Ascot, la otra pasarela británica
Del 17 al 21 de junio, la carrera hípica favorita de la reina Isabel sirve de escenario para un desfile con un rígido código de estilo. Un negocio que este año tiene patrocinador catarí.
Ascot es mucho más que una de las competiciones hípicas más destacadas del calendario deportivo británico. Es un acontecimiento social y una cita clave para diseñadores y sombrereros. Durante la semana del 17 al 21 de junio, la carrera favorita de la reina Isabel II se convierte en un auténtico escaparate con las últimas tendencias del sector.
«Es la fecha más importante en la agenda de cualquier sombrerero», afirma la diseñadora Gabriela Ligenza. «Recibe 300.000 visitantes en una semana ¡y la mayor parte de ellos han de cubrirse la cabeza!». Según la creadora, que confecciona sus tocados con impresoras 3D, la mayoría de los encargos se preparan en las semanas previas, aunque muchas de las peticiones llegan en el último minuto. Es una temporada frenética, que no coincide con el calendario convencional de la moda [que reúne a prensa y compradores en febrero y septiembre]. «La mayoría de mis clientes son británicos», dice Ligenza, quien trabaja entre Italia y Londres. «Aunque cada vez hay más estadounidenses que no están tan acostumbrados a los tocados y necesitan un experto que los guíe».
El día de la reina de Royal Ascot. Un día antes se celebra una porra entre los asistentes para adivinar el color del sombrero que llevará la reina Isabel II al evento.
Cordon Press
Tal es la influencia de este evento en la industria textil que grandes almacenes como Harrods establecen una semana dedicada a vestirse para la carrera, y la propia organización de Ascot publica una guía de estilo e incluso patrocina un apartado de la semana de la moda de Londres dedicado a los sombreros. Además de premios para los equinos, en Ascot los diseñadores también ganan: reputación… y clientes. Algunas de sus imágenes más icónicas, como la llegada de Lady Di antes de su boda, una elegante Sophia Loren en 1966 y Audrey Hepburn en My Fair Lady con diseños de Cecil Beaton, han inspirado a generaciones de artesanos sombrereros.
Cortesía de Royal Ascot
Reglamento de estilo. Soplan aires de cambio: la reina Isabel II ha aprobado la introducción de patrocinio publicitario (del holding catarí Qipco). Y si bien la entrada al Royal Enclosure está restringida (solo pueden pasar los invitados por embajadas o miembros que hayan asistido a las carreras en los últimos cuatro años), la entrada general está abierta al público por 65 libras (unos 80 euros). Existe una opción más barata: la Silver Ring (20 euros) con menor visibilidad y de ambiente informal. En cualquier caso, la orientación en cuestión de vestuario es necesaria desde que en 2012 se endurecieran las reglas de etiqueta. Las normas son estrictas e imponen distintos códigos para acceder a las gradas y al perímetro real. En el primer caso, se prohíbe asistir sin sombrero o tocado, y ellos deben vestir con traje y corbata. En el Royal Enclosure, los hombres deben llevar frac y sombrero de copa; mientras para las mujeres el largo de la falda debe llegar al menos a la rodilla. En caso de usar tocado, debe tener un mínimo de 10 centímetros de diámetro. Este detalle ha contribuido al renacer de los clásicos sombreros de ala ancha y las pamelas y al declive de los diseños minúsculos.
Jane Corbett –quien tiene clientas como Catalina, Carole y Pippa Middleton– es uno de los nombres más solicitados. Desde su taller en Berkshire, advierte que el tradicional código de vestuario del evento no afecta al diseño, que puede ser todo lo innovador que se desee: «No son restrictivos en ese sentido. Sin embargo, si bien una banda de plumas o una pequeña flor pueden ser apropiadas para una boda, no sirven para esta ocasión. Hay que cubrirse la coronilla, adherirse a las reglas. ¡Ascot es Ascot!».
Cortesía de Royal Ascot
Mrs. Gertrude Shilling (con sombrero jirafa) y su hijo David (1971). Hoy David Shilling es un respetado sombrerero. Su trabajo se exhibe en el MET.
Cordon Press
Cortesía de Royal Ascot
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