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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Me avisó antes que mi psicóloga: razones por las que Julieta Venegas es mi amiga

De todas las lecciones emocionales que me ha dado Julieta, la más importante es la del adiós.

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Eran los principios de los dosmiles, tenía nueve años y las chicas de mi edad estaban aprendiendo coreografías de Britney Spears o Christina Aguilera y las de mi barrio peruano, además de eso, estaban aprendiendo coreos de canciones de cumbia. Mientras todas movían las caderas, daban vueltas y movían los pies para adelante y para atrás con mucha coordinación, estilo y harmonía, yo, que no sabía qué hacer con mis manos cuando estaba de pie y ni siquiera podía bailar a escondidas de ellas porque era demasiado consciente de lo que estaba haciendo, conecté con una canción de Julieta Venegas. La canción se llamaba Andar conmigo y me aprendí la letra enseguida.

No me había enamorado nunca y estaba claro que no tenía ni idea de lo que estaba cantando de memoria. Pero sí que entendía una cosa: yo quería que alguien andase conmigo. Qué bonito era fantasear con preguntarle a alguien si quería andar conmigo. Solo si quería andar conmigo. Pronto también conecté de la misma manera con Lento, que es del mismo disco, cuando dice “ser delicado y esperar/dame tiempo para darte /todo lo que tengo”. Ahora, siendo mayor, veo en esta canción un himno para las acuarios que, como yo, necesitan tiempo y espacio para abrirse emocionalmente con alguien y en esta frase en concreto, un mantra. Por entonces no lo sabía pero Julieta y yo estábamos formando mi personalidad tímida y reservada.

Julieta era como una amiga.

En 2006, yo no me había enamorado todavía y cuando escuchaba Me voy seguía sin entender nada pero cuando dice “no voy a llorar y decir que no merezco esto/ porque es probable que lo merezco/ pero no lo quiero” se me quedó grabado para siempre en la memoria, como a todas vosotras porque, a quién queremos engañar, es un temón. Sin embargo, saberse la letra de memoria es una cosa y luego asimilar lo que quiere decir, otra. Julieta estaba hablando de asertividad en esta canción que me aprendí de memoria con doce años pero yo no aprendí lo que era la asertividad hasta los veintiséis.

En 2020, mi psicóloga y yo estamos hablando sobre los conflictos y saber decir las cosas, cuando me doy cuenta de que me está hablando de la letra de Me voy. En Me voy Julieta habla de valorarse a una misma y por eso, irse de una relación en la que la otra persona no sabe valorarte también: “Porque no supiste entender a mi corazón/ lo que había en él/ porque no tuviste el valor de ver quien soy”. Pero, por ejemplo (y esto es una interpretación libre), también puede hablar de que no tienes por qué aguantar que alguien te falte el respeto en una discusión porque, aunque sepas que tú también eres responsable de haber llegado a esa situación (“no voy a decir que no merezco esto porque probablemente lo merezco”), no tienes por qué aguantar que nadie te trate mal y si no estás cómoda, puedes irte. Mientras mi psicóloga sigue insistiendo en que no tengo que aguantar que nadie me falte el respeto, yo pienso que el consejo de Julieta estaba ahí desde que tenía nueve años pero nunca había entendido una mierda lo que me quería decir. Y también pienso, ¿habría sido asertivo haber cantado Me voy antes de irme de esa discusión?

Me voy llama a la acción, a irte, porque no tienes que aguantar la mierda de nadie. Por otro lado, Nada importante sería la respuesta que a mí me saldría natural. Dice “todo lo que quiero decir/ no es nada importante/ nada importante/ me lo voy a guardar y no lo voy a soltar/ no es nada importante”. Aquí no hay consejo, aquí está Julieta metida en mi cabeza como en Andar conmigo y en Lento. Es otro mantra sobre guardarse las cosas, callar y joderse. Es un mantra que probablemente no gustaría a mi psicóloga pero seguro que ambas coincidiríamos en que es una canción increíble.

Me voy llama a la acción, a irte, porque no tienes que aguantar la mierda de nadie

Salgo de la cita con mi psicóloga, me pongo los cascos y doy al play a una lista de reproducción en la que solo está Algo está cambiando de Julieta y By this River de Brian Eno. Si me siento ligeramente optimista, pongo Algo está cambiando y si me siento normal, es decir, pesimista y quiero estar en la mierda pongo By this river. Si me siento un poco optimista escucho Algo está cambiando porque a nivel musical es muy alegre pero también porque cuando dice “te asusta la idea de lo que pueda suceder/ decirte quisiera algo que te haga sentir bien/ pero es que hay algo más que a simple vista no se ve”. La reproduzco una y otra vez porque quiero recordar que está bien cambiar y estar harta y que no tengo que desvivirme por hacer feliz a todo el mundo para evitar los conflictos. Esto es otra cosa que hemos comentado recientemente con mi psicóloga pero que Julieta me había dicho mucho antes. Escuchaba esta canción yendo al instituto pensando que iba sobre mis cambios físicos hormonales, joder.

Julieta era una amiga que me estaba aconsejando y yo no la estaba escuchando de verdad. Como cuando una amiga te avisa de que no te abras y te entregues a una persona que no te va a dar nada de vuelta pero tú no haces caso y te entregas una y otra vez. Y te quedas ahí, abriéndote en canal como si estuvieras en un matadero. Y lo estás. Y siento la analogía pero es igual de atroz porque ese robot sin sentimientos te está matando lentamente, está matando tu paciencia y esperanza, pero tú te quedas porque eres una triste ilusa y también una idiota. Y en ¿Por qué? Julieta te canta “si ves que todo se termina y eso en la vida es algo natural/ el viento todo se lo lleva/ nada carga el peso que lo anclará… ¿por qué? ¿por qué no lo quieres ver? ¿por qué, si sabes bien, no te quieres mover?” .

Casi es como si quisiera pegarnos una cachetada amable para luego decirnos «amiga, date cuenta» y ¡nos merecemos esa cachetada! Además, te regala una bella aunque desoladora melodía de acordeón para asegurarse de que si no se te queda la letra, al menos te perseguirá esa melodía. También te da un respiro cantando “con la niebla que rodea tu cabeza/ todo se evaporará/ Es en esta esgrima donde más de uno se evaporará”. Porque, al final, aunque no lo parezca, no solo tú estarás jodida.

Pero de todas las lecciones emocionales que me ha dado Julieta, la más importante es la del adiós. Con canciones como La despedida o Si tu no estás, habla de saber despedirse de alguien y más importante aún, comprender que la despedida no es solo decir adiós a otra persona sino también aprender a vivir sin ella. En La despedida dice “vamos a decirnos adiós como se debe/ sin rencor y sin duda de que es lo mejor” y “es tan bueno despedirnos como habernos conocido/ es tan bueno aceptar la derrota como fue luchar”. Porque, siendo sinceras, si sientes rencor por esa persona es porque, en realidad, no te has despedido. En Si tú no estás dice “si tu no estás/ las plantas igual crecerán/ y si tú estás en otro lado/ el tiempo no se detendrá”. Porque cuando has conseguido despedirte de verdad, te das cuenta de que la vida sigue como siempre.

El proceso de despedirse y olvidarse de alguien es muy duro. Tienes altibajos en los que echar de menos se convierte en ansiedad y no parece muy buena idea volver a ver a alguien motivada por la ansiedad. Pero tú quieres volver a ver a esa persona –aunque luego lo piensas y en realidad no–, pero luego vuelves a pensarlo y en realidad, sí. Pero, en realidad, no. En mi disco favorito Los momentos hay una canción preciosa que habla de esto. “Lo sé/ a veces gana mis deseos de encontrarte una vez y voy haciendo versos que celebren nuestra historia que nunca sucederá…pero es bueno celebrar”. La parte más dura de todas dice “todo lo que pudo suceder se esfumó junto a la ilusión de verte otra vez/ verte otra vez”. Todos los planes hechos antes de la despedida se fueron a la mierda. Todos esos planes hechos con ilusión y esperanza. Como dijo George Costanza en un episodio de Seinfeld: “No quiero tener esperanza, la esperanza me está matando”.

En la canción Te vi, que es del mismo disco y mi favorita, Julieta habla del amor no correspondido. Un canción inolvidable. La mejor canción del mundo. “Ya entiendo cómo esto seguirá/ seremos tan amigos/ desde lejos los veré pasar/ desde atrás de un cristal y mi cuerpo no te recordará/serás un anhelo/ una puerta que nunca abrirá/ eso ya lo entiendo”. En la canción, una persona descubre que la persona que le gusta está con alguien y aunque nunca pasó nada entre ellos y todo quedó en un amor platónico, siempre le quedará el anhelo. Al menos, para una de las partes, todo ese amor fue real. Te vi describe todas las relaciones imaginarias que he tenido y me parece que es la que me define mejor de todas.

Hay algo en las canciones de Julieta, que también veo en las canciones de Natalia Lafourcade, que llama a la reflexión después del desamor y el dolor. Esto es lo que más me gusta. Ni Julieta ni Natalia te van a dejar hundida en la mierda con sus canciones. Con sus letras hacen que recuerdes, te identifiques y que cuando cantes, quizá te duela, pero ahí no se acaba todo. Después, ellas te recogen, te abrazan y te aconsejan regalándote su sabiduría para que gestiones tus problemas de forma sana. Para ser consciente de tu parte de responsabilidad y de cual es la mejor manera de ver las cosas. Te tienden la mano para que no te quedes en la mierda. Te dicen que todo irá bien porque saben que irá bien. Y por la honestidad y la calidez de sus letras, porque te hablan como lo harían unas buenas amigas, es suficiente que ellas sepan que estarás bien para que tú también te lo creas: “porque sé que me espera algo mejor/ alguien que sepa darme amor y de ese que endulza la sal y hace que salga el sol”.

Julieta es una amiga.

Además de la educación emocional que me ha ido dando Julieta todos estos años siendo yo consciente o no, también me ha creado una obsesión con tener un acordeón. Me regalaron un acordeón para niños y aprendí a tocar la lambada, que no está mal pero mi sueño es aprender a tocar Me voy. Es un acordeón que podría haber tocado la niña de nueve años que no se enteraba de nada.

A Julieta: ahora mismo entraré en tu cuenta Goodreads para ver qué memorias me estás recomendando leer.

Retrato de Julieta Venegas, por la autora del texto, Rocio Quillahuaman.
Retrato de Julieta Venegas, por la autora del texto, Rocio Quillahuaman.

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