Por qué Bradley Cooper se equivoca al creer que Lady Gaga (o cualquier mujer) es más auténtica sin maquillaje
El episodio de la prueba de cámara para Ha nacido una estrella, en la que el director desmaquillaba a la artista para mostrarla “sin artificio”, reabre el debate sobre el doble rasero con el que se juzga a las mujeres según su maquillaje.
La promoción de la recién estrenada Ha nacido una estrella ha traído consigo una anécdota controvertida. Tanto en las entrevistas previas como en las ruedas de prensa del que ha sido el debut cinematográfico de Lady Gaga y el de Bradley Cooper a la dirección, ambos han recordado varias veces la historia del día en que hicieron la prueba de cámara juntos. La artista bajaba las escaleras de su casa y ahí estaba el también productor y coprotagonista con una toallita desmaquilladora en la mano. «No quiero maquillaje en tu cara (…) Completamente abierta, sin artificio», le dijo pasándole la toallita a la actriz por el rostro, según contaba ella misma en LA Times. Las preguntas sobre por qué Cooper llevaba estas toallitas consigo y los comentarios que lo señalan como un gesto «invasivo», «espeluznante» o «machista», conviven en Twitter con otros que defienden que en realidad él recreaba parte de una escena que aparecía en la versión de la misma película que protagonizaron Judy Garland y James Mason. Y se suman ahora a otras declaraciones sobre el tema que la cantante hacía durante una entrevista en The Graham Norton Show contando que, a pesar de llevar ella su propio equipo de maquillaje y peluquería al set (Sarah Tanno y Frederic Aspiras, de la Haus of Gaga), Cooper se encargó de supervisar que no le colara maquillaje de más. «Traté de escabullirme con un poco de maquillaje, pero Bradley no lo aceptó», contaba.
«El personaje es así y Lady Gaga es increíble», argumentaba él desde el asiento de al lado en la televisión británica. La condición resultó ser una ayuda para la interpretación de la artista: «Me puso justo en el lugar que necesitaba, porque cuando mi personaje habla de lo fea que se siente, el sentimiento fue real. Soy muy insegura. Me gusta predicar, pero no siempre practico lo que predico», explicaba a la publicación mostrando su vulnerabilidad al respecto. Pero más allá de las exigencias del guion o del papel que el maquillaje y la peluquería juegan en la trama para contar la evolución del personaje, el gesto en sí ha suscitado un debate en torno a la creencia generalizada de la que Bradley ha hecho gala: la ausencia de maquillaje en las mujeres se traduce por autenticidad.
La idea está presente en la película. Conforme Ally (Gaga) se va haciendo más famosa, se maquilla más y transforma su pelo con un aspecto más cercano al que identificamos con una estrella pop, lo que Jackson Maine (Bradley Cooper) señala como una pérdida de autenticidad de la persona. Pero el proceso de crecimiento artístico no siempre es así ni la cantidad de artificio que se lleve está reñida con lo auténtico. Como apunta la periodista especializada en belleza Cheryl Wischhover en su artículo El problema de que Bradley Cooper pidiera a Lady Gaga salir sin maquillaje en ‘Ha nacido una estrella’ publicado en Vox, el caso de Gaga es ejemplo de justo lo contrario. «Comenzó abrazando la caricatura completa y ha atenuado mucho sus afirmaciones visuales con su última gira, Joanne, adquiriendo una imagen más popular (…) No es la única gran estrella del pop que ha cambiado su apariencia con frecuencia y usa el maquillaje sin tapujos para construir una imagen. Tres de las más auténticas intérpretes del planeta, Dolly Parton, Rihanna y Cher, también lo hacen”, escribe. Su estética creativa ha construido su seña de identidad, quién es y cómo se presenta al mundo como artista. Y su forma de llamar la atención y expresarse con ello ha sido precisamente lo que le ha convertido en una de las cantantes más influyentes del momento con apenas una década de carrera a sus espaldas.
Detrás de la anécdota, la creencia machista de que una mujer es más real o auténtica cuanto menos maquillaje lleva. Algo que salía a relucir con evidencia hace unos meses con el caso del maquillaje que llevó Meghan Markle en su boda. Se apreciaban sus pecas, no llevaba el rabillo del ojo marcado ni los labios estaban pintados de un color fuerte, lo que hizo creer a muchos hombres que no iba maquillada en absoluto. Ingenuidad aparte -¿quién se va a creer que en el que fuera uno de los eventos más mediáticos del año cada detalle, incluida la apariencia de la novia, no estuviera perfectamente medido?-, los comentarios en redes sociales aprovechaban la falsa apreciación para cargar contra otras mujeres que se maquillan, tachándolas de falsas.
Mujeres, vieron cómo iba Meghan Markle en SU BODA... ni iba como pintada como payaso ni con uñas de 30cm.
— Antelo (@DjAntelo) May 19, 2018
Elegante, sencilla y casual. La belleza no necesita adorno. #royalwedding pic.twitter.com/slfZzEmYIv
¿Qué pasa cuando la mujer, de verdad, no se maquilla? Si tiene ojeras, manchas en la piel, acné o cualquier otra ‘imperfección’, también se la ataca por no cubrir las expectativas sociales sobre el físico femenino. Otro caso reciente que lo demuestra es el de Eva Longoria saliendo a cenar sin maquillar tras dar a luz a su primer hijo. Medios como ABC titulaban de manera alarmista sobre su aspecto (corrigiéndolo tras las críticas): “Las preocupantes imágenes de Eva Longoria sin maquillaje”, decían. Lo que sumado al caso de Markle demuestra el doble estándar a la hora de juzgar a las mujeres por su aspecto: ten una apariencia ‘perfecta’, pero que no se note que la has trabajado, que parezca natural. Epítome de esto es la tendencia no makeup o el efecto cara lavada que arrasa en redes: maquillarse a base de unos cuantos productos pretendiendo que parezca que no te has maquillado y que, además, te acabas de levantar con un brillo en la cara que, en efecto, nadie tiene en realidad al despertarse.
Cuando Bradley Cooper usa palabras como «autenticidad», «artificio» o «apertura» para equipararlas con la ausencia de maquillaje (independientemente de que decida retratar al personaje como quiera) hay otro mensaje que subyace: descrédito para quien decide maquillarse. Donde el maquillaje no debería ser entendido más que como otra elección de estilo o vía de expresión, se acaba convirtiendo en otra forma de escrutinio hacia las mujeres.
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