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BlackBerry, el móvil que pudo reinar (pero sucumbió al iPhone)

La compañía canadiense dominó un cuarto del mercado de la telefonía móvil en los 2000, pero no supo adaptarse a la nueva era iniciada por el iPhone. Acaba de anunciar que dejará de fabricar sus terminales en agosto

El fabricante tecnológico chino TCL, encargado de fabricar la BlackBerry desde 2016, anunció el martes pasado que estos terminales llegaban a su fin. A partir de agosto dejará de producirlos, aunque dará soporte técnico hasta el verano de 2022. La empresa canadiense ha coqueteado los últimos 10 años con todo tipo de soluciones, sobre todo destinadas a empresas, para no colgar el cartel de cerrado por defunción. No le ha servido de nada, pese a que a mitad de los 2000 lideraba la carrera de los smartphones, con un dominio de la cuarta parte de la cuota de mercado. Contaba con casi todos los ingredientes para reinar y suceder a Nokia en la nueva era móvil de no ser por un elemento que consiguió destronarlo: el iPhone.

Los más jóvenes quizás ni hayan oído hablar de BlackBerry –en su época era el iPhone del momento–. Antes de que el sector convirtiera los móviles en inteligentes, algo de lo que Steve Jobs tiene gran parte de culpa, estos teléfonos fueron los primeros en incorporar teclados QWERTY y funcionalidades de Internet a un objeto que solo llamaba y enviaba mensajes. Como explica Guillermo de Haro, profesor del área IS/IT del IE, la BlackBerry creció a partir de la universalización de Internet y del uso del correo electrónico. “Fue su gran innovación. Poco a poco, otros fabricantes utilizaron su sistema operativo y prefirió centrarse en el mercado corporativo”, añade. Con este objetivo, crea la pearl, la bolita que emula al ratón, y modifica el tamaño de la pantalla.

Su posición era inmejorable para controlar el mercado. Llegaron los primeros, el diseño era diferencial y las funcionalidades desconocidas hasta el momento. Incluso fueron los precursores de WhatsApp. Al compartir el PIN de cada terminal con otros usuarios de BlackBerry podías enviar mensajes de texto sin tener que pagar un euro. “Estos cacharros lanzaron a la compañía al estrellato. En 2006 estaba en pleno auge. Su problema fue no identificar lo que los clientes realmente le pedían. Si aparece alguien más atractivo y más innovador, te roba esta base de usuarios y estás perdido. Y así sucedió”, zanja Rafael Socas, profesor de Laboratorio de bases de datos y Sistemas distribuidos en el centro universitario U-tad.

La popularización de los smartphones, con toda la transformación que ha conllevado, no caló en los cuarteles generales de BlackBerry. Infravaloraron el éxito de las pantallas táctiles y el concepto de app –el propio Jobs se negó en un principio a abrir su ecosistema a los desarrolladores–. Con el paso de los años, intentaron imitar la Apple Store y Google Play, dieron vueltas y vueltas al diseño de las pantallas y los teclados y retorcieron hasta el extremo su propio sistema operativo. Demasiado tarde. “La disrupción entró en los móviles por el alto valor añadido. Golpeó a BlackBerry en plena línea de flotación. Este es el problema de la innovación disruptiva que acuñó Clayton Christensen. O creas una línea de negocio diferente o la cultura y lo que sabes hacer bien te condiciona”, asegura De Haro.

Innovar o morir, esa es la cuestión

BlackBerry, cuyo nombre original era Research in Motion (RIM), se quedó sin respuestas al reto lanzado por Apple en 2007 con la llegada del iPhone. Samsung y Huawei, que nada se sabía de ellas en cuanto a móviles, apostaron por jugar a este mismo estilo de innovación. El tiempo, los usuarios y el mercado ha colocado a cada uno en su sitio, aunque nadie está a salvo. Socas es bastante contundente al afirmar que ni siquiera para su nicho empresarial tiene sentido el tipo de producto que comercializa. “Al final es un sector bastante volátil, que cada par de años cambia y requiere de un seguimiento exhaustivo. El caso de BlackBerry es un ejemplo nítido de lo que nos marca el día a día de la innovación: o innovas o desapareces”, concluye.

Sobre la mesa emergen nuevos desafíos para el sector. Los planes de futuro de BlackBerry, que una vez soñó con reinar en el mercado de los móviles, aparecen como un folio en blanco. Más allá de que van a dejar de producir terminales, no hay más certezas, aunque el despliegue de las redes 5G puede convertirse en otro intento de resurrección, como buscó con el acuerdo con TCL. El profesor de la U-tad habla de nuevas oportunidades y nuevas pruebas para la telefonía, sin distinguir a ninguno de los implicados. “Abren la puerta al auge de la realidad virtual y aumentada, por ejemplo. Van a aparecer un montón de entornos en los que conseguir que el cliente los vea como atractivos. Si no lo consiguen, se acabó”, vaticina.

La supervivencia de BlackBerry como organización está ahora vinculada a la ciberseguridad. En esta pata tecnológica gozan de buena salud. Con los smartphones ha dilapidado todo el capital cosechado, pero su negocio tenía más cartas en la baraja. El as que le falta por sacar para reconducir el camino, al menos así lo entiende De Haro, parte de cambiar la venta de productos de gran consumo a proveer servicios. “IBM hizo esta transición, salvando obviamente las distancias entre ambas empresas, y no le ha ido precisamente mal”, sostiene. La condición de juguete roto, a la que han llegado otros tantos nombres propios de la tecnología, no significa que desaparezca por completo.

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