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Emprendedores

Bridge for Billions, el Tinder del emprendimiento

La incubadora online española lucha por democratizar el acceso a la innovación en todo el mundo a través de programas de aceleración de tres meses en los que une a emprendedores con mentores

La parte física de Bridge for Millions
La parte física de Bridge for Millions

Comprender por qué Bridge for Billions surge en 2013 como una incubadora online para startups es comprender la historia personal de Pablo Santaeufemia, uno de sus cofundadores. Un madrileño de familia muy humilde. Formado en ingeniería mecánica de beca en beca, algunas de las cuales le llevaron a cruzar el charco para conocer de primera mano qué era aquello de la innovación. Con 16 años, ya salió de España con estas ayudas. Empezó a comprender entonces que el emprendimiento, como tanto le gusta resaltar, está pensado para hombres blancos y con un apellido compuesto. “La razón por la que fundé esta aceleradora es porque el mundo del desarrollo económico en países en vías de desarrollo tiene que pasar por emprender; y el modelo tradicional no funciona”.

En esta lucha por democratizar el acceso al emprendimiento, que sea online tiene mucho sentido. Disponer de internet está garantizado en la gran mayoría del mundo, con lo que las barreras de entrada para innovar caen con facilidad. “En Bridge for Billions la experiencia será igual para un universitario de élite que para alguien de Malawi que quiere construir escuelas”. Su programa, al que se han sumado organizaciones como Coca Cola e instituciones como Naciones unidas, dura 12 semanas, cuesta 150 euros al mes para equipos de tres personas y se basa en una plataforma en la que conviven mecánicas digitales tanto del MIT como de la universidad de Stanford. “Se trata de algo más intuitivo, más participativo para el emprendedor al conectarlo con mentores a través de un proceso guiado y online”.

Por sí mismos, en determinadas ocasiones, no se bastan. Buscan también la colaboración de empresas, fundaciones, universidades y Gobiernos. Ya han acogido proyectos de 56 países, pero sus recursos físicos, los de su sede en el espacio Loom en pleno centro de Madrid, son limitados. Su programa de aceleración, con el que ayudar a la digitalización, pretende un encaje entre la persona y el proyecto. Como explica Santaeufemia, tiene que haber motivación, saber qué mueve al emprendedor y cuál es su misión. La experiencia previa resulta casi irrelevante. Tras una entrevista personal, y ya preseleccionado el proyecto, Bridge for Billions abre su base de datos de mentores. “Si a alguno le interesa, ya sea por la idea o por la persona que hay detrás, nos indica que quiere conocerte, hablan y empiezan el programa. Es un poco como Tinder”, zanja.

Más de un millar de emprendedores han pasado por sus manos. Conocen su realidad al dedillo. Alejados de una imagen de éxito basada en rondas de financiación, tan deseadas en este entorno, los problemas que suelen detectar en quienes demandan sus servicios son más sencillos. “Tienes ciertas balas para gastar en estas etapas iniciales y no puedes disparar a todo. Nuestra estructura genera el foco necesario para abarcar lo realmente importante. La idea no era mala, pero el foco era tan malo que genera frustración y quedarte sin dinero”, añade Adolfo Berraquero, responsable de marketing de Bridge for Billions. Santaeufemia aporta otra idea compartida por la mayoría de proyectos: “Si no escuchas al cliente, los recursos dan igual y te vas a estrellar. Esto es un patrón común”.

La distorsión del ‘egosistema’

Pablo Santaeufemia, cofundador de Bridge for Millions
Pablo Santaeufemia, cofundador de Bridge for Millions

Detrás de una imagen de éxito, de sentirse cool y de que poco más que surgen emprendedores a la vuelta de cada esquina, solo queda un egosistema más que el tan repetido ecosistema. “Quienes más ego y recursos tienen son los que más hablan. Distorsionan la realidad de los emprendedores”, afirma Santaeufemia. En su opinión, ni existen millones de aceleradoras ni nos estamos tomando en serio lo que implica la irrupción de la inteligencia artificial y la automatización. Hace falta una mayor innovación en el emprendimiento. “Parece que haya una burbuja, pero solo es una carcasa. No hay nada dentro. En España, por ejemplo, hay poco más de una decena de incubadoras con buenos programas. Si aceptan a un máximo de 20 personas, las cuentas son sencillas. La demanda es mucho mayor que la oferta”, concluye.

En ningún momento lanzan la idea de que Bridge for Billions sea la solución a todos los males que vive su entorno; pero no están dispuestos a aceptar que las ideas brillantes, por pequeñas que parezcan, queden orilladas. “Me parece irresponsable el mensaje de que todos podamos emprender. Esto vino bien durante la crisis al entender emprendimiento como autoempleo. Sin embargo, tu talento no irá a más mientras no haya recursos y organismos dispuestos a promover la innovación”, determina Berraquero. Como no hay mejor lección que la que aprende uno mismo, Santaeufemia se muestra tajante cuando razona que su Tinder particular no lo crearon por sí solos. El apoyo externo ha sido indispensable. “Gracias a que la gente confía en el emprendedor, sale adelante. Es igual que en una panadería, que tiene una red de apoyo que funciona”, determina el cofundador.

De los mundos online de Bridge for Billions han salido proyectos de todo tipo. Desde el de una madre de dos hijos, Eugenia Gargallo, que dejó su trabajo en una gran empresa para fundar la startup UP Training Club, un club de entrenamiento dedicado a la formación de futuros profesionales "valientes e inconformistas", hasta David Asiamah. Este joven ghanés, rechazado por varias incubadoras, solo quería que los agricultores de su país no malvendieran sus productos por no contar con la tecnología adecuada. Si el match es el adecuado, poco importa de dónde vengas o cuál sea tu pasado. Al menos esto es lo que aseguran en esta aceleradora. Ya se sabe que en Tinder las apariencias engañan, pero con las startups quizás solo sean eso, apariencias.

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