Solo una de cada cuatro empresas forma a sus empleados en competencias digitales
Un 21,7% de los empleos está en riesgo de automatización en España y otro 30,2% puede sufrir una transformación profunda por la revolución tecnológica
La falta de habilidades digitales es una de las “sombras” del mundo de hoy en día. Esta carencia tiene su impacto en cuestiones como la exclusión, la desigualdad y la pobreza. Así lo pone de relieve el estudio Tecnología con Propósito, publicado este martes por el Observatorio Empresarial contra la Pobreza (OEP). Con todo, en las grandes empresas, formar a los trabajadores en competencias digitales aún no parece una prioridad: el 77% no lo hace. Por otro lado, el estudio incide en que la tecnología ofrece a las empresas nuevas posibilidades de generar impacto social, además de negocio.
La cuarta revolución industrial, una forma cada vez más común de definir los procesos de transformación digital y automatización que afectan a la sociedad y a la economía, empieza a generar un gran impacto en el mundo del trabajo. Solo en España, un 21,7% de los empleos está en riesgo de automatización y otro 30,2% puede sufrir una transformación profunda por la revolución tecnológica, según señaló este año la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La era digital puede destruir empleos, pero también generar nuevas oportunidades. El Foro Económico Mundial pronosticó el año pasado que en 2022, frente de los 75 millones de puestos de trabajo que podrían haber desaparecido en todo el mundo, se podrían crear otros 133 millones. Al recordar estas cifras, el informe Tecnología con Propósito pone en evidencia la necesidad de que los trabajadores estén involucrados en una dinámica de “aprendizaje permanente” para poder readaptarse rápidamente a las “dinámicas cambiantes” del mundo laboral.
Pero la formación de los empleados en temas digitales aún está lejos de ser común. El estudio advierte, citando datos de la OCDE, que en España participa en algún programa formativo el 32% de los trabajadores por cuenta propia, el 45% de los temporales, y el 56% de los empleados indefinidos y a tiempo completo. Y sostiene que las empresas que lideran la automatización “pueden ayudar a mitigar las repercusiones negativas” si invierten en “programas y oportunidades para desarrollar nuevas aptitudes”.
Isabel Ortiz, responsable de empresa y desarrollo de Fundación CODESPA y coautora del estudio, cree que las compañías están muy preocupadas por el beneficio a corto plazo, pero no en entrenar las habilidades digitales que se requieren para un futuro muy próximo. En su opinión, tienen que avanzar y ser más responsables porque sus clientes y sus propios empleados lo solicitan.
El informe cita, como ejemplo de esfuerzo para dar a los trabajadores más posibilidades de acceder a nuevos puestos, el programa New Collar de IBM. La idea de esta compañía es que las personas interesadas puedan apuntarse a programas de formación en determinadas habilidades y obtener certificaciones que demuestren que las tienen aunque no posean un título específico. Los cursos incluyen una parte online. Con estas credenciales, mantiene el estudio, personas antes excluidas de determinados mercados laborales “tienen ahora más oportunidades” de acceder a ellos.
- Otros desafíos
Las habilidades digitales necesarias para trabajar no son el único argumento relacionado en el que se centra el estudio. Según los datos que recoge, la revolución digital genera un impacto que se refleja en la ampliación de distintos tipos de desigualdad, lo que hace que los desafíos que quedan por abarcar sean muchos.
Seríamos capaces de solucionar los retos sociales de la humanidad si existiera voluntad
Informe Tecnología con Propósito, del Observatorio Empresarial contra la Pobreza.
Actualmente, más de 700 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza mientras el 10% más rico se hace con el 40% de los ingresos globales. Las brecha existe también en España, donde uno de cada cuatro residentes está en riesgo de exclusión o pobreza, según el indicador AROPE.
El estudio presentado este martes tiene entonces el objetivo de inspirar a las compañías en identificar de qué manera tecnologías como el internet de las cosas, la inteligencia artificial o la impresión 3D pueden ser un apoyo para contribuir a lograr mayor sostenibilidad social además de beneficios económicos. “Queremos promover una ética empresarial que repercuta positivamente en la sociedad y que contribuya al avance colectivo para garantizar la estabilidad en un mundo que está cada vez más interconectado e interdependiente”, asegura Mónica Gil-Casares, también coautora y representante de la Fundación CODESPA.
- Proyectos tecnológicos y sociales
En el estudio se proponen ejemplos de proyectos considerados funcionales en este sentido. Uno de ellos es el proyecto Emilpa, que se basa en aprovechar la conectividad móvil —según Gil-Casas, una de las herramientas de mayor impacto por su capacidad de penetración, aunque ya no la más disruptiva— para dar apoyo a pequeños productores rurales de Guatemala.
El programa, desarrollado por la Fundación CODESPA junto a la entidad sin ánimo de lucro Sich 4 Change y la start-up Cropti, se basa en una plataforma de mensajería SMS que permite a estos agricultores acceder a información sobre temas como predicciones del tiempo, precios de mercado o sugerencias de mejores técnicas productivas. La idea es alcanzar a 750 campesinos y que el 60% de ellos pueda incrementar sus ingresos.
Otra propuesta puede ser la de Telefónica, que proyecta usar el big data para identificar los índices de pobreza infantil en los barrios de España (en base a informaciones como la capacidad de desplazamiento de sus habitantes a otros sitios recabadas de sus móviles), aseguran las autoras del informe.
“Nos encontramos en un punto de inflexión en el que seríamos capaces de solucionar los retos sociales de la humanidad si existiera voluntad, puesto que contamos con los conocimientos, la capacidad y los recursos necesarios”, escriben en el texto. Y añaden que, por esas razones, también las empresas deben actuar.
Entre las claves para que las compañías puedan hacerlo de manera efectiva, indican la necesidad de que se alien con fundaciones y ONGs, piensen en la tecnología como herramienta de apoyo y no como fin, involucren a más departamentos en el mismo proyecto y se propongan soluciones accesibles y adecuadas. También mantienen que ser sostenibles socialmente puede suponer “un beneficio para el negocio”.
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