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Jorge Romaní, dermatólogo: “La tiña no compromete la vida, pero puede ser muy molesta”

El autor de la investigación que reportó más de un centenar de infecciones del cuero cabelludo asociadas al rasurado en peluquerías augura que se detectarán muchos más casos

Jorge Romaní, dermatólogo del Hospital General de Granollers.
Jorge Romaní, dermatólogo del Hospital General de Granollers.Carles Ribas
Jessica Mouzo

No le pilló por sorpresa al doctor Jorge Romaní, dermatólogo en el Hospital de Granollers (Barcelona), el primer caso de tiña que vio el año pasado asociado al corte de pelo en una peluquería. Estaba sobre aviso. Desde hace un par de años, en el grupo de Telegram que tienen los dermatólogos de la Academia Española de Dermatología y Venereología, se iba comentando ese goteo de tiña capitis, una infección del cuero cabelludo provocada por un hongo, que llegaba a las consultas de todo el país: solían ser adolescentes, aficionados a un estilo de corte de pelo que implica la visita frecuente a peluquerías para rasurarse la zona de la nuca.

De aquellos primeros casos surgió la idea de hacer un estudio científico para caracterizar un posible brote. La investigación, pendiente de publicarse en la revista Actas Dermo-Sifiliográficas y del que la Academia Española de Dermatología y Venereología informó en una nota de prensa (aunque no ha permitido acceder al documento hasta que se publique) recogió más de un centenar de casos en todo el país. Romaní (A Coruña, 57 años) es uno de los firmantes del estudio.

Pregunta. La tiña suena como algo antiguo, del pasado. ¿Es así?

Respuesta. No, en absoluto. La tiña sigue siendo una infección que diagnosticamos de forma rutinaria en el presente. Otra cosa es que en ciertos ámbitos geográficos, como puede ser África, sean más frecuentes. Pero en Europa también la hay. Hay muchos tipos de tiña y algunas afectan a la cabeza, otras al cuerpo. Por ejemplo, los hongos de los pies o de las uñas, que son frecuentísimos, también son tiñas. La tiña capitis, la de la cabeza, es más frecuente en la población pediátrica por contacto normal entre los niños o entre los animales o los niños, como sucede con los piojos.

P. La tiña también suena como algo muy nocivo. “Es más malo que la tiña”, dice el refrán. ¿Tan mala es?

R. No, en absoluto. Sucede un poco como con la sarna: sarna con gusto no pica, si la tiña fuera envidia… Son expresiones del acervo popular que denotan este nombre peyorativo. Pero no es así y también hay que decir que no tienen nada que ver ni con el nivel socioeconómico, ni con la higiene, ni nada.

P. ¿Cómo es la tiña capitis?

R. Hay dos formas, una no inflamatoria y otra que es inflamatoria. La no inflamatoria cursa con pérdida de pelos, descamación, un poquito de picor, pero poca inflamación. Y luego hay una forma inflamatoria en la que aparece una primera lesión redondeada que se inflama, supura, produce costras y se puede acompañar de fiebre y dolor. Y ambas, como infectan el pelo, pueden producir cicatrización y pérdida de pelo.

P. ¿Cómo se gestó su estudio? ¿Por qué lo pusieron en marcha?

R. Surgió porque, entre los dermatólogos españoles, empezamos a ver durante los dos últimos años ese tipo de tiña de la cabeza en adolescentes que habían ido a cortarse el pelo por moda: eran lesiones que aparecían en la zona del rasurado y explicaban muy claramente que les había pasado después de rasurarse el pelo en una peluquería. Por este motivo, iniciamos un estudio retrospectivo para recoger un número suficiente de casos para fijar las características clínicas, el hongo causante y el tratamiento administrado. El estudio no estaba pensado ni para identificar la distribución geográfica de los casos, ni el número total de casos en el país, ni el tipo de peluquerías en el que se realiza. Los criterios de inclusión eran: adolescentes que acuden con una lesión típica en la zona del rasurado y con el antecedente de haber visitado una peluquería las dos semanas previas.

P. En su estudio recogieron 107 casos. Conociendo la infección y cómo se transmite, ¿cuál puede llegar a ser la dimensión del problema?

R. Nuestra percepción es que, lógicamente, hay muchos más casos que 107. De hecho, durante estos días la gente está comentando muchísimos más y están llegando más pacientes con sospecha. Supongo que habrá un efecto en el que aparecerán más casos, y luego también parará por las acciones que pongan en marcha las autoridades sanitarias. De hecho, la razón de publicar este estudio es doble: primero, para que Salud Pública tenga unos datos que investigar y luego, para que los propios ciudadanos acudan al médico si tienen cualquier lesión sospechosa en el cuero cabelludo.

P. El perfil de los casos que describen son jóvenes, adolescentes, mayoritariamente chicos...

R. Sí, hay un predominio absoluto del sexo masculino porque hay más rasurado en los chicos: de los 107, 106 son hombres. El antecedente es así: todas las imágenes y la iconografía recogida nos dice que va asociado con esa costumbre. No porque el rasurado sea, en sí, una cosa mala, sino porque se hace con una máquina mecánica y la sospecha es que puede estar contaminada con esporas del hongo.

P. ¿Cómo de graves son los casos que han detectado?

R. La tiña no es, en absoluto, una infección grave que comprometa la vida, pero puede ser tremendamente molesta y requerir un tratamiento muchas semanas. En el artículo recogemos que, aproximadamente, el 75% de los casos son no inflamatorios y producen pocas molestias, y otro 25% sí que producen inflamación, con supuración, malestar, fiebre. Este es el impacto que tiene la enfermedad sobre los pacientes, contando, además, que pueden quedar algunas pequeñas áreas de alopecia residual.

P. ¿Cómo se trata?

R. El tratamiento suele ser oral; se trata de pastillas que hay que administrar, a veces, entre cuatro, ocho o incluso 12 semanas. También se suele aplicar un tratamiento tópico en crema y la lesión no se suele tapar, aunque, por supuesto, se debe extremar el cuidado del contacto en casa, por ejemplo con toallas, hasta que el tratamiento lleve unas semanas y la persona no sea contagiosa.

P. La hipótesis de la transmisión son las peluquerías, utensilios contaminados en ese contexto. ¿Cómo funciona este hongo?

R. El Trychophyton tonsurans [el microorganismo causante de esta infección] se puede transmitir de persona a persona. Y cuando no está invadiendo a esa persona, se transforma en esporas, que son esas estructuras con las que el hongo está esperando: son muy resistentes y, a través de un objeto contaminado —y más con el rasurado, que contacta muy directamente con la piel, más que con las tijeras—, el hongo pasa de ese objeto a la piel y allí se reproduce, comienza su ciclo de vida: las esporas germinan y el hongo empieza a crecer y, si no se para, crece extendiéndose a otras zonas.

P. ¿Cuál es la recomendación para los chavales que tengan este tipo de corte de pelo?

R. Aquí no hay que prohibir a nadie que se corte el pelo, eso está clarísimo. Hay que seguir la vida con normalidad y que las autoridades de Salud Pública determinen dónde está el brote y qué material puede no haber sido esterilizado convenientemente. Eso sí, si se ven cualquier pequeña lesión en la piel que se parezca, una placa con descamación en la nuca, que se lo digan a su médico.

P. ¿Y la recomendación a las peluquerías?

R. Las peluquerías tienen una normativa perfectamente especificada de desinfección y deben seguirla.

P. ¿Todo pasa por la desinfección de las herramientas que usan para el corte?

R. Absolutamente. Además, hay que diferenciar lo que es desinfección de la esterilización. Son cosas muy diferentes. Las esporas pueden ser resistentes a la desinfección y no a la esterilización, que es un método más profundo, en el que realmente eliminamos todos los microorganismos. Es la oportunidad para que todos estos establecimientos cumplan bien las normativas y tengan la absoluta seguridad de que no quedan esporas del hongo en estos objetos.

P. El sector de la imagen personal denunciaba en su comunicado que no se puede estigmatizar a una parte del sector ni culpabilizar al gremio.

R. Estoy completamente de acuerdo en que no hay que culpabilizar a nadie. La culpa es de un hongo. En cualquier caso, el que debe determinar e investigar ahora las fuentes de contagio y analizar esos objetos son los departamentos de salud pública. Nosotros somos clínicos y nos limitamos a observar, buscar un patrón clínico y poner sobre aviso a estas autoridades, pero son ellas las que deben determinar si hay que hacer inspecciones, algún control o implementar normas de desinfección antimicrobiana.

P. No es la primera vez que reporta una relación similar. En Alemania se notificaron 18 casos vinculados a cortes en barberías. Que haya pasado más veces, ¿los pone en alerta?

R. Cualquier evidencia acumulada en la literatura nos pone sobre aviso. Son enfermedades que alteran muchísimo la calidad de vida, acarrean una medicación, unas molestias y, más que nada, en todo aquello que es infeccioso, es importantísimo cortar la cadena de transmisión.

P. En este caso, ¿se puede cortar esa cadena de transmisión?

R. Por supuesto, es lo que esperamos que ocurra en las próximas semanas. Si la gente es consciente del problema y acude al médico [si tiene alguna sospecha], y las autoridades de salud pública ponen en marcha la investigación, creo que será fácilmente controlable.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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