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Emprendedores

Láser, oxígeno y burbujas para pintar tus vaqueros (y ahorrar agua)

La empresa Jeanologia investiga cómo reducir el uso de agua, químicos y energía en el acabado de los vaqueros. Han patentado tecnología y software propio, ganado premios de diseño sostenible y entre sus clientes están Levi’s y H&M.

Sabías que para hacer tus vaqueros, los que probablemente lleves mientras lees este reportaje, se ha necesitado tanta agua como la que cabe en una piscina? “Para irrigar el algodón para un vaquero o una camiseta de algodón se necesitan 20.000 litros de agua”, asegura Gema Gómez, directora de la consultora de moda sostenible, Slow Fashion Next. Todo cuenta: desde la producción de la tela, al proceso de teñido, que exige lavados; al acabado, ese que le da el mismo sentido que los ‘jeans’ que se ponían los mineros que inspiraron y gastaron, de forma más natural, su prenda de trabajo.

“Hasta 70 litros se come el acabado de la prenda”, asegura la empresa valenciana Jeanologia, que estudia desde 1994 los procesos de reducción de agua, químicos y energía en los procesos de lavado y desde hace más de una década se centra en la maquinaria y el software para el último paso al que se somete los jeans antes de llegar a la tienda. Ahí donde se colorean, rompen, tiñen… En suma, envejecen para parecerse a esos vaqueros que llevaban los mineros cuando la prenda, antes totalmente confeccionada en algodón, empezó a utilizarse. Se quieren posicionar en el mundo de la sostenibilidad, por los ahorros que consiguen en el acabado, “aunque sería más preciso hablar de innovación y eficiencia”, señala Gómez.  

“Se estima que el 20% de la contaminación industrial del agua está asociada con la fabricación de prendas, y el 85% de eso está asociado con el proceso de teñido de tejidos”, relata esta experta en moda sostenible. Levi’s, una de las marcas que más ha avanzado en este sentido, ha publicado que desde el inicio hasta el lavado final, sus tradicionales 501 se beben 3.781 litros de agua. Y son de los más responsables en este sentido.  

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Unos 25 millones de toneladas de algodón se producen cada año y casi el 50% se usan en productos que tenemos en casa, ropa incluida, y productos comerciales, según la Environmental Justice Fountation. El problema no es solo el impacto hídrico; también el social. Más del 90% de los trabajadores del algodón viven en países en vías de desarrollo, y solo el algodón da trabajo al 7% de la población, publica esta misma fuente. Y aunque el mayor impacto se produce en la confección de la prenda, el acabado también tiene un coste ambiental y social. Por cierto, los valencianos tienen filiales en India, Bangladesh, Shanghai, Hong Kong, Brasil, EE UU, México, Turquía, Pakistán y Vietnam… Sitios que resultan ciertamente familiares al leer las etiquetas de las prendas que nos visten.  

Hay casos que brillan en cuanto a tecnología e innovación. Existen soluciones como el hilo reciclado (el algodón, si no se mezcla durante en los vaqueros con otro tipo de tejido, se puede reciclar fácilmente) con la veterana empresa alicantina Hilaturas Ferre o los mallorquines Organic Cotton Colours. Por cierto, si los vaqueros llevaran al menos un 15% de algodón reciclado “sirve para ahorrar tanta agua como la consumida en todo el proceso de fabricación”, según Fluence, líderes en tratamiento de agua y aguas residuales.  

Jenealogia se centra en la última parte del proceso, el acabado. La empresa valenciana, que ha pasado de facturar en 2017, 61 millones a cerca de 100 millones en el siguiente, asegura que reducen “a 20 litros el consumo de agua por prenda” gracias a sus tecnologías. Dicen que su apuesta es “la deshidratación y desintoxicación del mundo del jean en 2025” gracias a su tecnología, asegura al otro lado del teléfono su directora de márketing, Carmen Silla, que llama la atención sobre los puestos de trabajo que “están expuestos a todo tipo de químicos y sustancias tóxicas durante la producción”. No aclara, sin embargo, qué impacto en puestos de trabajo tendría la puesta en marcha de una tecnología por la que ya se han interesado empresas como Levi’s, Inditex, H&M y Gap, entre otras muchas. Levi’s, por cierto, es una de las empresas que más camino llevan avanzado en esta materia. 

Aunque es un trabajo en marcha, hoy por hoy apenas hay tintes naturales en el mercado. “Hay que preguntarse no solo cuál es el consumo de agua, también qué proyectos hacen más eficiente la producción, cómo se cultiva, qué tejidos y tintes vegetales se están investigando”, añade Gómez, para la confección de otras prendas. Porque gran parte de los que existen son dañinos. El índigo, o ‘denim’, es uno de los más contaminantes. Además del alto impacto en los recursos hídricos que tiene la producción de la tela, para que los vaqueros tengan el aspecto deseado son sometidos a procesos en los que también se emplean grandes cantidades de agua y energía. Recursos que dicen reducir con sus desarrollos. 

Desde 1999 la empresa de Valencia tienen un láser que consigue dar ese acabado envejecido a los pantalones y para cuyo uso ayudan a formar a diseñadores. “La creatividad que pueden desarrollar con su uso sobre las prendas es infinita”; la producción en serie, a través de un patrón, es otra de sus ventajas competitivas, puesto que sin esta automatización, cada vaquero debe hacerse de forma individual. Después, en 2005, lanzaron el ozono, que aseguran acaba con el 85% de los químicos del proceso de acabado.

Se trata de tomar aire de la atmósfera y generar ozono para que las prendas parezcan desgastadas. “Imita el lavado a la piedra y el uso de lejía”, explican. También han puesto en marcha un sistema para reutilizar el agua del proceso de lavado. Y en 2010 lanzaron un sistema de nanoburbujas que reduce un 95% los recursos hídricos y un 40% el uso energético. Su meta es que las marcas hagan uso “de todas las tecnologías en conjunto, lo cual reduciría el gasto hídrico a un solo vaso de agua”.

Y como cualquier otra empresa vinculada a la innovación y el desarrollo, los datos son una parte importante del negocio. “En temas de eficiencia y sostenibilidad, es clave la medición de los impactos por parte de las compañías; sin ellos, da igual la intención o lo que se diga que se va a hacer, si no hay datos que demuestren las cosas, no hay mejora”, apunta Silla. Gómez va un paso más allá: “Existe cada vez más maquinaria, software y tecnología, sin duda relevante, pero es importante tener en cuenta que, si queremos hablar de sostenibilidad, la clave es reducir el consumo de ropa y revisar su origen. Ahora podemos ya alquilar ropa, pero en el caso de los pantalones vaqueros debería fomentarse la reparación”.

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