se den con más frecuencia en las relaciones. “Antes, si un ex quería volver contigo, tenía que llamarte, buscarte o escribirte. Ahora, con un simple like o un emoji, puede volver sin hacer más esfuerzo que presionar la pantalla de su móvil mientras está aburrido en el sofá”.

Padilla piensa por otro lado en que la facilidad para desconectar en la era de las apps de citas y las redes sociales hace que sea más sencillo cortar la comunicación sin afrontar las emociones cara a cara, y, por lo tanto, también regresar sin mucha dificultad.

En estos casos, la persona que desaparece sin dar explicaciones evita tener que gestionar la situación. “Al romper un vínculo sin explicaciones, como un zombi, puede regresar sin tener que justificar su vuelta”, aclara la psicóloga y sexóloga Lucía Jiménez.

A la madrileña Carlota Gómez, de 30 años, le hicieron zombieing después de que todo pareciera estar bien entre ellos. “De repente dejó de responder a mis mensajes, y luego apareció de nuevo con un simple like. No entendí nada y me sentí muy confundida. A mí me gustaba, entonces dejé que volviera a mi vida”. Por su parte, Lucía Ramírez, de 31 años, admite que, aunque han pasado meses sigue sin entender qué pasó, se siente culpable. Llevaban meses quedando y ella sentía que había química entre ellos. Él, por su parte, le decía que sus sentimientos eran recíprocos. Un día, de la nada, desapareció. “Creo que no se atrevió a cortar conmigo por completo por si algún día le apetecía solo follar. Todas mis amigas me consolaban diciéndome que iba a volver. Y así, fue: un día, de la nada, me escribió como si nada para quedar y no supe qué hacer. Me gustaba y caí otra vez. A las semanas, volvió a desaparecer”, cuenta.

Las expertas coinciden en que, en la actualidad, se están creando vínculos más débiles, lo que es una de las razones por las que este término ha cobrado popularidad. “Hemos llegado a un punto de consumismo de relaciones en el que no generamos vínculos reales porque nos da miedo ser vulnerables. Desde una perspectiva superficial, da igual irse o volver, ya que no se desarrolla empatía hacia la otra persona. Nos cuesta más trabajo dejar entrar a los demás y, por ende, los vínculos se mantienen a un nivel más superficial”, explica Jiménez. Además, aclara que la principal razón por la que alguien vuelve a la vida de otra persona es porque siente que tiene el poder para hacerlo. “Se juega con el ego personal y es responsabilidad de la persona afectada poner límites y transmitir que, con ella, esos juegos no funcionan”.

Los expertos también explican que muchas veces las personas que exhiben estos comportamientos lo hacen porque no saben cómo cerrar un capítulo ni afrontar las emociones asociadas al fin de una relación. “Puede que regresen porque se sienten solos, necesitan validación o extrañan la comodidad que tenían con esa persona. Algunas personas vuelven para asegurarse de que todavía tienen un lugar en la vida de la otra persona, sin necesariamente querer algo serio”, asegura Padilla.

Para la psicóloga especialista en psicología clínica y directora del Grupo Laberinto Psicoterapia para la Salud, María Victoria Sánchez López, este tipo de situaciones son relativamente comunes cuando una persona está conociendo a varias al mismo tiempo. En función de estas interacciones y sus expectativas, la atención y comunicación que se dedica a cada una puede oscilar. “El problema es que no hay transparencia ni comunicación. De repente, se corta la comunicación, dejando a la otra persona desconcertada y confundida, sin poder entender ni dialogar sobre lo que ha ocurrido”, explica.

Carla Martín, de 25 años, diseñadora gráfica, confiesa: “Volví con un ex porque me sentía sola. Un día le mandé un like en Instagram y ahí empezamos a hablar. Estaba aburrida y pensé que tal vez podríamos intentar las cosas de nuevo, pero no duró mucho. Fue un error, y me di cuenta de que no había cambiado nada”. En el caso de Javier López, de 28 años, abogado, lo hizo porque “no quería cortar definitivamente el contacto. Todavía estaba enamorado de mi ex y no me sentía listo para una relación, entonces hablaba con esta chica para que no perdiera el interés. Me gustaba, pero no lo suficiente. Así que un día me di cuenta de que no iba a ningún lado y le dejé de hablar sin ninguna explicación”.

La psicóloga y sexóloga Ana Sierra señala que, en algunos casos, una persona decide regresar porque quiere dar explicaciones, porque ha reflexionado y desea hacer las cosas mejor. “Puede ocurrir que quiera sanar una relación que terminó de manera abrupta”, dice. Sin embargo, advierte de que, en estos casos, es crucial asegurarse de que ha habido un cambio sincero antes de dar una segunda oportunidad. “Solo tendrá sentido si algo realmente ha cambiado”.

Consecuencias del ‘zombieing’

Es importante saber que, muchas veces, un simple like o una reacción a las publicaciones de la otra persona en redes sociales puede generar una fuerte emoción. “No hay responsabilidad afectiva, ya que la otra persona puede haber pasado página, y que vuelva puede reabrir viejas heridas”, afirma Sierra.

“Cada vez es más común escuchar entre amigas y en series de televisión la frase ‘Todos siempre vuelven’. Esto es más probable si la persona percibe que las antiguas relaciones siguen disponibles”, explica la experta, y cita el dicho: “Quien se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado”. No obstante, lejos de ser algo positivo, esto representa un problema, ya que pensar que la otra persona regresará puede generar una sensación de alivio. “Cuando te digan eso, debes reconocerlo como una falta de respeto. Es importante trabajar los límites y el amor propio para saber que no eres una persona fácil de intercambiar”, señala Jiménez.

El impacto de estas reapariciones puede variar dependiendo de la personalidad de la persona, su autoestima y sus experiencias previas. “Para algunas personas, puede ser muy dañino a nivel psicológico”, asegura Sánchez. Estas reapariciones pueden causar confusión emocional. “Pueden reabrir heridas emocionales y generar dudas sobre si las cosas podrían funcionar de nuevo. Además, la pérdida de autoestima puede ocurrir al sentirse como un ‘plan B’, lo que deteriora la percepción de valor personal. La dificultad para confiar también aumenta, ya que este comportamiento mina la confianza en las relaciones futuras y genera miedo al abandono”, concluye Padilla.

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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.
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