Caballos de Troya, los medicamentos que ya multiplican la supervivencia en enfermos de cáncer
La reunión anual más importante para la oncología médica muestra nuevas combinaciones de fármacos conocidos que mejoran las expectativas de pacientes
Los oncólogos reunidos en Chicago para el encuentro anual de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO) recibieron con entusiasmo la presentación de los resultados del estudio DESTINY-Breast04 realizada por la doctora Shanu Modi. La investigadora del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, líder de este estudio internacional que se ha publicado en la revista New England Journal of Medicine, afirmó que este fármaco cambiará la forma de tratar el cáncer de mama. El medicamento, una especie de misil inteligente farmacológico bautizado como Enhertu, logró doblar el tiempo medio en que las pacientes con cáncer de mama metastásico sobrevivían sin ver progresar la enfermedad, de 5,1 meses con las quimioterapias convencionales a 9,9 con la nueva terapia. La supervivencia total se incrementó de una media de 16,8 meses a 23,4.
El fármaco es en realidad una combinación de medicamentos (trastuzumab y deruxtecan) que combinan sus capacidades y funciona como una especie de caballo de Troya. El deruxtecan es un producto tóxico, del tipo de las quimioterapias tradicionales, que impiden el desarrollo del cáncer, pero también dañan a las células sanas del organismo. El trastuzumab, empleado desde hace más de 20 años, es uno de los primeros medicamentos dirigidos contra el cáncer y en su momento ya fue una revolución. Capaz de acoplarse específicamente a la proteína HER2, que se expresa en tumores de mama especialmente agresivos, es capaz de destruir la célula tumoral sin hacer tanto daño a las sanas. El nuevo combinado, desarrollado por las farmacéuticas Daiichi Sankyo y AstraZeneca, utiliza el tratuzumab para llevar la potencia destructora del deruxtecan justo hasta las células tumorales para allí liberar una quimioterapia mucho más potente de forma localizada, multiplicando su efectividad y limitando los efectos secundarios.
El medicamento ya había demostrado su capacidad para mejorar las expectativas de pacientes con tumor de mama metastásico que expresaban mucho la proteína HER2, a la que se acopla el trastuzumab. “La novedad es que este fármaco también demuestra su actividad para pacientes HER2 bajo, que tradicionalmente se consideraba negativo [y fuera del alcance de fármacos como trastuzumab]”, apunta Cristina Saura, investigadora del Instituto de Oncología Vall d’Hebron y coautora del estudio en el que se puso a prueba el valor del nuevo medicamento. De este modo, los tratamientos para tumores con una presencia importante de HER2, que son aproximadamente el 20% del total, llegará a más pacientes en los que hasta ahora la cantidad de esa proteína se consideraba insuficiente para hacer de diana de estos fármacos dirigidos.
El éxito de este medicamento también se debe evaluar pensando en que se utiliza con personas que ya han recibido varios tratamientos antes y que, conforme van fallando, se quedan sin opciones. “En los pacientes que tienen cáncer de mama metastásico el objetivo es alargar la supervivencia de las pacientes lo más posible con la mejor calidad de vida posible y, cuando este fármaco esté aprobado, podrá ser otra forma de lograr ese objetivo”, afirma Saura. “Es posible que con el tiempo dejemos de emplear las quimioterapias convencionales y utilicemos solo [estos conjugados]”, concluye.
Estos fármacos conjugados fueron una de las novedades presentadas este fin de semana en ASCO, una reunión anual en la que se suelen anunciar los principales avances mundiales contra el cáncer. Como sucede cada vez más frente a esta enfermedad, se habló de éxitos parciales frente a muchos subtipos de una dolencia que son en realidad más de 200. Un ejemplo es el ensayo PANAMA, uno de los destacados en la reunión. El trabajo, liderado por Dominik Paul Modest, del hospital Charité de Berlín, mostró que una combinación de un fármaco llamado panitumumab con quimioterapia lograba una supervivencia media de más de tres años (36,2 meses) en pacientes con un tipo de cáncer de colon metastásico con el gen KRAS sin mutar. El resultado supone un incremento de 5 meses frente a las 31,3 que logra el tratamiento actual de referencia. Cathy Eng de la Universidad Vanderbilt, destacó que estos resultados “enfatizan la importancia de realizar test integrales con biomarcadores, en particular para ver el tipo de gen KRAS que tienen los pacientes con este tipo de tumor”.
Según explica Enriqueta Felip, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), presente en el congreso, uno de los objetivos principales de los oncólogos es, además de incrementar la supervivencia, “ver cómo se mejora la calidad de vida de los pacientes”. “Los tratamientos de soporte para todos los tratamientos, el manejo de los síntomas asociados a las toxicidades o ver cómo mejoramos la vida de los pacientes que sobreviven, cómo se monitorizan los efectos a largo plazo o cómo se reintegran al trabajo”, son también aspectos fundamentales del tratamiento de la enfermedad, explica Felip. En este sentido, en ASCO se presentaron trabajos que permitirán afinar con los tratamientos, para eliminar los que son innecesarios y reducir así sus efectos secundarios. Un trabajo liderado por Jeanne Tie, del Centro para el Cáncer Peter McCallum en Victoria (Australia), mostró que con una muestra de sangre, lo que se conoce como una biopsia líquida, es posible ver si hay ADN del tumor en la circulación después de una cirugía para extirparlo. Los que no tenían podían librarse de la quimioterapia y los daños asociados con un riesgo bajo de recaída.
Por último, uno de los estudios con unos resultados más llamativos de los presentados en ASCO fue uno liderado por Luis Alberto Díaz, del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York. En un artículo publicado en el New England Journal of Medicine, se explica cómo fue posible hacer desaparecer un tipo de cáncer rectal en 12 pacientes con un medicamento llamado dostarlimab. Este anticuerpo monoclonal desmonta los sistemas con los que el cáncer se hace invisible a nuestro sistema inmune para que este pueda atacarlo y destruirlo. Según aseguraba Díaz en The New York Times, no se conoce “otro estudio en el que el tratamiento haya destruido completamente el cáncer en cada uno de los pacientes tratados”.
El estudio es pequeño y el poco tiempo de seguimiento llama a tomar los resultados con cautela, así que serán necesarios otros ensayos que confirmen el potencial de este fármaco en un tipo concreto de tumor colorrectal. Además de su sorprendente éxito haciendo desaparecer el cáncer, entre los pacientes tratados por Díaz y su equipo no se observaron los habituales efectos secundarios del dostarlimab, algo que también indica que algo novedoso ha sucedido y que harán falta más estudios para comprenderlo bien.
El tema en esta edición de ASCO era Impulsar el Tratamiento Equitativo del Cáncer Mediante la Innovación. Desde hace años, en particular con la llegada de nuevos tratamientos como los anticuerpos monoclonales, las inmunoterapias o las terapias CAR-T, muy eficaces en algunos casos, pero extremadamente costosas, el precio de los fármacos es crítico para los oncólogos y las entidades que pagan por los medicamentos. En ediciones anteriores de ASCO ya se hablaba de la toxicidad financiera como un efecto secundario más de los tratamientos para el cáncer, en particular en países como EE UU donde la cobertura médica no es universal. El dostarlimab, por ejemplo, supone un tratamiento de ocho dosis a lo largo de seis meses a 11.000 dólares cada una. “Es un reto que tenemos que trabajar entre todos. Hay que hablar del coste de los fármacos”, reconoce Felip. El económico es un factor más que añadir a la lucha contra una enfermedad de complejidad endiablada.
Els Torreele, ex directora de acceso a medicamentos esenciales de Médicos Sin Fronteras, que desarrolló un medicamento por una fracción del coste que le suelen atribuir las farmacéuticas para demostrar la arbitrariedad con que se fijan los precios de los fármacos, es más vehemente en su opinión sobre el precio de los tratamientos contra el cáncer. “Estoy asombrada con que haya gente que trabaja en cáncer, y especialmente gente de la comunidad médica, que sean complacientes con el acceso desigual a los tratamientos del cáncer que hoy existen en el mundo”, afirma la ahora investigadora del University College de Londres. “Me pregunto si pensarían igual si a un miembro de su familia se le denegase el acceso a un tratamiento que, potencialmente, pudiese salvarles la vida solo porque los líderes empresariales y los accionistas de compañías en el otro extremo del mundo han decidido que su monopolio y sus intereses comerciales son más importantes que hacer que los fármacos sean asequibles, y tienen el poder para decir: mala suerte si necesitas estos medicamentos ahora, es posible que los hagamos más asequibles dentro de diez o veinte años”, plantea.
“Ahora sabemos que los precios exorbitados que cobran las compañías por las nuevas terapias para el cáncer son en gran medida arbitrarios, y totalmente independientes de los costes de producción o los gastos que suponen”, continúa Torreele, que enfatiza el esfuerzo público en financiar parte de la investigación que da lugar a las nuevas terapias. “El desarrollo de fármacos es un esfuerzo masivamente colectivo y no es normal que solo un actor de toda la cadena de valor obtenga los derechos sobre disponibilidad, fijación de precio y acceso, como sucede hoy”, añade. Y concluye con un alegato a favor de una innovación que llegue a más gente cuanto antes: “Necesitamos transparencia y un reconocimiento más justo de las contribuciones de los distintos actores del proceso, y asegurar que el objetivo último de la innovación médica es un acceso equitativo y no el retorno económico”.
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