El investigador que quiere acabar con el bótox: «Busco reparar la piel, no ponerle una máscara»
Hablamos con el doctor Augustinus Bader, partidario de no rellenar ni camuflar las arrugas sino de trabajar para que las celulas trabajen desde dentro para reparar los daños. Celebrities como Naomi Campbell, Courtney Cox, Carla Bruni, Goldie Hawn y su hija Kate Hudson confían en sus tratamientos.
Un investigador de una universidad alemana no es lo primero que viene a la cabeza cuando piensas en el glamurosa industria de la belleza. Sin embargo, el doctor Augustinus Bader, director de biología celular aplicada de la universidad de Leipzig, es el artífice de una de las cremas de cuidado de la piel que más está dando que hablar en ese campo.
Aunque, para ser precisos, Bader mantiene que sus trabajos tienen poco que ver con la cosmética convencional: “No vendo una ilusión” dice durante una cena de prensa en el club privado londinense Soho House, lugar a años luz de un laboratorio universitario. “Lo que yo propongo no camufla ni rellena, simplemente ayuda a que tus propias células reparen la piel desde dentro”, aclara.
Con 30 años de experiencia en investigación células madre, Bader creo su primera loción como un tratamiento para quemaduras. En su trabajo se planteaba por qué un corte en la mano se cura mejor que una abrasión. Como respuesta descubrió que, al quemarse, las células no pueden participar del proceso de comunicación y no emiten señales para que repararse. Con su investigación, y esto es lo que resulta interesante sobre ella, ha encontrado este detonante para reestablecer esta comunicación. De la misma manera que se cura una lesión, se minimiza el proceso de envejecimiento.
Con su primera versión médica de la crema el doctor Bader evitó complicados transplantes de piel en niños con quemaduras hasta que sus logros llegaron a oídos de un inversor que insistió para que comercializarse su propia línea de cuidado de la piel. ¿Qué convenció a este discreto doctor? “Con los primeros resultados de mi crema me daba cuenta de que la gente era más feliz y eso me animó”, confiesa.
La crema Augustinus Bader, un cóctel de aminoácidos naturales, péptidos, vitaminas y moléculas sintetizadas, funciona como un empujón del proceso natural curativo de la piel y promete mejorar la elasticidad de la piel en un plazo de entre cuatro y seis semanas. Su precio de 225 euros la coloca definitivamente en la gama más alta del mercado. Su creador mantiene que muchos de sus clientes terminan ahorrando, porque no se necesitan más productos que un simple limpiador, algo que también atraerá los amantes de los baños minimalistas. Además, un 10% de las ganancias del producto se destinan a una fundación que ofrece terapias regenerativas para los que más lo necesitan.
La fórmula Bader se ha convertido en un secreto a voces entre famosos y supermodelos. Naomi Campbell, Carla Bruni, Goldie Hawn y su hija Kate Hudson y Courtney Cox son fans. Melanie Griffith y Don Johnson son inversores en la empresa, y uno de los actores más conocidos de Hollywood, que prefiere mantenerse anónimo, colabora con la fundación, porque de joven trabajó entregando comida a hospitales y le impresionaron las unidades de quemados.
Pero al contrario que a los gustos de su clientela, el doctor Bader no es partidario de los tratamientos invasivos: “El bótox bloquea respuestas neuronales de tu piel e impide mover la cara. En consecuencia, los músculos se atrofian de la misma manera que los de un astronauta que no los mueve en el espacio. Es como una máscara que mantiene la ilusión de que tu rostro no tiene arrugas pero cuando se pasa el efecto, siguen allí, los músculos se han encogido pero la epidermis no, y cae como una cortina sobre una ventana.” Tampoco es que sea muy amigo de las cremas de protección solar, por la cantidad de compuestos químicos que contienen.
Antes de irnos el doctor nos da un consejo: “Recomiendo usar productos totalmente naturales. Eso y ejercicio, no ponerse demasiado al sol y una buena alimentación.” Y sobre todo no creer en las pócimas de la eternal juventud: “Una piel bonita es una piel sana. Tenemos que aceptar que a medida que envejecemos tendremos algunas arrugas. Al fin y al cabo son sonrisas. Yo busco no borrar la personalidad en la cara, pero mejora su textura para que vuelva a la de la juventud» Y eso, si de verdad se cumple, es milagro suficiente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.