La controvertida fragancia de los cosméticos: ¿se debe evitar porque provoca alergias?
La fragancia de los cosméticos constituye la segunda causa más frecuente de alergia de contacto, pero solo afecta a entre una y cuatro personas de cada cien.
Basta una búsqueda rápida en Google preguntando sobre la fragancia en las cremas para toparse con mensajes alarmantes como que “conviene evitarlas porque causan alergias”, recomendaciones confusas tipo: “Intenta que los productos no contengan perfume (o que especifiquen que son de origen natural y no sintéticos, que serán menos saludables)”, o declaraciones como que “se trata de ingredientes misteriosos, puesto que la industria del perfume no está obligada a revelar la lista de ingredientes detrás de un determinado perfume”. También, incluso, artículos que hablan de problemas más dañinos: “Si bien la mayoría de las sustancias químicas de las fragancias no se divulgan, sabemos que algunas están relacionadas con problemas de salud graves como el cáncer o toxicidad reproductiva”. ¿De dónde viene tanta alarma?
¿Por qué no se desglosa la ‘fragancia’ en los ingredientes?
Vaya por delante que la fragancia de las cremas, al igual que la que incluyen otros productos de uso diario como jabones o suavizantes, no es ‘tóxica’. “En Europa las fragancias muestran conformidad con los estándares IFRA (Asociación Internacional de Perfumería), que establece normas de seguridad para los fabricantes de fragancias. Sustancias prohibidas, restricciones o pureza son algunos de los puntos clave de esta normativa”, explica Raquel Marcos Esteban, doctora en química y autora de Belleza con ciencia. “Al igual que ocurre con el resto de los ingredientes cosméticos, la fragancia se regula bajo el mismo reglamento europeo No 1223/2009. Lo que ocurre es que al estar en concentraciones inferiores al 0.001% en productos que permanecen en la piel, sin aclarado, no se declaran todos los ingredientes que hay dentro del mismo”.
No se declara, al igual que no se declaran los componentes que se incluyen en concentraciones muy bajas, pero desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) sí instan a un cambio en la regulación que obligue a las compañías a desglosarlo. La entidad publicaba el pasado mes de noviembre una investigación de dermatólogos del Grupo Español de Investigación en Dermatitis de Contacto y Alergia Cutánea (GEIDAC) que, tras estudiar durante 5 años a casi 20.000 personas, concluía que “sería necesario incluir más fragancias en la lista de declaración obligatoria de la UE que incluye solo 26 sustancias”. Independientemente de su concentración, el cambio permitiría optimizar el diagnóstico de las alergias específicas a sustancias concretas.
Entonces, ¿da alergia la fragancia?
En este controvertido componente las firmas incluyen, dice Marcos Esteban, “desde aceites esenciales, como puede ser el limonene, a compuestos orgánicos considerados fragancias sintéticas”. Todo puede ser un alérgeno, “todo dependerá de la persona”, pero la fragancia constituye la segunda causa más frecuente de alergia de contacto, tanto en la población general (1-4%) como entre los pacientes con dermatitis de contacto (6-14%), según la AEDV. El estudio de la academia identifica las fragancias con más posibilidades de causar problemas: en los hombres la fragancia E. Prunastri, un aroma que recuerda a madera, tierra o algas marinas; y en las mujeres el geraniol, que aporta un olor floral, a rosas. La fuente más común de sensibilización a fragancias es el desodorante.
¿Y los etiquetados como hipoalergénicos?
Sirve de poco, porque no es una etiqueta regulada. “El término pretende reflejar que dicho producto no lleva ninguno de estos elementos potencialmente dañinos”, escribe Lorea Bagazgoitia, dermatóloga en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, en Lo que dice la ciencia sobre el cuidado de la piel. “Curiosamente cuándo y cómo aplicar esta etiqueta no está regulado, y parece que los fabricantes la colocan a su conveniencia”, añade.
¿Naturales o sintéticas?
Las moléculas son idénticas: “En el laboratorio da igual que un aroma sea de origen sintético o natural, ya que a nivel químico es idéntico y así lo podemos observar con las técnicas analíticas de las que disponemos”, explica Marcos Esteban. “La manía o aversión a todo aquellos que es sintético no tiene un origen determinado, sino muchos. La historia de la industria química no ayuda, y las campañas posteriores frente a esta, tampoco. Actualmente, existe mucha regulación respecto a las sustancias químicas y todo aquello que entra en contacto con los seres humanos, pero la gran mayoría de los consumidores o usuarios lo desconocen, o es tan complejo, que nadie se ha molestado en explicarlo de manera sencilla”.
¿Fragancias sí o no?
Las fragancias aportan cosmeticidad al producto, elevan la experiencia y no deben ser demonizadas. “Los productos cosméticos comercializados en España son seguros”, dice Bagazgoitia, “no obstante, en función de la sensibilidad de tu piel o de las alergias que padezcas, te convendrá adquirir unos u otros”. En ocasiones es gusto personal y, en ocasiones, problemas cutáneos “donde pensamos que es la fragancia la causante de una posible irritación, cuando puede ser cualquier otra cosa”, añade Marcos Esteban, que concluye que, en este caso, “lo aconsejable es acudir a un alergólogo para verificar si realmente existe una alergia a determinados ingredientes. Pero hasta el olor a limpio tiene fragancia”.
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