10 consejos de los podólogos para tener pies sanos: de cortarse las uñas rectas a comprar zapatos por la tarde
Seis expertos aconsejan hidratarlos todas las noches, secarlos bien y no abusar del esmalte de uñas


Cortar las uñas redondeadas, no hidratar correctamente los pies o usar un calzado inadecuado. Estos son algunos de los fallos cotidianos que suelen ver los podólogos en consulta. A estos problemas se suman otras dudas: ¿Es aconsejable andar descalzo? ¿Hay que evitar pintarse las uñas de los pies? ¿Qué hacer ante el mal olor? EL PAÍS se ha puesto en contacto con seis podólogos para conocer sus trucos y cuáles son los errores más frecuentes en el cuidado de los pies.
Secarse bien entre los dedos
Montserrat Diéguez Blasi, miembro de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio Profesional de Podología de la Comunidad de Madrid (ICOPOMA), se lava los pies a diario con agua tibia y jabón neutro. Cuando los seca, presta especial atención a la zona entre los dedos. Esto es importante para evitar el exceso de humedad que pueda favorecer la aparición de hongos, según Víctor Alfaro, director general de Podoactiva, podólogo del primer equipo del Real Madrid CF y jefe del servicio de Podología de Olympia-Quirón Salud. “En el pie tenemos muchas glándulas sudoríparas, por lo que hay que tener especial cuidado respecto a la higiene”, señala.
Hidratar los pies por la noche
Jorge Escoto, podólogo y miembro de la junta directiva del Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV), se aplica crema hidratante a diario, especialmente en los talones, la parte del pie que más tiende a deshidratarse. Para él, no hacerlo es el error más habitual: “Es lo que más pereza da, sobre todo en invierno”. En verano, si va a exponerse al sol, también se da crema. En ese caso, opta por protector solar y lo aplica tanto en el empeine como en las plantas para evitar quemaduras, ya que “son zonas muy delicadas por haber estado cubiertas durante todo el año”.
Es importante que la crema hidratante que se usa a diario sea específica para pies. Así lo indica Alfaro, que destaca que la piel del talón puede llegar a ser hasta 50 veces más gruesa que la de la mejilla. “Podemos aplicar una crema con un poco de urea, lo que ayudará a eliminar las células muertas”, explica María Luz González Fernández, profesora titular de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid, que aconseja no aplicar crema entre los dedos. El mejor momento para hidratar los pies es por la noche. “Si nos ponemos la crema por la mañana y después te pones un calcetín y un zapato, es posible que la mezcla de sudor y crema lo que haga sea macerar la piel en lugar de hidratarla”, destaca Alfaro.
Cortar las uñas rectas
Las uñas deben cortarse con tijeras y de forma recta, sin acortarlas en exceso, según María Jesús Lechuga, podóloga, fisioterapeuta y posturóloga de la Clínica Podología y Posturología Puerta de Toledo. “Tienen la misión de proteger el dedo y hay que dejarlas llegar hasta el final”, añade Alfaro. Darles una forma curva es otro de los errores más comunes. Diéguez aconseja cortarlas sin redondear los bordes para prevenir las uñas encarnadas y limar ligeramente las esquinas si es necesario. Una investigación publicada en la revista American Family Physician indica que las uñas encarnadas representan aproximadamente el 20% de los problemas de los pies en atención primaria. Aunque la frecuencia del corte varía según cómo de rápido crezcan, los expertos recomiendan hacerlo con una periodicidad de entre dos semanas y dos meses.
Comprar zapatos por la tarde
No existe un calzado perfecto para todos, ya que cada pie es distinto. Para elegir el más adecuado, Alfaro recomienda colocar el pie sobre la plantilla original del zapato con los dedos relajados. Tiene que sobrar “más o menos medio centímetro por delante desde el dedo más largo”. Los expertos aconsejan no fiarse solo de la talla —ya que las medidas varían según el fabricante— y alternar diferentes tipos de calzado. “Uno de los errores más frecuentes es el uso de calzado demasiado pequeño, especialmente en la zona de los dedos”, cuenta Navor Pereira Losada, diplomado en Podología, especialista en podología quirúrgica y pie diabético y miembro de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Podólogos de Galicia (Copoga).
El calzado debe adaptarse a la actividad, al uso y a las condiciones climáticas: “No es lo mismo el calzado apropiado para una tarde calurosa de agosto en Ourense que para un día lluvioso de febrero en Santiago de Compostela, especialmente si se ha realizado el Camino de Santiago”. El experto asegura que no existen calzados “prohibidos”. Pero sí modelos que deben usarse de forma ocasional y ser conscientes de que pueden causar molestias. Lechuga explica que “los tacones de más de cinco centímetros están alterando el centro de gravedad, por lo que ocasionan problemas de espalda”.
Varias investigaciones asocian el uso frecuente de tacones altos con dolor musculoesquelético —especialmente en el pie, tobillo, rodilla y región lumbar—, así como con mayor riesgo de desarrollar hallux valgus (una desviación del dedo gordo del pie). Escoto recomienda que, al elegir calzado, el tacón no supere los cuatro centímetros, la puntera sea redondeada y el zapato se ajuste al pie sin presionar. También aconseja ir a comprarlo por la tarde, cuando los pies están más hinchados, para garantizar un ajuste adecuado.
No abusar del esmalte de uñas
“Vemos muchos problemas en consulta a causa de las pedicuras”, cuenta Lechuga. Al realizarlas, a menudo se retira la cutícula para pintar las uñas. Algo que, según la experta, “puede causar infecciones y heridas, especialmente si se utiliza material no esterilizado”. Además, el uso constante de esmalte —especialmente el permanente o semipermanente— impide que la uña respire y puede provocar engrosamiento, aparición de hongos, debilitamiento y cambios en el color, según los expertos. Por ello, recomiendan utilizar esmaltes solo de forma puntual, alternar períodos sin pintarlas para permitir la oxigenación de las uñas y evitar productos de baja calidad o con componentes agresivos.
Andar descalzo
Alfaro suele caminar descalzo por casa y realiza ejercicios sin calzado para mejorar la elasticidad y la fuerza del pie. Andar descalzo, según Lechuga, es una de las mejores formas de fortalecer la musculatura: “En casa, en la playa, en césped, siempre que se pueda y que la superficie esté limpia”. En estos casos, González recomienda usar calcetines que no resbalen.
Sin embargo, no siempre es recomendable. Como advierte Diéguez, caminar descalzo en lugares públicos o sucios puede aumentar el riesgo de infecciones, heridas o verrugas. Además, Pereira recuerda que está contraindicado en personas con alteraciones de la sensibilidad o de la circulación, como los pacientes diabéticos, por el riesgo de lesiones. Tampoco deberían hacerlo quienes siguen un tratamiento ortopodológico o utilizan plantillas o calzado especial diseñado para corregir la posición del pie.
Cómo prevenir el mal olor
El pie proporciona un entorno ideal para la proliferación de bacterias. Este es, de hecho, el principal motivo del mal olor de pies, según Escoto. Los expertos coinciden en que lo más recomendable en estos casos es acudir a un podólogo para determinar la causa. Hay que valorar si se debe a un “mal calzado o un mal calcetín”, ya que ambos pueden favorecer la sudoración y, con ello, la acumulación de humedad. También es importante evaluar la higiene, la posible presencia de hongos o incluso factores hormonales. Una vez identificado el origen del problema, el tratamiento puede ser farmacológico o incluir un cambio en el tipo de calzado.
Alfaro explica que el mal olor suele ir acompañado de una sudoración excesiva. En esos casos, sugiere comenzar con una rutina sencilla: aplicar polvos secantes durante el día y una crema hidratante por la noche. Es importante concentrar el polvo especialmente entre los dedos e incluso puede aplicarse una pequeña cantidad en la punta del calcetín antes de colocarlo, para mantener esa zona más seca. También recomienda cambiar de calcetines a lo largo del día si es necesario. Además de mantener los pies secos, Diéguez recomienda usar calcetines limpios de algodón, alternar el calzado, aplicar desodorantes específicos para pies y ventilar los zapatos.
Usar plantillas cuando sea necesario
Como destaca González, las plantillas son necesarias “solo en los casos en que un experto en patología del pie determine que son necesarias”. “Hay muchas personas que necesitan una plantilla para una actividad determinada, por ejemplo, para correr larga distancia, pero no la necesita en la vida normal”, añade Alfaro. Las plantillas pueden ser útiles en personas que caminan mal, tienen una mala postura o lesiones o quieren mejorar su rendimiento deportivo. La recomendación unánime de los expertos es que es imprescindible acudir a un podólogo para determinar la necesidad y el diseño más adecuado.
Hacerse un estudio de pisada una vez en la vida
“Por lo menos una vez en la vida deberíamos realizar un estudio de la forma de pisar para evaluar si esta puede estar relacionada con lesiones pasadas o futuras”, explica Alfaro. Este estudio resulta especialmente importante en personas que practican deporte. Como señala el experto, un diagnóstico precoz, sobre todo en niños, puede prevenir muchas complicaciones en la edad adulta.
Revisar los pies y acudir al podólogo
Una vez al trimestre, Escoto revisa las plantas de sus pies para comprobar que no hay nada “extraño”: “Manchas, lunares, callosidades…”. El experto aconseja acudir a una consulta podológica al menos una vez al año para hacer un corte y fresado de las uñas, así como para comprobar que los pies están sanos. Revisarlos a diario es especialmente importante para las personas con diabetes o enfermedades sistémicas, según Diéguez. Ante cualquier cambio de color, dolor o herida que no cicatrice, la experta recomienda acudir al podólogo lo antes posible: “Es mejor prevenir que curar. Los pies son los grandes olvidados”.
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