Maquillajes y rostros que huyen del uniforme
Los algoritmos imponen una visión monolítica de la belleza, “por eso deberíamos fijarnos más en lo distintos que son todos los rostros que nos rodean”, defiende Lucia Pica, socia creativa de imagen y maquillaje en Byredo. En estas imágenes reinterpretamos su mirada
“Hay mucha información ahí fuera sobre maquillaje”, reconoce Lucia Pica (Nápoles, 48 años), socia creativa de imagen y maquillaje en Byredo. Más datos que nunca, pero también contenidos más jerarquizados. En el caso de las mujeres maquilladas, existe un rostro específico que se ha convertido en omnipresente en redes sociales: uno cincelado a base de contouring (con algún pinchazo con relleno aquí y allá), de cejas gruesas minuciosamente peinadas, coloreado en un predecible abanico de nudes para dar una falsa ilusión de naturalidad y quizá aderezado con un rosa en los labios. Es el rostro de influencers grandes o pequeñas, de artistas de todo tipo o del inmenso ejército de seguidoras en las que permean esas imágenes. Caras aspiracionales que se repiten al hacer scroll y que moldean la noción misma de belleza de sus millones de espectadores. “Hay mucho contenido, sobre todo en torno a una estética muy concreta, mucho iluminador y muchas caras iguales. Por eso deberíamos fijarnos más en lo distintos que son todos los rostros que nos rodean en el día a día”, defiende la italiana. Su trabajo, maquillar y desarrollar nuevas colecciones, debería haberse vuelto más sencillo gracias a las aportaciones de las redes sociales, pero la uniformidad hacia la que tienden estas hace que se hayan convertido en una trampa de la que busca escapar para poder avanzar en sus propuestas. “Intento mantener la autenticidad de lo que siento para aportar, en lugar de recoger lo que veo que me gusta. Es cierto que las redes pueden inspirarme, pero trato de que cualquier idea conjugue conmigo”, añade.
Es la paradoja a la que se enfrentan muchos artistas: cómo seguir expandiendo su creatividad cuando el algoritmo se empeña en tirar de todos ellos en la misma dirección. Pica, que desarrolla colecciones de maquillaje desde hace más de una década, huye de la dictadura del clic enfocándose en lo físico: “Cuando creo productos paso por un proceso de probarlos y verlos, experimentar cómo se sienten, cómo es su aplicación, cómo evolucionan tras unas horas. Me centro mucho en la experiencia. Por ejemplo, el labial Flamboyant, que acabamos de lanzar en nuestra colección de Navidad, tiene una textura increíble. Buscábamos que fuera no solo estéticamente atrayente, sino también agradable para el usuario. Que se sintiera bien, que los labios no se secaran…”. Tiene amplia experiencia colaborando con el laboratorio, donde los avances técnicos sí le facilitan la paleta: “Hoy las texturas son más gustosas porque se infusionan con activos de tratamiento, lo que hace que todo siente mejor en la piel. En Byredo tendemos a ser completamente naturales y veganos, y en este campo se han dado grandes innovaciones; antes si querías ser natural tenías que ceñirte a unos resultados muy restringidos. Hoy el I+D nos permite hacer todo más cómodo”.
Su pericia multidisciplinar le sirve para abstraerse del look clónico: “A diario intento usar mi experiencia y lo que he ido aprendiendo de muchas personas para mantener mi individualidad”. Esa mirada única, que no se deja arrastrar por tendencias, probablemente sea la clave que explica cómo Pica es de las pocas capaces de virar el rumbo del sector. Lo hizo en 2015, con su primera colección para Chanel, cuando elevó el rojo a la categoría de icono para todo el rostro, incluidas las sombras de ojos que hasta entonces solo se veían en las cantantes de K-pop coreano (entonces un nicho en Occidente). “Creo que las tendencias hoy son una mezcla de muchas cosas y generalmente no se pueden predecir. Cuando lancé aquella colección roja lo hice porque era algo que a mí me gustaba y me parecía auténtico”, reconoce. Una manera creativa de entender el maquillaje que la convirtieron en 2022 en pareja perfecta para Byredo. Ben Gorham (fundador de la marca que hoy forma parte del porfolio del grupo Puig) se puso en contacto con ella y quedaron para tomar un café, recuerda la creativa: “No tenía ni idea de lo que quería pedirme. Siempre hacen colaboraciones, así que imaginé que sería para eso”. Pero fue para ofrecerle el gran puesto, uno de los caramelos del sector. “Hablamos el mismo idioma, es inteligente, creativo y buena persona. Tiene mucho gusto, gracia y delicadeza, así que sentí que conectamos inmediatamente. Me gusta cómo ha sabido mezclar el mundo del lujo más clásico con una parte más cruda y emocional, y que me haya dado este espacio para ser completamente creativa y libre”.
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