¿Existe la edad ideal de la mujer?
Para mantener la lozanía: fotoprotección a los 20, ácido retinoico a los 30 y bótox a los 40.
Decía Oscar Wilde que las mujeres no deberían precisar su edad. «Resulta calculador», apostillaba. Citas aparte, ¿es una desventaja envejecer o con los años se enriquece el espíritu y se asientan las emociones en un cuerpo cada vez más fácil de conservar? Para los expertos, los 40 son los nuevos 30. Este cambio en el reloj biológico está relacionado con un estilo de vida más saludable. «Hoy se alcanzan situaciones óptimas incluso en cuestiones como el metabolismo. Por ejemplo, si una mujer se ha alimentado correctamente durante la adolescencia, su reserva ósea será excelente. Es decir, los 60 se empiezan a gestionar en la infancia», argumenta Consuelo Prado, profesora de Antropología de la UAM. Conclusión: los años se pueden relativizar, sobre todo en salud. ¿Y en apariencia? El 89% de los procedimientos estéticos se realizan en mujeres, según la International Society of Aesthetic Plastic Surgery, y la cirugía facial es la más demandada (55,3%).
A nivel epidérmico, los 20 son una edad ideal, según Agustín Viera, dermatólogo de Gran Canaria. A partir de los 30, descienden los párpados; a los 40, llegan las arrugas en la frente y el surco nasogeniano; a los 50, irrumpe la flacidez, se acentúan las arrugas y se reabsorbe la grasa de las mejillas; y con 60, la piel adelgaza. Para recuperar la lozanía, el dermatólogo propone el siguiente ritual: «Fotoprotección a los 20; antioxidantes y ácido retinoico a los 30; peelings, láser, toxina botulínica y rellenos a partir de los 40».
Otro cantar es el plano neurológico. Cristina Palmer, neuropsicóloga del Hospital de la Fuenfría, explica que nos regeneramos hasta los 65 años: «Entonces se pierden más neuronas de las que se generan. Antes, entre los 40 y los 55, llega la plenitud porque la reserva cognitiva se alimenta de experiencia». A nivel emocional, la edad ideal no coincide con la plenitud epidérmica ni con la neuronal. «La madurez alcanza el punto álgido a los 30, cuando se tiene más claro quién se es y se ha traspasado la barrera de la adolescencia y el abismo de los 20 (cuando aparece la inseguridad de la incorporación al mundo laboral)», explica Palmer. Con un pero: «Con la crisis es más difícil encontrar empleo, lo que puede prolongar la incertidumbre hasta los 40».
Otros sinsabores: una nueva desazón tambalea en muchas ocasiones los cimientos emocionales: una de cada tres parejas se divorcia, lo que debilita la supuesta estabilidad sentimental de la que se gozaba antaño a partir de la treintena. «Es una realidad inherente a esta época: aunque la pareja es un objetivo, cada vez más mujeres se centran en sí mismas para alcanzar la plenitud», asegura la neuropsicóloga. ¿Y qué hay de la edad ideal para enamorarse? Según la experta, a los 20, o se idealiza o se explora con los sentimientos y el sexo; a los 40, hay fracasos previos, por lo que el nivel de exigencia aumenta y existe la presión del reloj biológico si no se ha sido madre. Un dato: en los últimos cinco años han aumentado un 34% los tratamientos de reproducción en mujeres mayores de 40 años, según el IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad).
Nada alarmante si se tiene en cuenta un estudio del equipo de científicos ingleses de John Mirowski, según el cual la edad ideal para tener hijos no ronda los 23 años, sino los 34, cuando todavía no existen problemas de salud general o reproductivos y hay más posibilidades de disfrutar de ventajas sociales y económicas. La plenitud sexual no entiende de edades: según Carmen Sala, ginecóloga de la plataforma The Doctors, depende de la salud, del tipo de pareja y de la autoestima.
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